San Martín, Rosas, Perón: la odisea de un cuadro que pasó de mano en mano entre políticos
En la novela “Fuera de serie”, Gabriel Lerman narra la historia de una obra pictórica de corte revisionista que estuvo en manos de Felipe Solá, Néstor Kirchner y Gerónimo “Momo” Venegas, y que del Museo del Bicentenario se trasladó a la biblioteca de un sindicato
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Una pintura del artista santafesino Alfredo Bettanin (1920-1974) protagoniza Fuera de serie (Hasta Trilce), la nueva novela del escritor y editor Gabriel Lerman narrada en distintos momentos de la historia del país, desde finales de los años 1950 hasta 2018. La “odisea” de la pintura de Bettanin, titulada San Martín, Rosas, Perón, condensa violencias, arrebatos y olvidos de la sociedad argentina. Lerman, que nació en Buenos Aires en 1972, conoció la obra en su infancia. “He visto desde niño en casa ese cuadro en la portada de Diario de la historia argentina, del escritor Jorge Perrone, porque mi padre vendía esa enciclopedia y siempre me cautivó”, dice el autor a LA NACION. La novela reconstruye escenas de la niñez de dos de los protagonistas, el profesor Atilio Diez y la investigadora Laura Mazarik.
Bettanin -que además de artista visual fue escenógrafo, ilustrador, director teatral y militante político- terminó de pintar la obra de tres metros de alto y dos de ancho en 1972, en su casa del barrio de Congreso. Durante la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse, ese lugar era sede de reuniones políticas y proyecciones clandestinas del Cine Liberación, en las que participaban Pino Solanas y Octavio Gettino, los escritores y periodistas Rodolfo Walsh, Paco Urondo y Pedro Orgambide, y Cristina Bettanin, fotógrafa del diario Noticias e hija del artista, entre muchos otros. Una vez que terminó la pintura se la vendió a Tulio Jacovella, dueño del semanario Mayoría. Bettanin murió el 26 de agosto de 1974, semanas después que uno de los personajes de su obra: el presidente Juan Domingo Perón, que figura en el panel inferior junto al héroe máximo de la emancipación americana, José de San Martín, y el gobernador y caudillo Juan Manuel de Rosas.
En la novela se informa que Bettanin iba a mostrar la pintura a inicios de julio de ese año; la trascendencia que tuvo en el país la muerte del líder peronista se lo impidió. Desde ese momento, su familia perdió contacto con la obra y, desde 1976, hijos, yernos y nueras del artista (militantes de Montoneros) fueron secuestrados y torturados. “Conocí a las nietas del pintor, quienes además tienen una relación trágica con el cuadro porque allí están retratados su padre y sus tíos -dice el autor-. La obra fue realizada poco antes del primer regreso de Perón. En algún sentido, el cuadro reproduce escenas históricas de distintos siglos y, a la vez, prefigura otras, tan dramáticas unas y otras”.
El derrotero político
Con el retorno de la democracia, se recobró el interés por esta pintura. Los herederos de Jacovella le entregaron en consignación la pintura al dirigente político Felipé Solá, que la mantuvo a resguardo en su casa durante varios años. Según el narrador de Fuera de serie, la obra fue testigo de las reuniones entre “cuadros” del peronismo renovador, que perdieron la interna con Carlos Menem, como Antonio Cafiero y el mismo Solá. Pero recién se expuso públicamente en 1997, en el Teatro Roma de Avellaneda, en el marco de una muestra de arte y política organizada por el municipio.
Con el kirchnerismo en el poder a partir de 2003, Solá (gobernador de la provincia de Buenos Aires) le obsequió la pintura al matrimonio de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. En 2009, luego de que la lista encabezada por Kirchner fue derrotada en las elecciones parlamentarias por la de Francisco de Narváez y Solá, el expresidente dio una conferencia de prensa con el cuadro de Bettanin a sus espaldas. En 2011, meses después de la muerte de Kirchner, la presidenta Cristina Fernández lo envió desde la Residencia de Olivos al Museo del Bicentenario, donde estuvo hasta el final de su mandato. La galería de arte donde se exhibía San Martín, Rosas, Perón fue desarmada a inicios de la gestión de Mauricio Macri. Y también en 2016, de manera inesperada, intervino en la historia la exmujer de Solá, la dirigente Teresa González, que le entregó la pintura al secretario general de la Unión Argentina de Trabajadores y Estibadores Rurales (Uatre), el sindicalista Gerónimo “Momo” Venegas, opositor al kirchnersimo. Hoy, la pintura se exhibe en la biblioteca del sindicato, en Urquiza al 800.
“Recibieron la obra porque la exmujer de Solá la retiró del Museo del Bicentenario y la llevó a la Uatre”, dice Lerman a LA NACION. Si bien allí cuidan y aprecian la obra, no es un lugar muy concurrido por el público. Para Lerman, no está mal que haya una obra artística en un sindicato (como pasa, por ejemplo, con gran parte de la obra de Ricardo Carpani), pero cree que la pintura merece otra exposición. LA NACION se comunicó con la biblioteca de la Uatre (donde también funciona un hotel para los agremiados) e informaron que reabrirá en la segunda quincena de febrero. Para ver el cuadro de Bettanin, los interesados deberán comunicarse por teléfono.
“Alfredo Bettanin falleció en 1974 y se lo conoce poco -observa Lerman-. Fue director de teatro y de cine, ilustrador de las revistas Mayoría y De Frente, y sus retratos de inclinación nacionalista y revisionista lo colocan en una línea incómoda. Si bien no alcanzó la legitimidad de Antonio Berni o Ricardo Carpani, la simbología popular que encarna invita a pensarlo como precursor de Daniel Santoro, que lo considera una referencia. Por otra parte, su carácter heterodoxo, que ya en los años 1960 viajaba del cine al teatro, y de la ilustración a la militancia, lo definen como un artista versátil y adelantado”.
En la novela de Lerman, el personaje del profesor Atilio Diez y Laura Mazarik reconstruyen la historia de la obra, y de los momentos históricos que atravesó, de la guerrilla a la grieta, pasando por la última dictadura militar, el retorno de la democracia y la crisis de 2001. “Tanto Laura como Atilio tienen algo de mí -revela Lerman-. Y mi relación con diferentes intelectuales y referentes de la cultura son recreaciones o versiones libres de contactos, situaciones y lecturas que me han enriquecido directamente”. Publicada en la primavera de 2021, Fuera de serie está dedicada al filósofo José Pablo Feinmann, que falleció en diciembre pasado. “Es una novela política que intento inscribir en la línea de Respiración artificial de Ricardo Piglia, Flores robadas en los jardines de Quilmes de Jorge Asís o La astucia de la razón de José Pablo Feinmann”, define el autor.
-¿Por qué elegiste esos momentos de la historia argentina?
-La novela intenta replicar el modelo de escenas históricas que tiene el propio cuadro de Bettanin. Como su nombre lo indica, San Martín, Rosas, Perón, en apariencia es una recreación de momentos históricos emblemáticos que aluden a las guerras de la independencia, a las guerras civiles, a las luchas sociales y populares, más una serie de elementos oníricos y surrealistas que flotan y sobrevuelan lo figurativo.
-En la novela se hace hincapié en la grieta política del país. ¿Afecta esto las políticas culturales?
-Se desarrolla con detalle el momento del cambio de gobierno entre Cristina Fernández y Mauricio Macri, después de doce años en los que el kirchnerismo trabajó intensamente la simbología política histórica. Los protagonistas de la novela padecen ese giro de frialdad y despolitización: sacan a los próceres de los billetes, dan de baja Zamba y otros contenidos históricos, se desconectan procesos y figuras. A veces pienso que el destino del cuadro de Bettanin, que supo tenerlo Kirchner en sus manos, puede leerse como una respuesta simbólica a su liderazgo en el peronismo.
-¿Cuál es tu mirada como gestor cultural especializado en patrimonio y editor sobre las políticas culturales en el país?
-Me parece que el cuadro de Bettanin merece un reconocimiento público por la transcendencia y la belleza de su composición, por el compromiso político del autor y su familia, y porque el derrotero que ha tenido como obra de arte le ha añadido una capa de sentido extra sumamente clave.
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