Rescatan obras de Spilimbergo tapadas por capas de pintura
UNQUILLO, Córdoba.- Con una pequeña espátula que se empecina en levantar las capas de pintura que se fueron acumulando con los años, se realiza la primera operación para "salvar" la casa del artista plástico Lino Enea Spilimbergo de la destrucción definitiva.
Una casa de techo bajo, de chapa desgastada y con un jardín sencillo adelante, que pasaría inadvertida si no fuera por el cartel que, sobre la ruta, anuncia: "Museo Municipal Spilimbergo".
Claro que en Unquillo, un pueblo que pese a estar a muy pocos kilómetros de la capital de Córdoba goza del encanto y la paz serrana, todo el mundo conoce y se enorgullece de semejante patrimonio.
Las autoridades de la flamante gestión municipal decidieron poner manos a la obra para rescatar la casa del abandono en el que estuvo sometida durante largos años y devolverle su aspecto y forma original. En esa humilde vivienda, Spilimbergo pasó los últimos 12 años de su vida, en soledad, y allí lo encontró muerto, tapado con un poncho, una vecina del pueblo. Eso ocurrió el 16 de marzo de 1964, doce años después de haber llegado buscando refugiarse en la calma provinciana de Unquillo.
"La intención es recuperar la memoria y la identidad de la casa, que fue alterada y modificada de diversas maneras. Por eso la primera acción fue designar al frente del museo a dos artistas plásticos, Eduardo "Boyo" Quintana y Roxana Serra, que tienen la sensibilidad como para devolverle su esencia original", precisó Marcelo Ray, secretario de Cultura local.
La primera tarea fue la colocación de rejas en todas las aberturas para evitar los robos y los intrusos. Ahora se trabaja en el descubrimiento de las paredes para sacar a la luz algunos de los tantos murales que el artista pintó en las habitaciones de la casa. Según contó Quintana a LA NACION, en muchas de las paredes había dibujos y también inscripciones que, a modo de graffiti, le dejaban sus amigos.
El abandono al que estuvo sometida durante algunos años, sumado a la falta de criterio de quienes la tuvieron a su cargo, permitió que sucesivas manos de pintura cubrieran definitivamente esas obras de arte. Así ocurrió con las pinturas que había en la cocina (según expertos italianos ese mural ya no puede ser recuperado), en la galería de ingreso, en el living comedor y en el atelier.
Que las paredes hablen
"Esperamos que las paredes hablen", dice Quintana, ansioso por descubrir los trazos ocultos del pintor. Uno solo de esos murales permanece casi intacto: se trata del retrato de una mujer, pintado en una pared que antes daba a un pequeño patio. Ahora, como parte de las tareas de refacción, ese mural será ubicado en su posición original y protegido con un sistema de vidrio que evitará el deterioro a la intemperie.
Spilimbergo llegó a Unquillo en 1952 por consejo de un médico que le recomendó el clima y, en especial, el paisaje de las sierras. Allí pasó sus últimos años -lo visitaba Quinquela Martín- hasta el día de su muerte. "Desde entonces, y pese a que en 1970 fue declarada museo municipal, la casa pasó por diferentes manos y funcionó como depósito, biblioteca municipal y hasta hospedaje de pasajeros", explicó Quintana.
Ante el avanzado estado de deterioro, la tarea de restauración resulta indispensable. "Nosotros tenemos un presupuesto muy reducido e intentaremos hacer un trabajo digno, pero de bajo costo", agregó el artista.
Además de una serie de obras edilicias que demandarían unos cinco meses, la tarea de poner en valor la casa museo incluye el diseño de una programación de jerarquía que convierta al lugar en un centro de referencia en materia de plástica.
El artista Carlos Alonso, además de haber sido alumno de Spilimbergo, vive en la casa lindante. Muy cerca viven también los pintores Alvaro Izurieta y Raúl Díaz, entre otros. Visita también Unquillo todos los veranos el educador Horacio Sanguinetti.
La coincidencia no sorprende porque, en realidad, Unquillo es centro de una movida artística y cultural que la convirtió en el lugar de residencia de muchos plásticos, escritores, actores y artesanos.