Qué quiere decir hoy ser original en el arte
El reclamo de que la intervención de Leandro Erlich no era nueva reaviva el debate
Habían pasado apenas algunas horas después de la intervención que Leandro Erlich hizo en la fachada del Malba con su cartel de "Se vende" cuando una agencia de publicidad que trabajó para el Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo) hizo llegar una comunicación en la que reivindicaba la "originalidad" de esa intervención. "Nuestra campaña se llama 'Se arrienda' y logró ganar 4 Effies de Oro el mes pasado", dijo el CEO del Grupo DDB. Sin embargo, tampoco había allí ninguna originalidad, puesto que ya en 2009 los artistas Michael Elmgreen & Ingar Dragset habían "puesto en venta" el pabellón danés y nórdico en la Bienal de Venecia. No importa tanto que en un caso se tratara de un alquiler y en el otro de una venta; tampoco que hubiera una intención artística o publicitaria (la distinción entre arte y objetos "de la realidad" se volvió desde Warhol un expediente irrelevante). El problema es más de fondo: qué cosa es original y si todavía es posible serlo.
Es cierto que la posición adánica es una impostura. Conviene recordar una idea muy productiva del crítico austríaco Karl Kraus: "Original es el que roba primero". Más allá de la consideración de tipo más bien delictivo, hay ahí un fondo de verdad. Gustav Klimt nos parece muy original, un colmo moderno, pero no sería nada sin haber robado la representación en dos dimensiones del arte bizantino.
Este problema no compete únicamente a las artes visuales. Lo mismo pasa en la música. Viene al caso una observación del compositor Gerardo Gandini: "Existe una cierta imposibilidad de inventar materiales nuevos. Y si se pudieran inventar no tendría la menor importancia. Es decir, cuando uno trabaja con un material musical está trabajando al mismo tiempo con la memoria, con la historia de ese material".
En el arte, el pasado es siempre el presente. O mejor dicho: el futuro es el presente del pasado. ¿Cómo es entonces? ¿Están los materiales con su historia y también la necesaria amnesia de esos materiales? La cuestión, sin embargo, es que el único modo de ser original es saber lo que hubo antes. Saber elegir y saber qué hacer con lo que se elige. Saber dónde quedan materiales radiactivos o, por lo menos, materiales con la cualidad de convertir en radiactivo todo aquello que toquen.
Otra cosa son las provocaciones, como las del cartel "Se vende". De una pieza de Cage, alguien dijo que se le podría haber ocurrido a cualquiera, y Cage respondió que sí, pero que se le había ocurrido a él. Las ocurrencias son así: un revólver con una sola bala. No hay ahí repetición que valga porque el chiste ya no da risa. Puede ser que la originalidad esté sobrevaluada, pero sin esa ilusión el arte queda en punto muerto.