La lección de piano
"Es como pagar por una lección de piano”. Sunil Gulati, presidente de la Federación, responde como puede a los cuestionamientos porque Estados Unidos no se clasificó al Mundial de Rusia. Un periodista insiste cuestionando el sistema “Pay to Play”. Es el que obliga a “Pagar para Jugar” a los juveniles que aspiran ingresar en una academia o a un club de élite. Pagar para entrenarse. Para competir. Pagar ropa, viaje y comida. La cifra puede ir de 1500 hasta 12.000 dólares al año. “Imposible que así surjan Maradonas”, escribe un diario. Gulati, que lleva 12 años de gestión y en febrero irá por su cuarto mandato, recuerda que su Federación creó hace ya diez años una veintena de Academias gratuitas. Aún así, defiende el sistema de “Pagar para Jugar”. Y compara: “Es como pagar por una lección de piano”.
Qatar, Luxemburgo, Singapur. Brunei, Irlanda (le queda un repechaje), Kuwait, Noruega, Emiratos Arabes, Suiza (también al repechaje), Hong Kong, Estados Unidos, Arabia Saudita y Holanda. Son, en ese orden, los 13 primeros países con mayor PBI per cápita, según estimaciones del FMI. Ninguno de ellos se clasificó aún a Rusia. Sí lo hizo Islandia, 14° de la lista. Nunca un país de tan poca población jugó un Mundial. El colega Andrés Burgo me cita otra lista: China, India, Estados Unidos, Pakistán e Indonesia. Son los cinco países con más gente. Cerca de la mitad de la población de la Tierra. Tampoco ellos irán a Rusia. El fútbol, se diría hoy, es meritocracia pura. Avanza el que hace más goles, reales o no, como el gol “offshore” de Panamá, un balón que ni siquiera rozó la línea y que empujó la eliminación de los norteamericanos. Estados Unidos es la Coca Cola, socio histórico y eterno de la FIFA, aliado de Mundiales, igual que McDonalds, Visa y Budweiser. Es la superpotencia que será sede central de la Copa de 2026. Perdió en la última fecha ante una modesta selección de Trinidad y Tobago, que venía de ocho derrotas y un empate, su peor racha histórica.
“El fútbol siempre cae bien –escribió una vez el mexicano Juan Villoro– porque Estados Unidos es un eterno principiante”.“¿Trinidad y Tobago? ¿Por qué nos obligaron a enfrentar a dos países?”, se burló el triniteño Daily Express sobre Donald Trump. “Fue el día más feliz de mi vida”, celebró a su vez Jack Warner. Era el triniteño más universal hasta que llegó el FBI. La justicia de Estados Unidos derrumbó a la vieja FIFA. Todo comenzó en la Concacaf que comandaban Warner y Chuck Blazer. Gulati, en cambio, pasó a tener una influencia inédita. “¿Cómo un economista que fue funcionario del Banco Mundial y que da clases en la Universidad de Columbia jamás se dio cuenta de las comisiones que cobraban Warner y Blazer si trabajaba al lado de ambos?”, se preguntó el periodista británico Andrew Jennings. Hijo de un matemático indio, Gulati llegó a Estados Unidos a los dos años. A los 12, ya dirigía equipos infantiles. En enero pasado, ya poderoso en la FIFA, no tuvo cómo eludir un partido entre dirigentes y ex jugadores. Quería evitar papelones y hasta pidió consejo sobre qué botines debía comprarse. Su equipo quedó segundo entre cuatro. Ganó el de Diego Maradona y del presidente Gianni Infantino.
La no clasificación a Rusia no sólo provocó el inmediato cese del DT Bruce Arena. Muchos piden la salida de Gulati. En su gestión, la MLS subió a 22 clubes-franquicia. La Federación tiene un presupuesto de 100 millones de dólares y 130 empleados. Estados Unidos es el país con más practicantes después de China. Los aficionados adultos, según Sports Illustrated, crecieron en los últimos seis años de 59 a 79 millones. La selección femenina suma tres Mundiales y cuatro oros olímpicos. Pero los varones, presentes en todos los Mundiales desde 1990, quedaron afuera de Rusia. Cuando no se clasificaron a México 86, “la mayoría –como ironizó un crítico– creía que el ‘soccer’ era algo así como una gimnasia rítmica que se jugaba en países que jamás habían escuchado a Bruce Springteen”. La ausencia en Rusia, en cambio, es considerada “uno de los mayores fracasos en la historia del deporte de Estados Unidos”.
No es que “todo un país quedó derrumbado”, como dramatizó Omar González, autor de gol en contra ante Trinidad y Tobago. Pero Fox y Telemundo, que pagaron 1000 millones de dólares por los Mundiales 2018 y 2022, recalculan sus números. Y la prensa descubre ahora inesperados puntos débiles. Que el modelo “Pagar para Jugar”, excluye a cientos de jóvenes que están afuera del sistema y ha creado una generación de jugadores blancos de “country”, disciplinados, pero sin “hambre” y poco imaginativos. “No sé cómo se organiza la desorganización”, graficó Gulati. Acaso su Liga, celosa de proteger a los inversionistas, debería implantar el sistema de ascensos y descensos, como hace el resto del mundo. Porque perder forma parte del deporte. Y porque Trump podrá dejar la Unesco, pero no la FIFA. El fútbol, tal vez, sea algo más que una lección de piano.
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