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Cuando algún día le consulten sobre cuál considera que fue su mejor año como jugador, a Leonardo Balerdi le costará no darle un lugarcito al 2018. Sí, el zaguero de 19 años es un desconocido para muchos por una cuestión lógica: en Boca aún no debutó. Por lo tanto, tiene muchísima carrera por recorrer. Pero es que en 2017 su nombre empezó a crecer silenciosamente y terminó de explotar a lo largo de los ocho meses que lleva el año, en los que recibió constantes noticias positivas. Y esa cadena no se detiene. Por la ida de Santiago Vergini a Turquía y la decisión de Guillermo Barros Schelotto de cuidar a Paolo Goltz para el partido de vuelta ante Libertad, por Copa Libertadores, el juvenil mañana hará su tan ansiado estreno con la camiseta azul y oro este domingo ante Huracán.
Puntano de Villa Mercedes, nació un 29 de enero de 1999 y llegó a la Ribera proveniente del Club Sportivo Pueyrredón cuando faltaban diez días para que cumpliera sus 14 años. Por ese entonces, su hábitat natural en la cancha era el mediocampo: un día se adaptaba con facilidad a ser el raspador N°5 y otro, a ser el elegante enganche. Así arrancó su estadía en el club de sus amores. Hasta que…
Fabián Fedullo, ex entrenador de las inferiores del xeneize, creyó que sus características se amoldarían perfectamente una línea por detrás: su técnica, agresividad y velocidad, sumado a sus 1,86 metros, empezaron a tener mucho éxito y repercusión interna cuando en séptima división lo transformó en defensor central. No se equivocó, porque Balerdi progresó a pasos agigantados. Aunque nunca se desprendió de su alma de volante: su ídolo es Fernando Gago.

Sus actuaciones destacadas del año pasado en la Reserva de Rolando Schiavi, que le transmitió su sabiduría en el puesto, llamaron seriamente la atención del Mellizo. De a poco lo integró a las prácticas hasta darle una sorpresa tan grata como graciosa en el arranque del año: lo incluyó en la lista de buena fe de la Copa Libertadores con el dorsal ‘9’ para ocupar la plaza de Darío Benedetto, que se recuperaba de la rotura del ligamento cruzado anterior.
Aunque era evidente la improvisación, la curiosa aparición de su apellido no era casualidad. Así lo demostró Sebastián Beccacece cuando lo convocó como sparring de la selección argentina durante el Mundial de Rusia. En esos días soñados, Lionel Scaloni, parte de aquel ciclo, se sorprendió mucho con su nivel. Y cuando en julio se hizo cargo del sub-20, a Leo lo convirtió en una pieza clave de la defensa en el torneo de L’Alcudia (Valencia), en el que se coronaron: jugó con presencia, personalidad y garra los seis encuentros que hubo solo en diez días. Y el ahora técnico interino de la Mayor tiene ganas de citarlo en las próximas giras para que sume experiencia de cara al futuro del seleccionado nacional.

Entre esas vivencias de Rusia y España, Guillermo siguió acrecentando su figura llevándolo a la pretemporada en Estados Unidos, la primera que hacía el chico. Hace unos días no pudo viajar a Barcelona para la Copa Joan Gamper, pero tuvo una especie de premio consuelo para motivarse más: el equipo de Lionel Messi aprovechó la ocasión para presentarle una oferta a Daniel Angelici de cerca de 10.000.000 de dólares (esa es su cláusula de rescisión), aunque distribuidos en objetivos a cumplir por el futbolista. En Boca no convenció, además de que por ahora "no está en los planes venderlo", tal como se lo aseguraron a LA NACION. Solo piensan en potenciarlo.
#NuevaFotoDePerfilpic.twitter.com/ySXk96fUHs&— Leo Balerdi (@leoobalerdi5) 31 de enero de 2018
"Mientras haya un 1% de posibilidades, tendremos un 99% de fe", es la sentencia del juvenil en su cuenta de Twitter, dejando a la vista la actitud con la que se mueve en el día a día. Por eso mañana, con la camiseta N°31, cumplirá su sueño después de tanto esfuerzo. Con la salida de Vergini, ahora es el primer relevo de Goltz y Magallán. Llegó el momento de Leo Balerdi, el futuro de Boca y la selección.



