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ROSARIO.– Belmondo, que no necesita explicar por qué le dicen así, se lleva por delante la ley no escrita sobre la prohibición de jugar en los dos: "Sí, es verdad, yo atajé en Central y también en Newell’s", dice, con aires de actor francés. Los otros no se la dejan pasar: "Pero si la vez que atajaste para nosotros te comiste un gol en contra", le sale al cruce el Pitufo Fernández, sacando del archivo un histórico 1-1 del equipo del bar. Enseguida buscan al otro culpable: es el Turco Jaraj, señalado sin miramientos. "Yo tenía vocación de futbolista, un gran amor por Central y también una leve incoordinación motriz", admite quien esa tarde peinó una pelota hacia atrás con gran puntería.
Las chicanas van y vienen, mientras el gran tema sobrevuela la charla: el clásico que hoy a nadie le será indiferente. La escena transcurre en el bar El Cairo, en la única mesa que –ideada y construida por Belmondo– desentona con el mobiliario: tiene patas con formas de piernas de mujer, los colores de Central, Newell’s y Central Córdoba y unas cuantas fotos debajo del vidrio. En una se lo ve dominando la pelota a quien le dio popularidad a esta charla de café diaria que ya tiene más de treinta años: el Negro Fontanarrosa. Se trata de la Mesa de los Galanes, un grupo de amigos de ámbitos bien diversos de la ciudad que mantienen el ritual intacto. Algunos se fueron y volvieron, varios ya murieron, pero el espíritu se mantiene inalterable: "Acá se viene a hablar pelotudeces", da la pauta el Turco, el fallido stopper.
Es sábado al mediodía, y pelotean la previa del partido con aires diferentes. Centurión le quita importancia: "Es como si jugara Barcelona contra Acassuso, viste", imposta suficiencia, agrandado por el buen momento de su Central. "Yo te voy a dar una explicación científica: éstos no saben nada", se prepara Chiquito Martorell, referente de Newell’s de la Mesa: "Es casi imposible que les ganemos. Pero las cosas imposibles a veces pasan", se olvida del cientificismo. Él le apunta a Fontanorrosa como autor intelectual de lo que considera una falacia: "Instaló en los medios nacionales que yo era el único hincha de Newell’s de la Mesa". El repaso filiatorio le da cuatro leprosos. Los canallas, termina admitiendo, son más.

Uno de esos cuatro es el Viejo. "Voy a hacer una revelación: yo jugué en Newell’s. de 7 y de 11", precisa. El Pitufo y Centurión se miran y amagan irse, hasta que O’Keeffe abandona su silencio: "En 1314 jugaste, Viejo, andaban con gomeras en tu época". Centurión no se queda atrás, una vez que el Viejo se va: "No jugó por miserable. Si le decían ‘pasame la pelota’, él les contestaba ‘¿¿y vos a mí qué me das??’".
Varios de ellos aparecen en los cuentos de Fontanarrosa. La Mesa de los Galanes se llamó también uno de sus libros, que fue llevado al teatro. Y varios aparecieron en una escena de la película "Cuestión de principios", basada en un cuento fontanarresco que produjo el Pitufo, organizador también de este encuentro con LA NACION. Aquí y ahora, siguen hablando de fútbol, pendientes de Bernardi, el Chacho Coudet, Maxi Rodríguez y Marco Ruben.
"¿Sabés qué pasa?", toma carrera de nuevo Martorell. "A mí me gusta más el fútbol que las mujeres". "Quedate tranquilo, Chiquito", lo cruza el Turco, "a ellas también les gusta más el fútbol que vos".
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