Su vida fue para Ferro

Como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio derivado de una insuficiencia hepática, falleció ayer a los 68 años Santiago Leyden, presidente durante tres décadas y figura señera de Ferro Carril Oeste. Su deceso se produjo en el Sanatorio Colegiales, donde estaba internado desde hace un par de semanas. Por pedido de sus familiares, no se realizó velatorio. Los restos de Leyden, que era viudo y tenía cuatro hijos, serán depositados hoy, a las 9.15, en el cementerio de la Chacarita, donde mañana serán cremados.

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Por intensidad afectiva, por variedad de avatares, treinta años significan poco menos que la historia entera de un club. Que Santiago Leyden los haya transitado desde el timón sin que su figura fuera socavada por el ejercicio del poder explica la magnitud de su estatura como dirigente.

Hasta hace poco era habitual ver a don Santiago tomando café en Ferro, charlando con amigos sobre el devenir de una entidad a la que le entregó su vida. “Es el hombre más respetado en la historia del club”, dijo ayer de él un dirigente. No es para menos: en los treinta años en que lo gobernó (entre 1964 y 1993, además de un reciente fugaz período a comienzos de 2000) lo condujo a su esplendor como institución deportiva y como punto de referencia ineludible de actividades sociales.

Bajo su guía, Ferro brilló como nunca en el fútbol profesional, con los títulos en 1982 y 1984, y fue líder en casi todos los deportes a nivel nacional. Su gestión ejemplar lo hizo trascender de su ámbito –fue vicepresidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol– y lo llevó a la función pública: se desempeñó como secretario de Deportes de la Nación entre 1981 y 1982, y de la ciudad de Buenos Aires hace pocos años.

La dura crisis que golpea a Ferro lo desveló y lo hizo sufrir. Quienes estuvieron cerca de él aseguran que esa tristeza también hizo lo suyo en el deterioro de su salud.