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El corto trayecto que unía la salida del vestuario con el ómnibus que sacaría al plantel del estadio Pedro Bidegain mostraba una imagen curiosa, una pintura que podría servir para intentar adivinar el futuro: varios jugadores se retiraban cargando al hombro una bolsa de consorcio con algunas de sus pertenencias.
Mucho deberán trabajar dirigentes y cuerpo técnico –sean cuales sean, en ambos casos– para armar el equipo que disputará la próxima temporada. Vencimientos de contratos, deudas, retiros y jugadores en busca de aire fresco demandarán soluciones rápidas e inteligentes.
Línea por línea. Vence el préstamo de Pablo Migliore (debe regresar a Boca, dueño del pase); Walter Kannemann está sin contrato, Fernando Meza no tiene lugar en el equipo y ya está buscando un nuevo club. También expiran los vínculos contractuales de Pablo Alvarado y Jonathan Botinelli.
El medio campo se quedaría sin Julio Buffarini, a quien le deben dinero y aprovecharía una oferta que tiene del fútbol italiano. Por el mismo motivo (le adeudan 500.000 dólares) Néstor Ortigoza partiría a Chile. Gabriel Méndez, que casi no jugó, tampoco cobró lo acordado y por su demanda San Lorenzo está embargado.
El último que apague la luz entre los delanteros. Carlos Bueno aún tiene seis meses de contrato vigente, pero se alejaría (tiene ofertas de México y Uruguay), Cristian Chávez regresa al Nápoli (estaba a préstamo), Emmanuel Gigliotti se iría a Universidad de Chile, Juan Manuel Salgueiro es pretendido por Peñarol de Montevideo y Juan Carlos Menseguez rescindirá su vínculo, luego de jugar poco y nada.
San Lorenzo necesita pensar rápido: tiene que armar un plantel completo en pocos días y con la billetera flaca.


