Un rito que, sin sanción, crece
Stella Maris Rivadero Para LA NACION
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El rito de la "previa" en relación con el boliche comienza a extenderse a otros espacios, en la medida en que se incorpore como algo que no es sancionado por el adulto. Como en nuestra sociedad actualmente este rito está instituido, puede tener validez para extenderse a cualquier ámbito.
Si la sociedad no sanciona algunos hechos, estos rápidamente se pueden trasladar, ya que el adolescente está en una etapa de tensar el límite con el adulto y, si éste calla, él va a avanzar.
Al estar la transgresión admitida como válida, e incluso como valiosa a los ojos del mundo, no está presente la posibilidad de distinguir lo que pertenece al orden de lo legal y lo que no. A esto se suma que en la adolescencia la transgresión está a la orden del día, porque el joven busca desafiar los límites y, paradójicamente, afirmarse en su identidad.
Esa paradoja en la que el adolescente se mueve constantemente, se puede resolver siempre que haya otros que puedan marcar la diferencia. Hay un encuentro entre la transgresión del joven y la permisividad social en el que todo vale. En la medida en que no hay límite, aparece la repetición y la insistencia.
Si no se sanciona la "previa" en el colegio, es posible que se propague hasta instalarla como algo instituido. Para ellos es una diversión, pero implica, además, alcohol o drogas.
También la "previa" de los boliches es un modo de despejar ciertos temores, como los miedos frente al encuentro con el otro, la identidad sexual y todo aquello que implique el lazo social.
Aunque supongamos que la "previa" en la noche tiene sus efectos, quedan contenidos en un ámbito de diversión. Pero no es lo mismo que suceda en relación con la escuela, ya que este espacio implica un ámbito de trabajo, de normas y de restricción de ciertos goces.





