Noah Charney: “La mayoría de los robos ocurren con los museos abiertos al público, por eso los delincuentes estaban tan preocupados por la pandemia”
Experto en delitos de arte, el autor de varios libros sobre el tema investiga y da cátedra sobre estos crímenes “vinculados al tráfico de drogas y armas e incluso al terrorismo”
A los 42 años, Noah Charney está considerado internacionalmente un experto en delitos relacionados con el arte. Nacido en Estados Unidos, es licenciado en Historia del Arte y mientras investigaba para escribir su primera novela, en 2006, como no encontró suficiente material académico que hablara sobre el crimen artístico, se le ocurrió organizar una conferencia sobre el tema en la Universidad de Cambridge. El encuentro atrajo a numerosos estudiosos internacionales y a los jefes de las divisiones de delitos de arte del FBI, Scotland Yard y los Carabinieri italianos. La Revista de The New York Times le dedicó un elogioso artículo en el que lo definían como el creador de un nuevo campo de estudio: los crímenes de arte.
Desde entonces fundó el primer grupo de investigación del mundo sobre delitos de arte, la Asociación para la Investigación de los Crímenes contra el Arte (ARCA), el programa académico en este campo y The Journal of Art Crime, la primera revista académica revisada por pares. Ha sido traducido a 17 idiomas, fue candidato al premio Pulitzer, y es columnista en medios de prensa como The Guardian, The Art Newspaper, The Washington Post, Esquire, entre otros.
Como prolífico escritor, después de la publicación de la novela El ladrón de arte (2007), escribió El arte de la falsificación, que está basado en estudios de casos históricos y le sigue pareciendo su mayor contribución al tema. Otros de sus libros son El museo del arte perdido , Los ladrones del cordero místico y una serie de cuatro guías de museos en español e inglés, El tiempo de los museos, que ofrece visitas guiadas a lo más destacado de las colecciones de los principales museos de Madrid, Barcelona, Sevilla y el País Vasco.
Charney, quien vive actualmente en Eslovenia, acaba de grabar el último episodio de la serie de la BBC China’s Stolen Treasures. En julio, sale The 12-hour art expert: Everything you need to know about art in a dozen masterpieces y recientemente firmó contrato para otro libro que tratará sobre la historia de las mujeres en el arte, no solo como artistas, sino también como estudiosas, críticas, mecenas, pensadoras, musas y modelos, además de un volumen ilustrado sobre mitos y leyendas eslavas.
El hombre que hace colaborar a especialistas e instituciones con gobiernos y fuerzas de seguridad en investigaciones mundiales contra delitos al patrimonio artístico y cultural, siempre ha dicho que para lograr resultados reales hace falta un gran conocimiento del mercado del arte, la historia del coleccionismo, además de la criminología, la investigación policial y la teoría sobre medidas de seguridad y a eso dedica una buena parte de su tiempo, aunque prefiera que al referirse a él solo digan: escritor.
Totalmente alejado de la idea clásica que se tiene de un experto, Charney evalúa cómo evolucionó el delito en el arte en el mundo recientemente y opina sobre el caso del Museo Nacional de Arte Decorativo en nuestro país.
-Durante la pandemia, ¿cambiaron las modalidades de robo de arte?
-No. La mayoría de los robos hoy se producen cuando las instituciones, como museos o iglesias, están abiertas al público; por eso al principio del aislamiento, cuando estaba todo cerrado, los delincuentes estaban tan preocupados por la pandemia como el resto de nosotros. De hecho, durante los primeros seis meses de la pandemia casi no hubo ninguno. En realidad, yo solo me enteré de ocho robos de obras de arte importantes. En el mundo se informan decenas de miles todos los años y ocurren muchos más que no se informan.
-¿Cómo valorás los resultados en el combate internacional contra el robo, saqueo y tráfico de arte?
-Es muy difícil de calcular. Lo que sí es cierto es que hoy se está mejor informado sobre sus graves implicaciones. Siempre digo que los medios de comunicación son claves para combatir los crímenes de arte. Antes existían un montón de teorías románticas sobre el tema, que no se basaban en la realidad, difundidas por los principales medios. En los artículos casi siempre se preguntaban si en esos momentos había algún coleccionista delincuente en un castillo, que se retorcía el bigote mientras protegía su colección de cuadros robados. Eso ya se terminó en gran medida. Los medios de comunicación formales reconocen que los coleccionistas delincuentes detrás de los delitos relacionados con el arte no son tantos y que se trata más de una industria delictiva integral dirigida por grupos del crimen organizado que están vinculados al tráfico de drogas y armas, e incluso al terrorismo. Hoy la mayoría de las obras robadas sirven para pagar a estos.
-¿Cuáles son las principales diferencias entre los hechos de robo y falsificación en América Latina y el resto del mundo?
-América Latina se conoce más por el comercio ilícito de antigüedades, como figuras precolombinas, objetos indígenas, artefactos arqueológicos y menos por las bellas artes, cuyo foco principal está en Europa. Pero lo que ocurre o cómo ocurre no creo que sea tan diferente del resto del mundo. Oímos hablar menos de ello, porque hay menos policías especializados en arte y las piezas que surgen de América Latina tienden a ser menos conocidas.
-Argentina está considerado el país americano que mayor cantidad de obras restituye y cuenta con una División de Protección del Patrimonio Cultural, dentro de Interpol.
-Me alegra saberlo. No conozco todas las estadísticas de América Latina, pero es una excelente noticia. Cada pieza que se devuelve te da la esperanza de que se recuperen otras. Si preguntás a cualquier persona interesada en el arte te va a decir que es preferible que nos roben una pieza a que la dañen o la destruyan. Si se destruye, desaparece para siempre. Si la roban, es muy probable que se recupere o reaparezca, incluso después de varias generaciones. Cada obra de arte que se pierde y se recupera da la esperanza que ocurra lo mismo con otras. Es importante tener expertos en la policía con una formación que les permita ir más allá; si la policía no sabe de historia del arte, y los académicos que colaboran con ella no saben de investigación y solo estudian los informes policiales, los resultados son menos efectivos. Hoy los Carabinieri en Italia, que son la fuerza policial de arte más grande del mundo con más de 300 agentes con dedicación exclusiva, se lo están tomando en serio como creo que merece. La mayoría de los países siguen sin contar con una policía específica.
-En una entrevista el jurista argentino Juan Javier Negri, dedicado al análisis de los problemas legales de la cultura y del arte y a los litigios vinculados con ellos, decía que es necesario reintroducir y poner en valor el concepto del conflicto de interés para evitar que quien vende una obra de arte sea también el único en condiciones de fijar su precio, establecer su autenticidad, certificar su proveniencia y generar su mercado secundario. ¿Cuál es tu opinión?
-Estoy de acuerdo en que siempre hay un conflicto de intereses si el vendedor fija el precio. Y también si la persona que fija el precio tiene algún interés financiero en la obra. Te pongo el ejemplo de Bernard Berenson, probablemente el más famoso de todos los expertos en arte que daba certificados de autenticidad sobre las obras de arte vendidas por Sir Joseph Duveen. Él obtenía un porcentaje del precio de venta. Así que, al menos subconscientemente, le interesaba sobrevalorar. Por lo tanto, creo que la clave sería tener algún organismo independiente que determine de forma aproximada el valor de una obra de arte y que ese organismo no tenga nada que ver con el beneficio real de su venta. Pero también creo que hay demasiada inercia en el mundo del arte para que sea así, pero eso sería lo más beneficioso. Hoy las subastas son el mejor indicador de valor, marcan los estándares del mercado. El valor de una obra de arte es una combinación de la autenticidad percibida, más la demanda percibida, más la rareza percibida. Así que se trata de la percepción de que, al menos en una subasta, el mundo puede pujar, en teoría, y fijar el mercado para esa obra de arte.
-Recientemente en Buenos Aires se descubrió el robo de varias obras en el Museo de Arte Decorativo, uno de los más importantes de Argentina. En un caso, la pintura fue sustituida por una fotocopia en blanco y negro. El museo no tenía cámaras de seguridad y dos guardias estaban a cargo, como en 1980, cuando se produjo el mayor robo de arte en el país, en el Museo de Bellas Artes. Desde tu libro El ladrón de arte venís alertando sobre el aumento de robos en los museos del mundo. ¿Hay falta de interés por preservar las obras?
-¡Qué historia! ¿Realmente fue sustituida por una fotocopia en blanco y negro…? Los museos suelen tener mucha inercia, como el resto del mundo del arte. Y hasta que no les roban algo, tienden a asumir: “Ah, es suficiente, la seguridad está bien. No nos robaron nada”. Entonces renuevan la seguridad solo cuando el robo ya se cometió. Imparto cursos de seguridad en museos y hay experiencias que podemos emplear de forma práctica para salvaguardar el arte que se expone, la mayoría de ellas tienen que ver básicamente con mantener alerta al personal de seguridad que ya está en la nómina, haciéndolo más eficaz. Las alarmas parecen ser populares en la tecnología de punta, pero no hacen nada útil, incluso si se disparan, a menos que haya una respuesta humana que llegue a tiempo y ayude en ese caso. La mayoría de los robos hoy ocurren cuando los museos están abiertos y en las horas de mayor afluencia de visitantes. A mí también me preocupa mucho la gran cantidad de robos que, a veces no se denuncian, y ocurren en los lugares de culto así como en colecciones privadas que generalmente están más desprotegidas que los museos. Precisamente es una de las líneas de trabajo de ARCA, la Asociación para la Investigación de Crímenes contra el Arte de la que soy fundador: identificar tendencias emergentes y poco examinadas relacionadas con el estudio del crimen artístico en el mundo y desarrollar estrategias para abogar por la administración responsable de nuestro patrimonio artístico y arqueológico colectivo.
-¿Cuál es la presencia de ARCA en América Latina? ¿Cómo se puede formar parte de ella? El escritor Dan Brown la menciona en su novela de ficción Inferno: su personaje, Robert Langdon, usa el sitio web de ARCA para verificar la historia de los Caballos de San Marcos en la basílica de Venecia.
-La asociación nació en Estados Unidos y tiene su base central actualmente en Italia. Es una organización de investigación y divulgación que trabaja para promover el estudio de los delitos de arte y la protección del patrimonio cultural. ARCA tiene como objetivo cerrar la brecha entre lo práctico y lo teórico fomentando la colaboración entre funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, consultores de seguridad, académicos, abogados, arqueólogos, especialistas en seguros, criminólogos, historiadores del arte, conservadores y otros. Su objetivo es concienciar al público sobre los delitos relacionados con el arte y preservar mejor el patrimonio cultural colectivo del mundo. Hablamos de hacer una versión en América Latina, pero nunca se puso en marcha, así que nos contactamos con agentes de policía y académicos, y hemos tenido colaboradores de la región, pero no tenemos presencia. Si alguien está interesado, puede ponerse en contacto o cursar nuestro programa de posgrado de diez semanas en Amelia, Italia, que sigue siendo el primer programa académico del mundo en seguridad y delitos artísticos. Desde hace seis meses hay también una opción de aprendizaje a distancia (e-learning).
-En síntesis, ¿qué es lo que hace que los robos de arte sean cada vez más frecuentes?
-La falta de políticas claras por parte de los gobiernos, la disminución de la seguridad en los museos y sitios donde hay arte, la sofisticación de las técnicas empleadas por los ladrones y la poca preparación del personal que debe hacerle frente a estos problemas.
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