Premiaron a un argentino por su primera novela
Hijo de un japonés nacionalizado argentino y de una argentina nacionalizada japonesa, en la vida de Maximiliano Matayoshi, de 23 años, la inmigración ha sido desde siempre mucho más que un rasgo genético.
Con su obra “Gaijin”, que cuenta la historia de su padre, Matayoshi acaba de ganar el Premio Primera Novela Alfaguara UNAM 2002, de México, dotado con US$ 10.000 y la publicación del libro, que saldrá a la venta el mes próximo en ese país. Fue su primera vez en un concurso literario.
Tras haber sufrido de niño las burlas de sus compañeros de aula por su ineludible aspecto oriental y haber negado su origen, en la adolescencia, para asimilarse a sus amigos argentinos, el joven Matayoshi vino a cosechar en la adultez los frutos de su condición cultural.
“Gaijin”, cuyo ideograma se traduce como “hombre de afuera”, es decir, extranjero, narra la historia de un joven inmigrante japonés que llega a los 13 años a la Argentina, tras huir de los estragos de la posguerra en su patria. Pero, en el fondo, es la vida de Tetsuji Matayoshi, padre del autor, un genetista casado con una bioquímica descendiente de japoneses, que regresó a su tierra 16 años después de haberse radicado en la Argentina. Pero volvió.
Matayoshi es un joven austero, de gestos reservados, que trabaja de noche en el call center de una empresa de TV por cable y vive con su novia argentina.
Ninguno de sus variados intentos de estudios universitarios -ingeniería, edición y traductorado de inglés- tuvo que ver con la literatura, su verdadera pasión desde hace cinco años.
"Gaijin" nació, poco a poco, en las silenciosas noches laborales de Matayoshi. Su trabajo nocturno le permitió al joven escritor no sólo tejer la trama de ficción, sino leer a placer.
La novela, en la que el autor invirtió tres años y medio en escribir y transcurre en la Argentina, se inscribe en una incipiente tendencia local, que registró el año último un par de obras conmovedoras, de amplia repercusión, cuyo tema de fondo es la inmigración (ver recuadro).
En el concurso mexicano se presentaron 97 novelas, de las cuales cuatro fueron de autores argentinos y una llegó del lejano Japón.
El amor como patria
-¿Qué cuenta su novela?
-Es la vida de un joven inmigrante japonés de 13 años que llega al país, estudia en la escuela secundaria, aprende castellano, hace amigos, vive peripecias y se hace adulto en una cultura diferente, pero siempre quiere volver a Japón. Hasta que a los 27 años junta el dinero y se va. Pero decide regresar, porque aquí dejó a la chica que ama.
-¿Es la historia de su padre?
-Mi viejo llegó en barco de Okinawa, en 1951. Proviene de una isla que fue invadida por los norteamericanos. Cuando yo era chico siempre me contaba anécdotas e historias, pero yo no le daba mucha bolilla. Todo eso iba quedando para la historia. Cuando nos contaba las cosas de la guerra a mis hermanos y a mí, siempre evitó transmitirnos pesadumbre y oscuridad. Con esas anécdotas comencé un día a escribir un cuento que terminó en novela.
-¿Qué le interesaba a usted decir a través de la novela?
-Que mi hogar es allí, donde está mi amor. Por eso no importa donde uno se encuentre, si en ese lugar está el amor.
-¿Así fue la vida de su padre? -
-(Se ríe) Mi padre es muy japonés y nunca me lo diría. Pero así imagino que pudo ser, porque él regresó a Japón, pero después se quedó en su casa en la Argentina, con mi madre. Nunca le voy a sacar ese retazo de información, pero creo que se quedó aquí, porque extrañaba a mi vieja.
-¿Qué le dijo su padre al saber que ganó un premio con un libro que cuenta su vida?
-Sabe de qué trata, pero no lo leyó. Espero que en algún momento lo haga. No quisiera pedírselo. A él no le gusta la ficción. Lee muchos libros documentales, de investigación e históricos. Cuando supo la noticia me dijo: "Muy bien, hijo" Toda la efusividad oriental en tres palabras.
-¿Quién se alegró más con el premio en su familia?
-Mi vieja y mi hermana menor.
-¿Le sirvió la novela para estrechar el vínculo con su padre?
-Al principio, lo entrevisté varias veces. Hice una lista con todas las preguntas que tenía. Juntos hicimos un mapa con el recorrido del barco que lo trajo desde Japón. Eso estuvo bueno. La novela sirvió para que yo me acercara más a él. Pero mi padre se quedó en el mismo lugar.
-¿Creció usted junto con su personaje?
-Yo aprendí a escribir con la novela. Los cambios en la vida del personaje coinciden con los míos. Pero los cuándo y los dónde en el libro corresponden a la vida de mi padre. En la primera parte, el amor no está presente, porque yo era un adolescente cuando empecé a escribir el cuento.
-¿Cómo le influye ser argentino descendiente de japoneses?
-Es como ser japonés. Estoy muy marcado por ese hecho. Resalto en todos lados por lo físico. En mi familia, los mitos, la forma de sentir y de tratarse son muy japonesas.
-¿Logró unir sus dos culturas a partir de la novela?
-Recuerdo que en la escuela primaria sufría mucho. De chicos podemos ser muy despiadados. Cuando era adolescente, tenía muy negado esto de ser japonés. Pero después empecé a estudiar el idioma japonés y todo eso volvió a mí. El libro me ayudó para hacer confluir las dos culturas y estoy muy bien conmigo. Yo no advierto la influencia de la cultura japonesa en mí. Pero mi novia dice que sí se me nota. Yo me veo argentino, aunque en cualquier lugar donde estoy soy, a veces, el único oriental. Por ejemplo, en mi trabajo, donde somos unas 300 personas.
-¿Cómo supo del concurso en México?
-Mi novia trajo un día un recorte de un diario en el que aparecía el anuncio. Busqué en Internet y mandé la novela. Era para autores noveles, menores de 40 años. Siempre pensé que uno tiene que trabajar en lo que sea para ganar dinero y vivir y, luego, dedicarse a lo que le gusta.
-¿Lee autores japoneses?
-Nunca los leí. Sólo algunas cosas de Kenzaburo Oe.
-¿Qué privilegió el jurado para elegir su novela entre más de 95 originales?
-Destacaron el aire oriental, no sé si por la forma de escritura o por la historia. Y también, el estilo en sordina. Tuve que ir al diccionario para saber qué quería decir "sordina". Supe al final que se refiere a un estilo sobrio y simple para contar la historia.