En Londres, el automovilismo "ganó" dos medallas

Es insólito que dos pilotos del más alto nivel internacional hayan obtenido medallas en los Juegos desarrollados en Londres. El qatarí Nasser Al-Attiyah, vencedor del Dakar y piloto de Rally, logró la de bronce en tiro en los Juegos Olímpicos, mientras que Alessandro Zanardi se llevó la dorada en los Paralímpicos, tras imponerse en la final de la prueba de contrarreloj de ciclismo en la categoría H4 (bicicleta accionada con las manos).

Alex asombró a muchos por su historia tan particular. De ser piloto de Fórmula 1 a competir y ganar en los Paralímpicos. El piloto de Bologna, de 46 años, perdió las piernas tras un accidente sufrido el 15 de septiembre de 2001 en el circuito alemán de Lausitz, en una competencia de la ChampCar.

Pero Zanardi no hizo más que alentar y empujar a miles y miles de personas que sufren diversas complicaciones, físicas en este caso, y demostró que todo se puede, con valor, sacrificio, pero con mucho amor propio para salir adelante frente a los inconvenientes que parecen ser terminantes. Siempre hay más por conseguir.

Era distinto Alex Zanardi en el paddock de la Fórmula 1. El piloto italiano traía consigo la tradición del automovilismo norteamericano, siempre pendiente de las notas periodísticas, de los turnos para saludar a los fans y tenía la mano entrenada para firmar y firmar autógrafos sin fastidio y con la mayor de las simpatías. Todo ello contrastaba con la hermética Fórmula 1, que se aisla en el misterio de la tecnología y en la que los pilotos aparecen sólo en las conferencias de prensa promocionales e institucionales.

Zanardi se había consagrado con los monopostos de los Estados Unidos. Cuando la Indy Car y el CART estaban divididos por diferencias políticas entre sus dirigentes. Pero su máquina roja de Chip Ganassi fue emblemática en los 90. Tras competir en la Fórmula 1 en Jordan, Minardi y Lotus, cruzó el Atlántico y probó suerte en los Estados Unidos, donde deslumbró por sus características de manejo refinado.

"Trato de pasarla bien y de ser amable con todos los que puedo. Pero a la hora de trabajar pongo mi mayor atención. Quizás en el CART hay otro espíritu, pero yo siempre fui igual. Y en definitiva estoy orgulloso. Yo soy un piloto de carreras. Ese era mi sueño de chico y se cumplió con éxito. Me pagan por trabajar en lo que estoy apasionado. Soy un hombre de mucha suerte", comentó Zanardi a La Nacion en 1999, en Australia, en su debut en Williams.

Luego pasó al automovilismo norteamericano nuevamente y aquel golpe que por fortuna no perdió la vida, pero le costó las piernas. Continuó con su pasión y compitió en el Mundial de Turismo con un BMW 320i adaptado. Alcanzó cuatro triunfos. Hasta que se dedicó al ciclismo adaptado.

"Siempre hay desafíos. Yo estoy muy feliz porque estoy vivo. Y eso es una bendición", suele reiterar tras aquel golpe del destino.

En la Argentina y en el mundo hay muchos casos similares. El último en el país es el de Adrián Hang, que también perdió el pie derecho y la pierna izquierda en un accidente en el Super Fórmula Italiana, en Monza. Luego, en la Argentina ganó el título de la Clase 2 del Turismo Nacional (1999) y de la Clase 3 del Turismo Italiano (2003).

Zanardi asombra por sus logros. Quizá para muchos el parámetro de los Paralímpicos sean las medallas. Aunque la victoria se mida con otras mediciones, que no se contemplan con posiciones. Y más aún, generan el impulso necesario a quienes necesitan de ese arranque emocional.