
Poder satírico
¡HUNDAN AL BELGRANO! Por Steven Berkoff-(Losada)-Trad.: Rafael Spregelburd-177 páginas-($ 34)
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Para cualquier argentino el título con el que se abre esta recopilación de obras del dramaturgo inglés Steven Berkoff publicado en castellano, resulta estremecedor: ¡Hundan al Belgrano! Detrás de esas tres palabras, en la entraña de esa orden, laten todavía las vidas de cientos de jóvenes asesinados en un crucero que navegaba fuera de la zona de exclusión durante la guerra de Malvinas. Paradojas del destino, diría alguien insensible. Pero Berkoff, como todo gran artista, sabe que en el arte acontece la verdad y no tiene dudas cuando afirma: "Después de lanzar ese torpedo bajo órdenes que no venían del submarino Conqueror sino de Inglaterra, y sobre un barco que estaba saliendo de la zona militarizada, se desató todo tipo de estragos. Fue una apuesta calculada para terminar la guerra de un solo golpe y falló miserablemente".
Valiéndose del sarcasmo y la ironía, de un lenguaje que por momentos roza lo escatológico y de una teatralidad desbordada, a la que hay que imaginar en cada escena con el fin de disfrutar mejor del texto, Steven Berkoff critica el gobierno de Thatcher, la administración Reagan, la Cámara de los Comunes y a los políticos que desde la mediocridad y la mentira construyeron un discurso en defensa del colonialismo. Y lo hace utilizando los procedimientos estéticos de la sátira y a través de personajes que ya desde sus nombres sugieren el clima de la obra: Amarga, Alcahuete, Piojo y Buchón, entre otros.
Hundan al Belgrano tiene también un coro que, como en la tragedia griega, comenta la acción: "En todo el país, en cada bar,/ en cada comedor y en cada sala/ se pudo escuchar la voz inglesa/ hablando de Malvinas con voz gruesa/ como si hurtado hubieran la joya familiar./ Ultrajados. La tele al taco, el té servido/ lubricando gargantas en pie de guerra oral./ Jamás creerías que hasta hace una semana/ no distinguían Malvinas de Bahamas".
Como en La persistencia , esa obra maestra de Griselda Gambaro, el lenguaje de Berkoff expresa lo real de la guerra, aquello que los discursos grandilocuentes evitan: "Un trozo de brazo y aquí, mira, una pierna / En cubierta una figura de aceite en llamas embebida,/ todo de negro y a la carrera mientras el calor asa su carne. Trescientos treinta marinos muertos de golpe ".
En el segundo texto que integra el libro, La secreta vida amorosa de Ofelia , Berkoff inicia su diálogo con Shakespeare. A la pregunta de por qué Hamlet enloquece a Ofelia, o simplemente por qué Ofelia pierde la razón y termina suicidándose, el autor responde de manera indirecta. En una serie de misivas entre Hamlet y Ofelia escritas en el verso blanco isabelino, el dramaturgo pone al descubierto la lucha entre el amor y el poder. Si el amor no puede imponerse al poder, acaso la muerte sea un alivio y una denuncia a la vez. "Los días son mundos perdidos en los que apenas respiro/ y es en vano y no siento ya apetito,/ sino que anhelo el olvido y la paz definitiva / Y la luz de la mañana es amarga maldición/ y ruego a Dios me dé tinieblas y profundo sueño/ y acaso en tal esperanzado mundo tú aparezcas/ a hacerme compañía, ¡oh, valiente sueño peregrino!".
En La secreta vida amorosa de Ofelia ella intenta encontrarse con su amor más allá de los límites de la muerte ("y puesto que ahora me visitas sólo en sueños, puede que entonces sólo en sueños nos reunamos"). Otra vez el gran mecanismo shakespeariano del poder se impone por encima de los sentimientos. Pero Ofelia no es Cordelia, que marcha al exilio con dignidad, ni Julieta, que muere junto al cuerpo de su amado. Ofelia encuentra en las aguas del arroyo algo parecido al líquido que la acunó antes de nacer. Por eso muere cantando antiguas coplas y se asemeja a una sirena etérea en una dulce despedida. El cuerpo de Ofelia es tan bello en el arroyo que lo arrastra como los versos de Berkoff en esta obra impecable, conmovedora y de una serena y lacerante belleza.
Otras tres obras breves completan el volumen. La navidad de Harry , interpretada por el mismo Berkoff en 1985, es la contracara del clima festivo de la fiesta católica. Actor muestra las vicisitudes de una profesión en la que no abunda el trabajo. Por último, Perro es una crítica a la clase media inglesa a través de un personaje que se desdobla en su perro.
La traducción de Rafael Spregelburd no podía ser más precisa. Desde los versos rimados hasta el lunfardo inglés, cada palabra encuentra su equivalente en la lengua rioplatense. Pero es en La secreta vida amorosa de Ofelia donde el teatro se transforma en lo que siempre fue: un encuentro con lo no dicho, un instante de belleza efímero y deslumbrante como la vida misma.





