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Agustín Pichot: "El sistema llevó 8 años, queríamos jugar bien al rugby"
CHRISTCHURCH, Nueva Zelanda.– Es el padre de la criatura y no hay otra manera de definirlo. Agustín Pichot , hoy vicepresidente de World Rugby, fue el hombre que abrió las puertas al profesionalismo en la Argentina. Llevó a nuestros equipos a los principales torneos del mundo y su presencia jamás pasará inadvertida. Jaguares llegó a la final del Súper Rugby contra Crusaders , algo impensado hace un par de meses. El proyecto que él gestó alcanzó, desde lo deportivo, el mejor momento. Pero aclara que no quiere que se lo considere parte. Pide el crédito para los jugadores.
–Se fueron jugadores valiosos, pero Jaguares llegó al partido más importante del Súper Rugby. ¿Es la prueba de que se amplió la base?
–El éxito es un poco injusto porque te hace olvidarte del día 1. No es ni a principio de este año, ni el cambio de Gonza (Quesada), de Mario (Ledesma), ni del Huevo (Daniel Hourcade), ni de Tati (Santiago Phelan) o Aspirina (Raúl Pérez). No podés olvidarte que esto tiene que ver con un plan que empezó cuando no había método. Siempre se amplió la base de a poco. Obviamente este año se vio más. Lo ves porque ganó, pero en otros momentos también aparecían jugadores. Fue un proceso largo, lento y difícil.
Lo desafiante de un largo plazo es que no estás seguro dónde vas a llegar. Podés tener determinación, constancia, pero no hay garantías de llegar. Vas a perder mucho. Pero vos querés ganar. El método se discute y se duda. Es muy de argentino decir "Esto no sirve" y echar a los técnicos. Tenés que tratar de mirar las cosas buenas también. Hay que rescatar lo bueno, porque si no vivís siempre en el caos, en la anarquía. Construís y rompés. Así no se logra identidad. Mañana nos puede volver a ir mal, pero eso no nos tiene que hacer cambiar lo que queremos construir a largo plazo.
–En el rugby argentino siempre se dijo que sin los resultados no se daban nuevos pasos en el rugby internacional. Pasó en el 2007, pasó en 2011 antes del Rugby Championship, pasó en el 2015 antes de entrar en el Súper Rugby. ¿Qué hay de cierto en eso?
–Estuve sentado en las mesas de negociaciones y te lo puedo decir. La única que es verdad ciento por ciento es la de 2007. Después es una cuestión de percepción de cada uno. En 2007 hubo que tomar una decisión mundialmente. Yo me senté en la mesa los dirigentes y con Richie McCaw (éramos los dos únicos jugadores, porque yo todavía no me había retirado) y me di cuenta de que la Argentina era un problema para el statu quo. "¿Cómo estos pibes salieron terceros? Eso era un papelón para el sistema. Nosotros llevamos años de inversión y ellos con nada son terceros". Ellos veían que nosotros llevábamos años jugando en Europa, pero no lo entendían. No tenían idea de que en la Argentina no había nada. Ahí empieza la escalerita.
Sudáfrica ni preguntó. Nos apoyó sin condiciones. Siempre. Nos llevó como un hermano menor. Nueva Zelanda nos dijo "no es sin condiciones". Para ellos estaba todo bien, no nos iban a pedir plata, pero nos pidieron que juguemos bien al rugby. La conclusión que hacían era: "Si ustedes no juegan bien, a nosotros no nos sirve, a ustedes no les sirve y se cae el nivel del torneo". Por eso invertimos el orden y elegimos jugar Rugby Championship antes que Súper Rugby. Había que preparar el sistema para llegar y llevó ocho años. Y en ningún momento era que teníamos que ganar un cuarto de final del Mundial. Queríamos jugar bien al rugby.
Después estaba Australia que siempre fue más reticente. No por una cuestión personal, es lineal. "¿Si estamos bien así, porqué dividir con otro socio?".
–¿Entonces esta actuación de Jaguares no abrirá nuevas puertas?
–Las puertas se abrieron por el sistema, no por ganar. La del Súper Rugby estaba tomada y de 2011 a 2015 no ganamos todos los partidos… Tenía más que ver con la sustentabilidad del plan. Una vez que vieron que había academias, un sistema de alto rendimiento, un equipo internacional competitivo y un equipo de Súper Rugby competitivo, ya está. A disfrutarlo.
–¿El sistema es el que dio jugadores como Miotti o Carreras, o se trata de una buena camada?
–Tenés que tener confianza en el sistema y en que te siga dando jugadores y se queden. Si no, tenés que asumir un modelo de exportación y agradecer cuando te los presten.
–¿La idea que alguna vez se mencionó de tener un segundo equipo de Súper Rugby sigue siendo una utopía?
–Es muy complejo. Tiene mucho más que ver con la sustentabilidad de todo el sistema. Acá juegan cuatro países. Todos los traslados tienen costos altos. Una franquicia más no sólo genera un costo grande: multiplica el de todos los que la tienen que enfrentar. Y hay que ver si tenés los jugadores. Lo hablábamos con Mario (Ledesma) el otro día. Sí, lo ideal sería tener dos franquicias. ¿O hacer como Sudáfrica y poner una franquicia a jugar un torneo como el Top 14, que juegan con los celtas? Dos equipos en la élite serían casi 80 jugadores del nivel 1. Y debe ser sustentable económicamente. Todavía no es posible. Hacer equipos vale entre 6 y casi 30 millones de dólares. Una franquicia de las más baratas de Sudáfrica vale entre 3 y 6 millones.
El rugby tiene que crecer a nivel mundial y tengo resistencia en un montón de lugares que no quieren que eso crezca.
–Sobre los ingresos de la UAR, alguna vez contaste una anécdota cuando la Unión entró en la Sanzar y pediste el 25% de la participación.
–En 2012 entramos como invitados y yo pedí el 25%. Se me rieron todos. Mi posición fue: "Bueno, estamos jugando gratis". Fueron cinco años. Australia quería seguir con su 33%. Hasta que conseguimos el 10%. Y una de las cosas buenas que tiene este sistema es no depender de la inestabilidad de la moneda de nuestro mercado, sino que nos apalancamos con el ingreso de la moneda dura de los otros tres. Hay diferencias entre 10 y 25, lógico. Pero pasar de 0 a 10 es lo que hace que esto sea sustentable. En los últimos cuatro años, la UAR facturó más de 100 millones de dólares.
–¿Eso incluye todos sus ingresos o sólo el de Sanzar?
–Toda la Unión. Lo que pasa es que Sanzar te da el 90% de los ingresos de la UAR. Después, la ventana de junio (por los tres test matches) es una ventana en pesos y en la ventana de noviembre no tocas un peso (otros tres partidos, pero como visitante). El Rugby Championship y el Súper Rugby es lo que te da los ingresos. En 2007 teníamos un ingreso por tres partidos en junio que lo gastabas en noviembre para pagarte los viáticos.
–Bueno, era una Unión amateur y al final podía quedar cero a cero.
–Sí, pero después tenés todo el rugby amateur, las competencias del interior. Esto hizo un vuelco gigante. Para que el rugby de base siga creciendo, tenés que agrandar los ingresos por el único lugar que hay. ¿Dónde vas a pedir si no? Si devaluás la moneda el 40%, las entradas valen 100 pesos. Algunos jugadores cobran en dólares. ¿Seguís en dólares o en pesos? Los jugadores se te van afuera. Y el problema no es que vuelvan, sino lo que falta todavía: cómo invertís en el torneo, en capacitaciones. ¿Cómo hacés?
–La Nations League…
–(interrumpe) Es la que no se hace. La bocharon.
–¿Es definitivo?
–Tiene que ver con algo conceptual. Había dos zonas de 12 equipos con ascensos y descensos. Nosotros en Sanzar estábamos dispuestos a ceder y que en ingresen dos naciones en dos años, muy poco tiempo. El Seis Naciones no quiso liberar la plaza para ascenso y descenso. Eso hubiera sido injusto. Tiene que ver con quién pierde el lugar en la mesa de los 10. Si descienden, ¿cómo volvés? Si Escocia o Italia se van a la segunda división y sube Georgia, no hay Seis Naciones.
–¿Los números que se mencionaron fueron ciertos?
–Sí, gigantes. Pero déjame que te complete. Esto de junio y noviembre. Fue mi primer planteo. No se pueden jugar más amistosos, no tiene sentido. Pierden valor los partidos.
–¿Cómo se reflota esa idea?
–Lo bueno es que hubo un precio que fue increíble. Pero el mercado pide un campeonato con sentido todos los años y sin boicotear el Mundial. Es un tema de autopreservación más que de crecimiento.
–¿El nuevo sponsor que apareció para los europeos es el que rompió todo?
–Ellos lo ponen de ese lado, pero la causa más grande es autopreservación y el "sigamos así que estamos bien. Sigamos diez y no dejemos subir". Pero no porque no quieren agrandarse, sino para que no se caiga ninguno.
–¿No hay alternativas en el calendario para mantener el Seis Naciones y la Nations League por separado?
–Hay opciones. Se está discutiendo para capitalizar el dinero, pero que no haya ascensos y descensos.
–Entonces no hay crecimiento global.
–Hoy estamos en esa discusión. Soy uno de los progresistas que quiere el crecimiento. El rugby tiene que crecer a nivel mundial y tengo resistencia en un montón de lugares que no quieren que eso crezca.
–La UAR en los últimos cuatro años ingresó entre 21 y 25 millones de dólares por cada ejercicio. Si hubiera cerrado el acuerdo por la Nations League, ¿a cuánto se hubiera ido?
–Un montón más. No sé si el doble, pero… 45 millones podría haber sido, sí.
–Eso significaba un segundo equipo en el Súper Rugby.
–En lo económico, sí. Después había que ver si se sostenía en lo deportivo. Porque a vos Nueva Zelanda y Australia te van a pedir que juegues bien al rugby. Si se te van los jugadores, se te debilita la franquicia. Y si pasa eso, te pasa lo que le pasó a Japón, que se le fueron todos los jugadores a su propia liga. Así no iba a mejorar nunca. Esto es lo mismo que el fútbol: si alguien les paga un 30% más se van a ir.
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