Enero de 1990. Marcelo Sessa recuerda que hacía frío, mucho frío al pisar Stuttgart por primera vez en su vida. De Hurlingham a Alemania. Llegó empujado por la desesperación de los que ni se imaginan un futuro. En el 92 le propuso a Estela, su novia que se había quedado esperándolo, que lo acompañara en la aventura. Ella aceptó y voló. Volvieron en el 93 solo para casarse en la Argentina y en 1994 la familia comenzó a echar raíces… en Alemania. Nació Dominic, el primer hijo. Luego, llegarían Nicolás, Kevin y Sofía. Todos nacieron en Stuttgart. Todos tienen triple nacionalidad: alemana, argentina e italiana.
La adaptación costó. Quizá a Estela, porque comenzó a trabajar en una panadería, el permanente contacto con los clientes apresuró el aprendizaje. Nunca abandonaron el español; en la casa de Fellbach, a 7 kilómetros de Stuttgart, se habla español. La vida de los tres varones giró siempre alrededor del fútbol. Para papá Marcelo, el mejor de todos fue Dominic, pero a los 24 años y después de pasar por varios clubes regionales, los estudios son la prioridad. Nicolás, de 22, hasta fue citado alguna vez por la U-18 de Alemania y participó de un torneo en Israel.
Kevin, volante de 18 años, estuvo entre los 9 y los 15 en el club Stuttgart, donde se formó de la mano de Domenico Tedesco, actual DT de Schalke. Hoy juega en un equipo de la segunda división de la Bundesliga, Heidenheim, y acaba de recibir una citación de la Federación alemana para integrar el U-19. El 16 de marzo de este año debutó en primera; usualmente, se entrena con la categoría mayor y juega en las inferiores. La AFA también depositó la mirada en él.
Marcelo, cabeza de la familia, trabajó de todo para sostener a su familia. Pero desde hace 12 años está al frente del mantenimiento de un complejo de canchas indoor. Se volvió un generoso lazo para todos los argentinos que se acercan a Stuttgart, como Emanuel Centurión (ex Vélez), Emiliano Insúa, luego Ascacíbar y más recientemente, Nicolás González (20 años), que llegó esta temporada desde Argentinos. Asados y mateadas ya son religión.
"Si hay que dar una mano, ahí vamos a estar los Sessa porque yo sé muy bien lo que es estar lejos de tu país y sin entender casi nada", cuenta Marcelo, con una pasión por River que le trasladó a todos sus hijos. "Alemania y Argentina son dos mundos distintos. Alemania es estricta, las normas, las reglas y la conducta son más que un estilo de vida, son su cultura", cuenta Marcelo. "Sin disciplina no llegás a nada y eso lo aprendí acá", repite el hombre que hace casi tres décadas buscó refugio en Alemania. Encontró su lugar y creció la familia Sessa. Pero siempre con el corazón apuntando al Sur.
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