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CORDOBA (De un enviado especial).- Las banderas flameaban al compás del frío viento que cruzaba el valle de Traslasierra. Las imágenes que se multiplicaban con el rostro de Jorge Raúl Recalde se mostraban en cada tramo de la última jornada. Si hasta parecía que sus brazos se agitaban dentro de cada máquina que desafiaba los intrincados caminos que sólo él conocía y transitaba con tanto talento.
Mina Clavero recibió otra vez con alborozo y orgullo a los intrépidos corredores del Rally de la República Argentina, por la quinta fecha del campeonato mundial. El "patio de la casa" de Recalde, a quien por primera vez no se lo vio levantando polvo en las Altas Cumbres. Una falta que se notó y que fue el comentario obligado antes, durante y después de la carrera.
Nadie conoce esos caminos cordobeses como él. Recalde fue el único piloto argentino y sudamericano en ganar un Rally Mundial, en 1988, en su propia tierra. Si hasta corría por placer por los encumbrados senderos, de noche, con las luces de su máquina apagadas, aunque sabiendo que nadie corría peligro. Un estilo de conducción soberbio, sumado a su habitual parquedad, responsabilidad y seriedad fuera del auto.
Para Recalde, gran parte de su vida estaba en los caminos. Desde los 1167 metros sobre el nivel del mar de su Mina Clavero natal, pasando por la altura de los 2215 metros de El Cóndor y por Giulio Césare, uno de los lugares por donde fueron esparcidas sus cenizas, y Copina, todos unidos por el surco de la máquina, como cincelado por un pintor.
En esa zona, Recalde vivió grandes momentos deportivos. Allí se asomó ayer, cuando los protagonistas del Rally de la Argentina buscaban mejorar sus tiempos para obtener un mejor resultado deportivo.
Sin embargo, el gran protagonista de ayer en las sierras fue Jorge Raúl Recalde, que se asomó vaya a saber desde dónde para no perderse detalles de cada uno de los coches. Habrá analizado cada característica de manejo, cada derrape controlado, cada frenada, todas las aceleraciones. Y las habrá evaluado, seguramente; como lo hizo siempre.
En el estadio Córdoba, la madre de Recalde, Betty, y la viuda del piloto, Isabel, entregaron el trofeo al escocés Colin McRae, el inobjetable vencedor de la competencia sobre su imparable Ford Focus.
El compañero de McRae, el español Carlos Sainz, les entregó la corona de laureles, como un propio homenaje a Recalde en uno de los momentos más emotivos de la jornada.
Al tiempo, las banderas seguían agitándose con la imagen de El Cóndor, que falleció el 10 de marzo último, a los 49 años, mientras daba rienda suelta a su pasión de siempre, la que le valió el reconocimiento de todo el mundo automovilístico.
Al margen de las anécdotas y de los datos, la multitud que pobló Traslasierra da fe de haber sentido a Jorge Raúl Recalde. La emoción invadió a todos. Porque para ver no hace falta ver. Es algo que se advierte con el corazón. Y ayer, más que nunca, los corazones latieron ante su presencia; la del alma del eterno campeón.



