Variaciones ominosas
Los cuentos de Kobo Abe crean atmósferas de pesadilla en un mundo marcado por el avance tecnológico y la carrera espacial
Ensoñaciones terroríficas, ficciones científicas o "literatura hipotética", como los denominó el propio autor. Los once cuentos de Kobo Abe compilados en Historia de las pulgas que viajaron a la Luna explotan el imaginario siniestro. Publicados por primera vez en español, estos relatos póstumos del escritor japonés representan un mundo de posguerra signado por los avances tecnológicos, la carrera espacial, el desasosiego y la alienación.
Escritos en la década de los años cincuenta, se ven poblados por personajes marginados e improvisados, a quienes el medio se les presenta como agobiante e inhóspito. El padre en "El cuarto de los niños" considera el mundo exterior tan agresivo y preocupante que confina a sus hijos a vivir en un sótano sin contacto con el afuera. Un hombre se convierte en un palo al ser arrojado al piso por sus hijos y se vuelve objeto de estudio de un profesor y sus estudiantes, en "El palo". Otros buscan obtener dinero mutilándose una parte del cuerpo como en "El valor de las orejas". También abundan locos, estafadores y asesinos, todos ellos productos de la modernidad.
La mirada absurda y el horror se combinan en la narración. Situaciones en clave humorística denuncian los peligros de la sociedad moderna de posguerra en Japón. La Guerra Fría es el tema central del cuento que da título al libro, donde las pulgas se reúnen en un congreso a debatir sobre el lanzamiento de un cohete soviético a la Luna, ante la mirada de un narrador humano borracho en un bar de Tokio. El desarrollo científico es el que lleva al crimen en "Total Scope
Cine Perfecto": el protagonista busca crear un proyector que refleje las películas en la mente de los espectadores, en lugar de una pantalla, y los convierte así en protagonistas de los films. Del mismo modo, en "La invención de R-62" un suicida termina transformado en robot gracias a una macabra organización. Así, la pregunta por los límites éticos de la ciencia se repite hasta el infinito. El temor ante el futuro es el leitmotiv subyacente del libro.
Kobo Abe (1924-1993) es más conocido por sus novelas La Pared o el crimen del señor Karuma, La mujer de la arena y Rostro ajeno; sin embargo, la veta de cuentista le sienta bastante bien. Abe se aleja de la tradición literaria japonesa de Kawabata, Tanizaki o Mishima, que explotan el costado sutil y exótico de la cultura nipona, y se acerca más a la literatura occidental. En sus cuentos se puede observar la influencia de Poe y Kafka, así como también de la literatura de ciencia ficción de los años veinte.
La construcción de los relatos se funda en la maestría de los diálogos y la creación de atmósferas de pesadilla. La lectura se vuelve agobiante por momentos, ya que logra transmitir la monstruosidad de las situaciones, lo que representa el mayor logro del autor. El tono irónico y crítico de la narración tiñe las diferentes historias, aunque a veces el recurso de la ironía se repite en exceso.
El uso de términos y conceptos técnicos parodian el método científico y revelan una crítica ante el avance vertiginoso de la ciencia. De acuerdo con su traductor Ryukichi Terao, "Abe en lugar de ‘ficción científica’ prefería usar el término ‘literatura hipotética’, es decir, ficción que crea un mundo hipotético, un mundo autónomo que existe en paralelo con la realidad en que vivimos". Las escenas de mayor violencia y crueldad son vividas por los personajes con naturalidad. Hechos extraños como la aparición de un marciano o los inventos futuristas se desarrollan con aparente normalidad y desacomodan al lector.
Los once cuentos son una repetición y variación de lo siniestro. No es casualidad que el volumen anterior de relatos de Kobo Abe, también editado por Eterna Cadencia, llevase el título de Los cuentos siniestros.
- Historia de las pulgas que viajaron a la Luna
Kobo Abe
Eterna Cadencia
Trad.: Ryukichi Terao
205 páginas
$ 110