Nueva mirada sobre la vida de Manuel Belgrano
CON sorprendente frecuencia vuelven a interesar a nuestros escritores las figuras de los próceres de la Revolución de Mayo, de la Independencia y de las jornadas en que se fue forjando la definitiva unidad nacional. Quizás haya en esta tendencia una necesidad, hoy más que nunca apremiante, de contrastar tácitamente la gesta de los que fundaron una patria, movidos por el único afán de servirla y renunciando a todo móvil de interés personal, con la mezquindad de grupos dirigentes actuales sólo preocupados en la disputa del poder.
A esta especie de revisión recurrente de nuestro pasado pertenece La Argentina, un tigre en acecho, que revive minuciosamente y, por momentos, con algún exceso de prolijidad, la actuación de Manuel Belgrano en relación con los acontecimientos decisivos de nuestra emancipación.
El creador de la bandera, hombre de leyes convertido en jefe militar por las exigencias de la causa libertadora, aparece en esta obra de Marcos Casco como conductor de las tropas criollas que avanzan sobre el Paraguay, en la primera expedición de las fuerzas revolucionarias en esta región.
Pero el autor no se contenta con transmitir las muestras de fortaleza moral y la casi sobrehumana capacidad de sacrificio, ni con exaltar el idealismo del prócer. Penetra además en la intimidad de éste para sacar a la luz sus inquietudes renovadoras de lector de la literatura política de la época. Y se sobrepone a la mala costumbre de hacer de los prohombres venerables estatuas de mármol, dejando ver las debilidades del hombre Belgrano, introduciéndonos en los entretelones de su vida de amante.
De más está decir que se vuelven a repasar aquí los agitados debates de la Primera Junta, los desacuerdos de fondo entre morenistas y saavedristas, los choques entre los leales a la Corona y los "levantiscos españoles americanos".
Son argentinos diferentes, estos gauchos, negros manumisos y mulatos que engrosan los regimientos en marcha, desafiando pantanos y espesuras selváticas, fiebres y epidemias, para dirigirse hacia el objetivo final de Asunción. En el calvario de la guerra por la fundación de una nueva nacionalidad americana se recortan las figuras estoicas de una soldadesca vencedora, a un tiempo, de la naturaleza bravía y de un enemigo poderosamente equipado.
Buenos Aires, las provincias del litoral, las Misiones y el territorio guaraní son los escenarios de un relato muy bien escrito que el recurso del diálogo, utilizado de preferencia por Casco como técnica narrativa, ayuda a dramatizar. El autor mezcla con pericia los elementos de la novela, el ensayo y la biografía, junto con la reflexión sociológica.
El ensamble de esas diversas especies literarias halla su punto de apoyo, sin embargo, en el "Diario" del prócer, que se va transcribiendo espaciadamente entre pasajes descriptivos e imaginarios.
"Lástima que no puedo alcanzar adonde llegan mis deseos por el honor, el decoro y las glorias de la patria", dijo Manuel Belgrano, en 1811. Lástima es, también, que en la Argentina de fines del siglo veinte, infestada por el negociado y el desfalco de tantos mal llamados servidores del Estado, sean pocos los miembros de la clase política dispuestos a recoger aquellas palabras belgranianas para ajustar a ellas su conducta de ciudadanos con responsabilidad rectora. (583 páginas).
Martín Alberto Noel
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La Nacion