Bertrand Gachot protagonizó una pelea callejera en Londres y fue sentenciado a dos meses de cárcel: el asiento lo ocupó Michael Schumacher; su empresa firmó un contrato con la AFA
Un viaje a Londres. Una pelea callejera con un taxista. Una denuncia por un ataque con gas pimienta. Una condena de prisión. El debut de un piloto que modificó la historia del automovilismo… La historia podría ser el guion de una película, pero la realidad superó a la ficción: se trató del derrumbe de la promisoria carrera deportiva de Bertrand Gachot en la Fórmula 1 y, a la vez, la saga de sucesos que provocó el estreno de Michael Schumacher en el Gran Circo. Una incomprensible pesadilla para quien se presentaba como un piloto de múltiples nacionalidades, que recibió el apoyo del resto del paddock y del público frente al grotesco de una sentencia judicial que resultó excesiva en primera instancia y reducida a dos meses de cárcel de cumplimiento efectivo, después de una apelación.
Sin embargo, el daño estaba consumado: Gachot perdió su asiento en el equipo Jordan, el dueño de la escudería le dio la espalda y, a pesar de tener una segunda oportunidad en la Fórmula 1, su periplo fue de corto aliento y en estructuras de escaso calibre. Hombre de negocios, tuvo una ligazón con la selección argentina que se consagró campeón del mundo en Qatar 2022: Hype Energy Drinks se convirtió en junio del año pasado en patrocinador regional en Medio Oriente.
Luxemburgués de nacimiento, participó en la F.1 con licencia belga y también francesa. Su padre era un diplomático galo que trabajó en la Comisión Europea y su madre es alemana, razones por las que Gachot -de modo risueño- se paseaba por los autódromos con la bandera de la Unión Europea. Como la gran mayoría de los pilotos, los inicios estuvieron emparentados con los karts, aunque lo hizo de grande, con 15 años. Ingresó a la Winfield School Racing, una escuela prestigiosa por la que pasó el campeón del mundo Damon Hill, dio batalla en la Fórmula Ford 1600 y en 1986 ganó el campeonato de la Fórmula Ford de Gran Bretaña. Con la corona aumentó la ilusión y la Fórmula 3 Británica se convirtió en el nuevo desafío. En la actualidad, a la edad de 24 años, abrazar el sueño de ser parte del Gran Circo sería milagroso, aunque en los años 70, 80 y 90 la diversidad de equipos, entre los oficiales y los particulares, ofrecían múltiples butacas.
Onyx Grand Prix se constituyó, en 1989, en la puerta para cumplir la fantasía. Fundada diez años antes por Mike Earle y Greg Field, los intentos por desembarcar en el Gran Circo se fueron postergando entre desaciertos, malas elecciones y la tragedia, como la muerte del joven piloto italiano Ricardo Paletti, que falleció a causa de las heridas recibidas en el Gran Premio de Canadá de 1982, cuando corría con Osella. Un patrocinio de Marlboro y de la compañía Moneytron, propiedad del excéntrico magnate belga Jean Pierr van Rossem, reactivó el proyecto: la experiencia del sueco Stefan Johansson y el intrépido novato Gachot resultaron la fórmula de pilotos elegida.
"Yo fui el tipo que estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado, el que le entregó a Schumacher la oportunidad de brillar. Fue uno de los primeros en ir a verme, me dijo que no era justo lo que había pasado conmigo y que todo lo que pudiera hacer para ayudarme se lo pidiera. No tenía necesidad de hacer eso, pero por ese motivo siempre le tuve mucho respeto."
Bertrand Gachot, sobre su destino y el de Schumacher
Las preclasificaciones para cada gran premio fueron un examen que ninguno de los dos logró superar en el estreno en el autódromo de Jacarepagua, de Río de Janeiro. Tampoco fueron parte de la grilla en San Marino y Mónaco. El sueco se anotó en México, mientras que Gachot precisó de otras tres oportunidades para debutar: el circuito de Paul Ricard, en Francia, lo tuvo 11° en la prueba de clasificación y 13° en la carrera, a cuatro giros del ganador, Alain Prost (McLaren).
El GP Alemania 91, una de las 10 citas de Gachot en Jordan
La ausencia de resultados, los abandonos y una fuerte crítica por la escasa performance de los autos generaron un entredicho con Van Rossem, que determinó la salida de Gachot y el arribo del finlandés Jyrki Juhani Jarviletho -JJ Letho-; el luxemburgués desembarcó en Rial Racing, una escudería alemana, para las citas de Japón y Australia, las últimas del calendario de 1989. Tampoco logró ser parte de la carrera en Suzuka ni en la de Adelaida. No fue mejor la siguiente temporada: Subaru Coloni Racing, la unión del garaje italiano y el motor japonés, resultó un fiasco mayúsculo. Un impulsor pesado y sin potencia le impidió clasificarse en ocho estaciones y a mitad del recorrido Subaru se retiró -tras el Gran Premio de Gran Bretaña-, por lo que la pequeña estructura montó motores Cosworth, que no lograban despertar velocidad en un chasis obsoleto. La desastrosa campaña tendría, sin embargo, un premio con el llamado de Eddie Jordan para sumarse al incipiente proyecto de estructura propia en 1991 y el peor castigo, con la cárcel en el futuro.
“Yo fui el tipo que estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado, el que le entregó a Schumacher la oportunidad de brillar”, recordó Gachot, un puñado de años atrás, en una charla con la BBC. El calvario se desató en diciembre de 1990, en Londres. El piloto manejaba rumbo a un acto de un patrocinador del equipo Jordan y durante el recorrido mantuvo un altercado absurdo de tránsito con un taxista, que se bajó del auto, lo tomó de la pechera y lo amenazó de muerte. Desesperado, el luxemburgués -conducía el auto de su pareja- tomó el gas paralizante que tenía su novia como método de defensa y roció el rostro del taxista. “Quien decía que me iba a matar estaba llorando, porque tenía gas en los ojos”, recordó Gachot, que tuvo que llamar a la policía, porque un grupo de taxistas rodeaban la escena y amagaban con un linchamiento.
El calendario de 1991 de la F.1 se puso en marcha y Gachot puntuó en tres de los diez primeros grandes premios del año: finalizó 5° en Canadá, por detrás de su compañero de garaje Andrea de Cesaris, y 6° en Gran Bretaña y en Alemania; en el siguiente episodio, en Hungría, anotó su única vuelta rápida en el Gran Circo. En el medio de las citas de Montreal y Silverstone ganó las 24 Horas de Le Mans, con el Mazda 787B, convirtiendo a la marca asiática en la primera de aquel continente en lograr un triunfo en la mítica carrera de resistencia. Gachot tripuló junto al británico Johnny Herbert y el alemán Volker Weidler.
El magnífico trazado de Spa-Francorchamps era la sede del nuevo capítulo de la F.1, pero Gachot se ausentó del escenario belga y de las siguientes cuatro estaciones: Italia, Portugal, España y Japón. El luxemburgués compareció ante la Justicia británica e intentó compensar económicamente al taxista agredido en diciembre del año anterior y así terminar con el litigio, pero el juez desestimó la indemnización y se despachó con una sentencia disparatada y desmedida: dos años de cárcel. “Eres demasiado peligroso para circular por las calles de Londres”, señaló el magistrado. “El gas pimienta era considerado en aquella época como un arma ilegal en ese país. No teníamos todos los detalles hasta que nuestro abogado nos llamó diciendo que Bertrand estaba en la cárcel”, explicaba Mark Gallagher, director de marketing del equipo Jordan.
“Pensé que estaba en mi derecho y que no había hecho nada malo. Por esa razón, cuando entré a la cárcel y pasé encerrado el fin de semana y el abogado me dijo que se trataría de meses, pensé que mi mundo se había acabado”, recordó Gachot, que no tenía una mesa para comer, un sitio para el aseo y que ni siquiera era dueño de encender o apagar la luz. La penitenciaria de Brixton, donde fue alojado, en el pasado recibió a otras celebridades como al filósofo Bertrand Russell y el cantante Mick Jagger. “Conocí a buenas personas ahí dentro, muchos eran seguidores de Nigel Mansell y pensaban que era injusto que yo estuviera encarcelado. Me hicieron más llevaderos esos meses y hasta me enseñaron a jugar al ajedrez”, narraba Gachot, que también recordó a quienes fueron mezquinos y hasta infames durante el cumplimiento de la condena: “Golpeaban mi puerta, imitaban el ruido de un motor y a gritos decían que el equipo tenía a otro piloto, que era muy bueno. Ya no te van a querer”, decían y se reían.
También estaban los que en su locura le proponían futuros trabajos en el mundo del hampa. Un recluso lo indagó acerca de si era verdad que era un piloto de F.1 y ante la respuesta afirmativa le ensayó un plan. “Cuando salgas no te preocupes por volver a las carreras, porque conmigo vas a ganar más dinero”, le anticipó el preso, que consultado sobre el método, manifestó: “Robamos un auto, entramos a un supermercado y robamos la caja y los cigarrillos. Y para eso necesitamos a alguien que maneje verdaderamente rápido para salir de ahí”.
Michael Schumacher había debutado en Spa-Francorchamps y deslumbrado a todos, a pesar de que la carrera tuvo un recorrido de 300 metros para el alemán. Los pilotos lucieron remeras con las leyendas Gachot why? Y God save the british and Gachot en el trazado belga. Tras la apelación, Gachot logró una rebaja en la condena y de dos años pasó a dos meses de cárcel. Para cuando recuperó la libertad, el calendario ya estaba finalizando y su butaca en Jordan tenía dueño: Alex Zanardi. Viajó a Suzuka, para el Gran Premio de Japón, pero ya nada era igual. Con estilos diferentes, la prisión y la F.1 eran mundos duros. “¿Eddie Jordan? Creo que se olvidó que trabajábamos juntos, que era mi manager”, explicaba Gachot, cuyo contrato con el equipo había desaparecido. La contracara por la tristeza y el dolor que lo envolvía se la dibujó Schumacher, que lo visitó en el circuito japonés: “Fue uno de los primeros en que fue a verme, me dijo que no era justo lo que había pasado conmigo y que todo lo que pudiera hacer para ayudarme se lo pidiera. No tenía necesidad de hacer eso, pero por ese motivo siempre le tuve mucho respeto”.
Sin lugar en la F.1, las pérdidas de negocios personales y los gastos judiciales le quitaron brillo a su mirada. La lesión del francés Eric Bernard promovió el retorno a la grilla en el Gran Premio de Australia de 1991, la última cita del año. No logró clasificarse, al igual que otros cinco pilotos, pero fue contratado para la siguiente temporada por la escudería francesa. “Cuando pensé que todo estaba terminado descubrí que mucha gente estaba conmigo y consideraba que todo lo que había pasado era injusto. La prensa, el público, pero también los patrocinadores me apoyaron”, resaltó Gachot, que en el Gran Premio de Mónaco de 1992 terminó sexto y sumó el único e histórico punto que atesoró el equipo Central Park Venturi Larrouse en la F.1. También fue el último de su cosecha personal.
Piloto y accionista del proyecto del equipo Pacific, la aventura deportiva no resultó y Gachot se despidió del Gran Circo en 1995. Atrás habían quedado 84 intentos, 47 grandes premios y 34 abandonos; cinco puntos y una vuelta rápida. El sueño de grandeza y la pelea que derivó en una insólita sentencia que truncó los proyectos. Cuando se retiró, Schumacher, el piloto que tomó su asiento en Spa-Francorchamps, tenía dos títulos del mundo con Benetton. “Mereció la carrera que tuvo. Yo no fui quien lo hizo, él se hizo a sí mismo, tomó la oportunidad y la aprovechó”, resaltó sobre el episodio que derivó en el estreno del Kaiser en la Fórmula 1.
La temporada final coincidió con el primero de los cuatro episodios del último regreso de la F.1 a la Argentina. Gachot fue uno de los cuatro pilotos que no registro paso, junto a Mika Hakkinen (McLaren), Karl Wendingler (Sauber) y Luca Badoer (Minardi). Veintisiete años después, volvería a relacionarse con el país y con el deporte a través de su empresa de bebidas energizantes: Hype Drinks se convirtió en patrocinador en varios países de Medio Oriente en junio del año pasado, una acción que tuvo como objetivo el Mundial de Qatar.
“Esta relación es muy emocionante para nosotros. Después de muchos años en la F.1 es la primera vez que Hype colabora con alguno de los mejores seleccionados de fútbol del mundo, lo que es un hito en nuestra estrategia de marca. Vemos grandes oportunidades para crecer a nivel mundial y nuestra asociación con la AFA consolida un paso crucial para apoyar nuestro proceso de expansión”, señaló Gachot, que sin querer promovió el estreno de Schumacher en la Fórmula 1 y terminó aliado a la tercera estrella de la Argentina en los Mundiales.
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