
Un ensayo de estética colonial
El Palacio Noel, que alberga al Museo Fernández Blanco y sus colecciones hispanoamericanas, es el fiel reflejo de un movimiento que bregó por la recuperación de las raíces criollas
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Si el Museo Larreta aparece como una novela arquitectónica del arte del Siglo de Oro Español, el Palacio Noel y las colecciones que alberga pueden considerarse como un ensayo arquitectónico de estética colonial hispanoamericana. Como en el caso del conjunto localizado en el barrio de Belgrano, el museo de la calle Suipacha y su sitio son fruto de una trama cultural más rica y compleja de lo que sus apariencias transmiten.
El desbordante "Centenario" y los excesos de su cosmopolitismo incontrolable promovieron un rétour á l´ordre argentino basado en la introspección continental. Ricardo Rojas, Manuel Gálvez, Leopoldo Lugones, bregaban por un retorno a las raíces criollas dentro de una actitud influida por el pensamiento de Maurice Barrés o Charles Maurras y eran fieles a la tradición intelectual francofilia de las regiones del Plata. Martín Noel, diseñador del edificio que hoy alberga el Museo Fernández Blanco, no escapó a ese destino.
Estudió en la Ecole Spéciale d´Architecture, de París. En esa institución se formaron varias figuras importantes en el desarrollo de la arquitectura argentina: Julio Dormal, René Sergent, Estanislao Pirovano, entre otros. Y su línea teórica, durante la época en que Noel era estudiante, comenzaba a analizar el regionalismo como alternativa válida para resolver los dilemas estéticos que planteaba el diseño de arquitectura colonial francesa en Africa o Asia. Terminados sus estudios y habiendo recorrido varias veces España, Martín Noel regresó a la Argentina poco antes de la Primera Guerra Mundial. Luego de visitar Bolivia y Perú, donde pareció encontrar las esencias de la arquitectura colonial, emprendió una campaña de difusión de la que llamaba "estética de la tradición" de lo hispanoamericano como fusión de la cultura nativa con la española. Esto lo hizo en la teoría, a través de sus escritos, conferencias y desempeño como funcionario y académico. Y en la práctica, a través de su obra construida.
Una radical síntesis
La residencia que diseñó para él mismo y para su hermano Carlos, doctor en Filosofía y Letras de la Ecole des Hautes Etudes des Sciences Sociales de París e intendente municipal durante la presidencia de Marcelo T. de Alvear, es una sofisticada síntesis estética pero también ideológica. El conjunto es una recreación del "hôtel particulier" parisiense que ofrecía hacia la calle un cuerpo bajo, con importante portal de acceso conducente al patio de honor dominado por la presencia del edificio principal, estructurante de toda la composición. La casa de Carlos Noel, un "Petit Trianon" colonial, es un pabellón cuadrado de tres niveles, donde la composición volúmetrica y especial deriva de la arquitectura francesa del siglo XVIII. El preponderante aspecto neocolonial del edificio se debe únicamente a la decoración aplicada a los muros, inspirada en el repertorio hispanoamericano de los siglos XVII y XVIII. Así pueden verificarse reminiscencias del barroco arequipeño en el portal de acceso sobre la calle, tradiciones limeñas en los balcones de la fachada de acceso del pabellón principal o imitación de las pinturas del techo de la Capilla Doméstica de los jesuitas en Córdoba en la bóveda de la biblioteca de la misma casa.
Inaugurada en 1922, año en el que Hipólito Yrigoyen le entregó el mando presidencial a Marcelo T. de Alvear, el galicista espíritu de síntesis de esta obra es también un manifiesto del concordante ánimo político de su autor, militante del Partido Radical. Si la francófila composición es alvearista, la hispanoamericana iconografía es yrigoyenista.
Una mansión americana
Hacia 1927, Martín y Carlos Noel debían ausentarse por un tiempo de Buenos Aires y la casa cayó en la mira del ansioso gobierno norteamericano, que buscaba competir con otras potencias extranjeras en la obtención de las mejores residencias para sede de sus embajadas.
El estética y políticamente emblemático Palacio Noel coincidía con los lineamientos de imagen y estrategia que el Departamento de Estado estaba desarrollando en Sudamérica. Fue rentado entonces por dos años durante los cuales lo habitó el embajador Robert Woods Bliss y sirvió de alojamiento al presidente electo Herbert Hoover durante su visita a Buenos Aires en diciembre de 1928. La estrategia de seducción de los norteamericanos sobre los argentinos pasaba por cuestiones culturales como el mismo Bliss lo señalaba: "...No puedo resignarme a ver perdida la oportunidad psicológica que se ofrece este año para contraponer una exhibición de pintura y una orquesta sinfónica americanas a la feria comercial británica. ...Si algunos hombres ricos pudieran ser inducidos a ver la cuestión a la luz de un servicio patriótico, podríamos lograr algo que creo sería de gran beneficio en crear mejores relaciones y entendimiento con América del Sur. Si sólo algunos hombres de negocios pudieran vislumbrar la oportunidad que significa el gasto de trescientos mil dólares para revertir de las mentes de los sudamericanos el prejuicio de que somos gente inculta o desintelectualizada, tendría tan buenos resultados como los que obtendrán los británicos con los millones de dólares que emplearán en su feria comercial...." (1) Pasados el crash de 1929 y la revolución de septiembre 1930 el embajador Bliss y su esposa dejaron el "Hôtel Noel" y su estética americanista para muderse a otro edificio, el Palacio Bosch, de orden más conservador y potente imagen, más afín a Washington y a la proyección de Estados Unidos en el sur del continente.
Relicario de estética colonial
La residencia Noel fue adquirida por la municipalidad en 1936 con parte de la colección Noel para constituir el Museo Municipal de Arte Colonial. En 1943, al fusionarse con el Museo Isaac Fernández Blanco se incorporó la colección homónima que había sido donada en 1921 y que hasta entonces se exhibía en la residencia del coleccionista en la calle Hipólito Yrigoyen. Y en 1962 otra donación de Celina González Garaño enriqueció el patrimonio del museo integrado por piezas de diversas artes y artesanías iberoamericanas y la colección pública de platería colonial más importante del continente. El valor patrimonial del conjunto museológico se enaltece con los múltiples significados culturales de la arquitectura del edificio, pieza clave para una adecuada comprensión de la evolución del eclecticismo academicista y de la estética neocolonial en la Argentina.
(1) 17 de marzo de 1931, Carta del embajador Bliss al secretario de Estado Adjunto. Archivo Bliss, Harvard University.





