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LA PLATA.– Era la oportunidad para encauzar el rumbo, era la ocasión para que el futuro empezara a depender de sus propios resultados en la desesperada carrera por mantener la categoría. Pero para que Gimnasia y Esgrima alcanzara ese estado de gracia debía sortear a Arsenal, un difícil escollo para los platenses, también una especie de sombra para la mayoría de los equipos que se ubican en el fondo de la tabla de los promedios. Y lo que se presentaba como una chance para despejar fantasmas, alimentar las esperanzas, terminó en un nuevo capítulo del calvario y el sufrimiento que azota al Lobo. La caída por 2 a 0 acumuló frustración en los jugadores y desilusión en el público; la expulsión de Sebastián Romero, por simular una falta dentro del área, causó exasperación con el árbitro Laverni, a quien los hinchas no recuerdan con agrado desde la derrota por 3 a 0 con Atlético Rafaela, en el partido por la Promoción de la pretemporada 2008/09.
La urgencia que presentó Gimnasia le simplificó la tarea a Arsenal, cuya estructura se beneficia y se potencia cada vez que enfrente tiene a equipos necesitados. En el Clausura, la desesperación hizo trastabillar a Racing y a Central, y sólo Chacarita logró resolver con eficacia la ecuación que le presentó el conjunto que dirige Burruchaga. Con simpleza para jugar, con orden para defender, con dos líneas compactas en las que sobresalen los defensores centrales y el constante trajinar de los volantes, con el ingenio de la fórmula ofensiva que componen Leguizamón y Obolo para lastimar, Arsenal edificó la victoria y extendió a 10 encuentros la serie sin caídas frente al Lobo.
Los resultados adversos de los rivales en la lucha por no descender encendieron la ilusión en el Bosque, aunque el desarrollo fue apagando ese fervor. Un débil remate de Stracqualursi y un cabezazo de Maldonado –falló en el área chica– fueron las acciones que entusiasmaron. El empuje de Rinaudo y las escaladas del chileno Ormeño, por el sector derecho, se ofrecían como el sustento para adivinar un final feliz. Pero en la primera jugada hilvanada, Arsenal derrumbó los sueños, acrecentó la incertidumbre y provocó pesimismo entre los platenses.
Obolo, por despliegue y presencia en ataque fue la figura, habilitó a Leguizamón, que sin marcas batió a Sessa. El gol surtió un efecto desmoralizador en Gimnasia y elevó el espíritu de Arsenal. Mientras los platenses se desdibujaron, se confundieron entre el vértigo y la velocidad, dejaron huecos en defensa, el rival achicó todavía más las líneas y decididamente dejó que sus delanteros resolvieran en algún contraataque las cifras del marcador.
Y no falló Arsenal, que se deleita cuando debe actuar con la desesperación del rival. Y fue Obolo, quien aprovechó un error de Agüero y con suficiencia definió ante el achique de Sessa.
Para Gimnasia, ya no había tiempo para la reacción; para Arsenal, era el momento de volver a disfrutar.
Chirola Romero y un partido para olvidar
No fue una jornada feliz la que tuvo Sebastián Romero. Un corte en la frente, tras chocar contra las rejas de uno de los laterales del estadio del Bosque, y la expulsión por simular un penal, fueron las acciones que lo tuvieron como protagonista en la dura caída de Gimnasia y Esgrima.

