Racing controló su ansiedad, ganó 1 a 0 y se acerca al título
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La ansiedad es un mal que se presenta cuando menos se la espera y cada cual la combate como puede. La cercana posibilidad de vuelta olímpica llenó de ansiedad a Racing y le complicó una tarde que en los papeles pintaba más plácida de lo que finalmente fue, mucho más por falencias propias que por méritos ajenos.
La solución, esta vez, llegó a través de una de esas vías que en nuestro fútbol escasean y por eso mismo se convierten en trascendentes. A los 36 del primer parcial, cuando el líder del campeonato no le encontraba la vuelta al choque y acababa de sufrir el mayor susto de la tarde con la llegada más clara de Estudiantes, Darío Cvitanich demostró que tiene esa virtud tan poco habitual. Ubicado a espaldas de Jara, le ganó la posición en el área Schunke, controló el pase de Domínguez, giró y la cruzó contra el palo derecho del arquero.
#TNTSports | Por este gran gol de Darío Cvitanich, Racing le ganó a Estudiantes y se afianza en lo más alto de la tabla [R] pic.twitter.com/34qIO1HLS6&— TNT Sports LA (@TNTSportsLA) 4 de marzo de 2019
Con eso le bastó a la Academia para ganar tres puntos más y lanzar el festejo por una conquista que ya se palpita. Hambriento de grandes celebraciones y todavía saboreando la euforia por la victoria del domingo pasado, el hincha, el dirigente, el jugador y todo el mundo Racing miró para otro lado en la semana y le restó cualquier trascendencia a la prematura y casi insólita eliminación en Copa Sudamericana, un trofeo que la Academia nunca ganó y lo tenía como uno de los máximos favoritos.
Nadie levantó la voz en el club por la decisión de Coudet de afrontar la revancha ante Corinthians con mayoría absoluta de suplentes, ni antes ni después del encuentro contra el Timao. Y como colofón, el Cilindro se llenó más que en otras tardes. Miles de globos celestes y blancos inundaron el aire en la salida del equipo y, casualmente o no, los cantos redoblaron su fuerza durante el minuto de silencio por el fallecimiento de Franco Macri.
La idea, por supuesto, era meter la máxima presión posible al rival y acompañar el esperado ritmo frenético que suele proponer el puntero de la Superliga. Pero no ocurrió. Estudiantes se sintió cómodo en el arranque, asumió su papel de actor secundario, nunca pretendió disputarle el control de la pelota al local y ni siquiera se preocupó por tapar a Marcelo Díaz para entorpecer el primer pase en ataque.
La idea de Quatrocchi, técnico interino, elemental pero seguramente muy del gusto del "riñón" Pincha, fue cerrar las líneas hacia atrás y poblar el área propia para cortar los caminos hacia su arco. Si se podía, además, partía el pase largo para que Pavone y Albertengo se buscaran la vida de la mejor manera posible. Lo extraño fue que el sistema le funcionó bastante bien durante más de media hora.
Racing necesita correr para ser fiel a su esencia. La presión incesante, los movimientos veloces, los desmarques continuos impregnan los genes del elenco del Chacho pero ya sea porque el exceso de responsabilidad en un choque vital para empezar a abrazarse al título o por la táctica de Estudiantes , casi nada de esto se vio en los 45 iniciales. La Academia se vio obligada al ataque estático y eligió el toque seguro para progresar en el campo.
Con Díaz como bastonero, Zaracho como punzón y los laterales Mena y Saravia lanzados siempre en ataque apretó al Pincha en su campo pero sin encontrar más variantes que los centros laterales producto de corners y tiros libres para mayor gloria de Schunke y Jara.
Prácticamente no había inquietado a Andújar hasta que una ráfaga sacudió el atardecer. Un remate de Manuel Castro se estrelló en la cara interna del poste derecho de Arias, recorrió la raya y se fue al córner por el otro lado a los 34. La hinchada, que acompañaba en silencio el andar paciente aunque desparejo del equipo, entendió que era su momento, el aliento se hizo estruendoso y apenas dos minutos más tarde surgirían Cvitanich y su categoría para destrabar el choque.
El 1-0 fue la llave de la liberación para Racing. El aumento de la confianza hizo incrementar la intensidad en la presión, se tornó más incisiva y profunda la circulación del balón. Empezó a crecer en cada acción la calidad de Matías Zaracho, uno de esos volantes juveniles que, como Exequiel Palaciones, enciende la ilusión y obliga a pensar que no todo está perdido en la mitad de cancha del fútbol argentino.
La chapa parcial completó el combo ideal para el líder. Porque a Estudiantes no le quedó otro más remedio que dar un par de pasos hacia adelante y dejó en evidencia las enormes limitaciones de un equipo que vive momentos sumamente delicados. Salvo por un remate lejano de Albertengo que desvió abajo Arias y un disparo desviado de la Gata Fernández, la carencia de imaginación gobernó los minutos en los que el Pincha dio la sensación de pelear el partido.
Le faltó a Racing la tranquilidad necesaria para liquidar el choque en una contra y no sufrir hasta el último giro del reloj. También en ese aspecto, la ansiedad dice presente, juega su partido y le complica la vida a cualquiera. Por suerte para la Academia, tiene hombres como Cvitanich que con su categoría lo empujan hacia el título
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