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Tendido en el campo de juego con los ojos vidriosos, al tiempo que se tomaba el rostro con las manos. Como no entendiendo, acaso, lo mucho que había conseguido en un puñado de partidos desde su desembarco en Boedo. Es cierto. Parece que fue ayer nomás, a principios de marzo pasado, cuando Julio Buffarini llegaba para meterse en el corazón de este San Lorenzo de los milagros.
Todo a base de entrega, coraje y un enorme corazón. Ese mismo ímpetu que trajo con su equipaje desde Caballito, donde disputó 22 encuentros, con dos goles, durante el último torneo de la B Nacional. "Nos sacamos una mochila enorme de encima. No esperábamos llegar a este punto, pero pudimos sobreponernos para que le gente siga creyendo en nosotros", comentó, con su pequeña hija Martina en brazos. Y añadió: "También es una gran alegría para las familias de los jugadores que sufrieron con nosotros todo este duro semestre". Tiempos en que el césped del Nuevo Gasómetro explotaba en forma de desahogo y olvidaba, por un rato, el calvario que vivió San Lorenzo en la última temporada por esa anhelada redención de mantener la categoría. Una salvación que lo deja al Ciclón en Primera, luego de años de flacas campañas y planteles con escaso vuelo. Allí reside, tal vez, la explicación de por qué Buffarini, desde su debut en la 9a fecha ante Racing, se convirtiera en el estandarte de un equipo que estaba en caída libre y muy próximo a la debacle futbolística. Lejos de mejorar su juego en conjunto, Caruso Lombardi halló en el ex Ferro una rueda de auxilio por la banda derecha. A partir del incansable volante rubio, el DT reconstruyó, a su modo, el conjunto de Boedo en busca de una "vida más". Ese aire extra que cimentó ante San Martín, de San Juan, cuando el Matador estaba en descenso directo y con todos los boletos direccionados hacia la segunda categoría.
Y ayer no iba a ser la excepción. Otra vez Buffarini haciendo un surco por la derecha generó la jugada que derivó en el ingenuo penal de Barsottini a Kalinski. "Nunca pensé que iba a ganarme así el cariño de la gente. Fue muy importante el apoyo que me dieron desde que llegué", dijo el todoterreno. Aunque reconoció que nunca pudo disfrutar de su gran momento en el Ciclón por el cargado lastre de urgencias y apremios que pesaban sobre él y sus compañeros: "Fue algo raro, pero nunca pude disfrutar desde que llegué. Ahora sí. Estoy muy feliz y quiero disfrutarlo con mi familia y mis amigos. Anoche [por el sábado] no pude dormir. Estábamos muy estresados y muy nerviosos porque ellos [por Instituto] juegan muy bien. Lo importante es que ganamos y nos quedamos en Primera. Logramos el objetivo", explicó.
También destacó la ovación que sobrevoló el estadio para dejar de lado los continuos reproches de los hinchas, que bajaban furiosos cada vez que jugaban de local: "La ovación de la gente fue tremenda. No sólo para mí, sino para todo el equipo que se mató dentro del campo de juego. En muy pocos clubes te bancan como en San Lorenzo", dijo. Claro, uno de los gritos de guerra que bajaban con más ahínco desde las tribunas lo tenían como protagonista. El "olé, olé, olé, olé... Buffa, Buffa..." premiaba su arrojo para disputar cada pelota, a veces sin medir las consecuencias. Situación que a lo largo del Clausura le valió varias amarillas (seis en toda la temporada). Como la que sufrió ante la Academia y derivó en su mediática suspensión, antes del crucial choque con Tigre. Ese partido, el mediocampista lo vivió desde afuera. San Lorenzo lo sufrió y recibió, en Victoria, una verdadera paliza.
Hoy, aquella amarga situación es un recuerdo y Buffa no esconde la alegría por el objetivo conseguido. Sonrisa, expresión genuina de felicidad que no podía disimular cuando Pablo Lunati decretó el final de esa pesadilla llamada Promoción.
Bueno le dedicó el triunfo a Madelón
El uruguayo Carlos Bueno se retiró del estadio sin saber si regresará, y a pesar de la tensión que vivió durante la temporada se mostró agradecido con quien lo acercó al club. "Madelón era el primer hincha de todos. Se lo dedico a él, por traerme, y al presidente; son los que verdaderamente confiaron en mí", dijo el delantero. Consumada la permanencia, Bueno cargó en sus hombros a Bernardo Romeo (foto) para que reciba una ovación. "Es una persona querida por todos, un crack. Me dolió no verlo jugar el último partido", explicó al respecto. En cuanto a su futuro, fue claro: "Cumplí y eso me deja tranquilo. Lo último es lo que queda y creo que me voy muy bien".
Romagnoli: "Yo me quiero quedar"
Luego de conseguir el objetivo, el gran referente del plantel de San Lorenzo y uno de los más queridos por los hinchas, Leandro Romagnoli, no dejó cabo sin atar respecto al futuro suyo y del club. "Yo me quiero quedar, pero los dirigentes se tienen que unir de una vez por todas para no pasar de nuevo por esta situación", señaló el Pipi.
Con conocimiento de causa, por recorrer los pasillos del club desde hace años, habló sobre la situación vivida durante el último año y la reacción positiva de sus hinchas: "Luchar por permanecer es peor que perder un torneo; le agradezco a la gente que siempre nos acompañó. Me emocioné mucho y nunca lo voy a olvidar".


