Devin Haney y Vasyl Lomachenko, frente a frente: por el honor de sus padres, la grandeza del boxeo y un clima tenso

Es posible crear una óptima expectativa y validar el talento de los boxeadores sin recurrir a las banalidades y baratijas que frecuentemente utilizan los publicistas para elevar la valía de sus espectáculos. Casi como una opción reiterada y cansadora. Aunque, por fortuna, hay otros aspectos esenciales y totalmente opuestos a éstos, que permiten enfocar sus sueños con otra visión, mucho más cálida y humana. Y éste es uno de esos casos.

La jerarquía sobre el cuadrilátero, la suma de cinturones internacionales y el amor expresado hacia sus padres por haberlos convertido en verdaderos artistas del ring asocia al estadounidense Devin Haney y al ucraniano Vasyl Lomachenko, que pelearán este sábado a las 23, con televisación de ESPN, por el campeonato mundial de los livianos.

Haney tiene todos los cinturones en los 61,200 kilos (CMB, FIB, AMB, OMB). Es joven, alegre y amable. Con 24 años, invicto en 29 triunfos (15 KO) y un afianzamiento paulatino con esta corona desde 2019. Es veloz como un rayo, pero desconoce los avatares que proponen los combates de envergadura, como este.

¿Y su padre? Billy Haney es todo para él. Se separó de Ruth, su madre, antes de su nacimiento en San Francisco. Purgó inconductas por tráfico de drogas y decidió hacerse cargo de Devin, a los ocho años, mudándose a Las Vegas; desde niño lo instruyó en este oficio. Billy se destaca por su cabellera afro. Habla poco y observa mucho. Pareciera manejar por control remoto a su hijo cada vez que sube al ring. Tienen una conexión fantástica.

Haney es 13 años más joven que Lomachenko. Aprovechó al máximo la inoperancia del australiano George Kambosos para ganar millones y popularidad en sus últimas dos peleas. Estilista de alta escuela técnica. Vasyl aprendió a boxear –también– en su infancia de la mano de su padre, Anatoly Lomachenko, quien le inculcó el aprendizaje de distintas artes, sobre todo música clásica, malabarismo y otras disciplinas, como la natación. Es zurdo y jamás perdió el sentido de la pureza sobre el ring. Ganó dos títulos olímpicos (2012-2016) y tres cetros mundiales en pesos diferentes (pluma, liviano junior y liviano), entre los 57,100 y 61,200 kilos (2014-2020).

Los Lomachenko conforman una dupla inexpugnable. Les sobra preparación: cultural y boxística. No litigan y están seguros de sus principios.

Una lesión en su hombro lo obligó a perder un año en pleno Covid-19; contagios y luego, con fusil en mano en las trincheras de Kiev, defendiendo la bandera ucraniana y viendo morir a su gente en la guerra frente a Rusia. Todo esto curtió a una carrera impecable de 23 victorias (11 KO) y 2 derrotas.

¿Cómo estará su cabeza hoy, a los 37 años? Sin presiones; como veterano y sin rol de favorito.

¿Le queda fuego interior? Sí. ¿Tiene base para frenar el ímpetu de Haney? Sí ¿Tiene chance de ganar? Muchas, más de las estimadas. ¿Comienza su ocaso? No, transita su etapa final; es algo diferente.

¿Está Haney totalmente blindado para someter a estos rivales? No, aún no. ¿Necesita una victoria histórica para lograr la gran consideración? Sí, totalmente.

El momento caliente del pesaje

Cuesta encontrar desequilibrios en una apreciación lógica. La clase de “Loma” todavía impresiona a pesar de su edad. Y es un detalle fundamental.

Habrá dos pugilistas en el ring, que ya tomaron temperatura en el pesaje (con agresión de Haney incluida, que seguramente merecerá una multa). Y también habrá una dupla de padres en los rincones; con toallas, baldes de agua y vaselina. Y ellos arriesgarán su propio honor: “Billy vs Anatoly”. El boxeo está encendido. A pleno. Hace un mes, la figura de Gervonta Davis crecía tras noquear a Ryan García. Hace dos semanas, Canelo le ponía todas sus fuerzas a la pelea con el inglés Ryder. Ahora, Haney y Lomachenko, toman la posta no podrán fallar. Saben que, como siempre, sus padres estarán cuidándolos desde el rincón. Eso los hará más fuertes.

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