Alberto Spencer, un definidor implacable y de gran jerarquía
A los 68 años, falleció el notable jugador ecuatoriano, figura en Peñarol; amargó a River en la Libertadores de 1966
Alberto Spencer, el mejor futbolista ecuatoriano de todos los tiempos, falleció ayer, a los 68 años, en un hospital de Cleveland, Estados Unidos, en el que estaba internado desde el 10 del actual por una afección cardíaca. Su nombre quedará grabado para siempre a la gloria más genuina de Peñarol, con cuya camiseta se acreditó innumerables logros nacionales e internacionales.
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Para definirlo vale una referencia estadística ineludible: fue el máximo goleador en la historia de la Copa Libertadores con 54 tantos, cifra que hoy resulta prácticamente inalcanzable. Pero más allá de la fantástica marca, que permanecerá al tope por muchos años, la figura de Spencer también está ligada a la técnica depurada y a la potencia física, que le permitió conectar cabezazos a gran altura.
Hijo de un inglés y de una ecuatoriana, Alberto nació en Ancón, provincia de Guayas, el 6 de diciembre de 1937. Su primer club, Everest de Guayaquil, lo mostró al universo futbolístico del continente, ya que allí marcó un centenar de goles. Ello no pasó inadvertido para Juan López, que en 1950 había llevado al título al seleccionado uruguayo en el Mundial de Brasil y que hacia fines de los 50 era el DT de Ecuador.
López lo recomendó a Peñarol y hacia allí puso proa Spencer. Pocos podían suponer entonces que empezaba a forjarse una de las alianzas más fuertes que recuerde el fútbol de América del Sur: el mejor jugador ecuatoriano en el glorioso Peñarol de los 60. Juntos, se coronaron campeones siete veces entre 1960 y 1968. Durante ese período, Spencer contribuyó con nada menos que 326 goles y se ganó la idolatría de todo el público aurinegro.
Pero los éxitos trascendieron las fronteras del Río de la Plata y junto a talentos como Julio Abbadie, Pedro Rocha y Juan Joya, Spencer contribuyó a logros que aún recuerdan los hinchas de Peñarol, como el de ganar tres veces la Copa Libertadores de América (1960, 1961 y 1966), dos veces la Copa Intercontinental (1961 y 1966) y una vez la Supercopa (1969). Entre tantas victorias, permanece en la memoria colectiva la serie de tres partidos ante River por la final de la Libertadores ´66, que tras un triunfo carbonero en el Centenario (2-0) y uno de River en el Monumental (3-2), se definió en Santiago de Chile con la victoria decisiva de los uruguayos por 4-2, tras revertir un 0-2; un partido bisagra, tras el cual surgió el mote de "gallinas" para el equipo de Núñez.
Se lo conoció con varios apodos: "Cabecita de oro", "Gacela ecuatoriana" o "Crack de dos banderas", según la ocasión. Los 54 goles que marcó en la Libertadores se repartieron en 48 para Peñarol y 6 para Barcelona Sporting, el club ecuatoriano al que defendió cuando regresó a su patria con toda la gloria a cuestas, en 1971.
Radicado en Montevideo, se desempeñó allí como cónsul especial de Ecuador hasta que su salud se complicó y fue trasladado a los Estados Unidos. El magnetismo que siempre generó su figura en su país natal motivó que ayer, el presidente de Ecuador, Alfredo Palacio, pidiese un minuto de silencio en su memoria durante un acto en Cuenca.
13 títulos ganó Spencer con Peñarol: siete torneos locales, tres Libertadores, dos Copas Intercontinentales y una Supercopa.
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