Copa Sudamericana: Estudiantes bailó a Corinthians, pateó 30 remates, pero solo ganó 1 a 0 y luego quedó eliminado por penales
En La Plata, luego de una enorme actuación, cayó de pie: se impuso en el partido por la mínima diferencia y más tarde, perdió en la definición desde los once metros
Estudiantes debió golear a Corinthians. Jugó el mejor partido del año, lo tuvo todo: juego, personalidad, disciplina táctica, corazón. Dispuso de cuatro disparos en los palos. Insólito: cuatro. Y cuando estuvo a tiro de Cassio, chocó contra las manos del gigante amarillo. El León no debió llegar a los penales, pero así es el fútbol: la victoria por 1 a 0, sellada al minuto, con un tanto de Mauro Méndez que se desvió en Lucas Verissimo, derivó en la definición, porque el Timao había ganado también por la mínima en San Pablo. La gente cantaba, saltaba, con la mística de otro tiempo. Pero perdió. Quedó eliminado, al caer por 3 a 2 en la definición.
Rollheiser, la figura de la cancha, se resbaló. Lollo, al travesaño. Ascacibar, al travesaño. De no creer: hay que viajar demasiado en el tiempo para rememorar algo así. En el cruce de ida, jugado la semana pasada en el estadio Neo Química Arena de San Pablo, Corinthians se impuso con un gol del defensor Gil. Corinthians se enfrentará en las semifinales con el vencedor del cruce entre América Mineiro y Fortaleza, todos de Brasil, y que jugarán la revancha este jueves.
El espectáculo arrancó a todo ritmo. Literal. Estudiantes atacó como si se tratara de la última vez en su vida: en el primer minuto, abrió el marcador. Un zurdazo de Marcelo Méndez impactó en el cuerpo de Verissimo y cambió la trayectoria de la pelota. Cassio quedó a mitad de camino. Y Estudiantes, casi desde el pitazo inicial, se imponía en escena.
En el resultado, en el juego. El León avanzó con alma y decisión, convencido de que Corinthians estaba golpeado, herido. Rollheiser dominaba los hilos de los avances, pero la estructura global era agresiva, envalentonada. A partir de Lollo, pasando por Corcho Rodríguez, el Principito Sosa. El equipo argentino estaba a tiro de la segunda conquista, rodeó al equipo brasileño, atrapado en una jaula.
Y cuando perdía una pelota, rápidamente la recuperaba con una voracidad pocas veces vista en tiempos recientes. Un símbolo: al arrojarse sobre el césped para recuperar un balón (otro acierto de Rodríguez), los hinchas gritaron un desafiante “¡Estudiantes, Estudiantes!”, como respuesta a las viejas noches coperas. Un cabezazo de Carrillo, que contuvo el arquero (con molestias físicas), abrió el interrogante general: en el juego, el León estaba dos, tres goles sobre el equipo paulista. En el resultado, apenas había una diferencia mínima. Al rato, Benedetti, con un zurdazo que impactó en un poste, dio otro gran aviso. Y cuatro minutos más tarde, el mismo palo quedó impactado por un bombazo de Rollheiser, con una jugada a lo Messi.
Con la pelota dominada, amagó, amagó y sacó el disparo. Y cuando había dirección, Cassio sostuvo a Corinthians. Hacía mucho tiempo que un equipo argentino no sometía a un conjunto brasileño en todos los conceptos del juego. Y, sin embargo, el desarrollo se frenó en un 1-0 al término de la primera mitad.
Vanderlei Luxemburgo, el entrenador brasileño, de 71 años, dispuso dos cambios en el arranque del segundo capítulo: Wesley Ribeiro y Yuri Alberto por Ruan Oliveira y Ángel Romero. En realidad, si hubiese podido, habría sacado a todo el equipo, salvo a Cassio, que siguió sacando pelotas de gol. Y cuando el gigante (1,95m) falló en el cálculo, el palo, otra vez: Rollheiser chocó otra vez contra un poste. Casi una maldición.
Maldición que continuó a 20 minutos del final: un zurdazo del Ruso Ascacibar también chocó contra un palo: picó y se fue. La gente cantaba, el equipo platense mantenía el colmillo afilado, pero ya había en el ambiente una sensación extraña. Es que Estudiantes debía estar tres o cuatro goles por encima de su adversario y... nada. O casi nada: el 1-0 viajaba directo a los penales. Insistió hasta el final el León, pero no encontró premio a su esfuerzo. Corinthians se aferró a la derrota por la mínima y se encomendó a las manos de Cassio.
Y llegó la definición...
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