Miles de personas se reunieron para despedir a Muhammad Ali

LOUISVILLE, Estados Unidos.- Tantas cosas modificó, a su manera y a su estilo, Muhammad Ali, en su paso por la vida, que hasta se dio el gusto de convertir su funeral en un episodio grandioso, donde la devoción, el orgullo, la magnitud y la festividad por su obra en este mundo, sepultaron por completo el llanto, el drama y el dolor que acompañan el último acto de un ser querido.

Él pudo lograrlo, cual si fuese un "cuadro de actuación" en uno de sus inolvidables clásicos del ring. Jamás, en la historia un habitante se despidió de la Tierra como lo hizo "el más grande".

Gran parte de los 700.000 habitantes de su Louisville natal salieron a vivar a un líder que parecía orientarlos desde el Cadillac que portaba sus restos, agigantando su imagen suprema, en una procesión a corazón abierto, con una fidelidad que no expirarará jamás, y carruajes acorazados que semejaban a sus rivales de oro: Joe Frazier, Oscar Bonavena, Ken Norton, George Foreman, Leon Spinks, Larry Holmes y Henry Cooper, bajo los helicópteros de seguridad, guardianes del héroe.

Fue una despedida única que llevó a cualquier mente testigo del hecho a pensar cómo había sido el último adiós de Abraham Lincoln, John Lennon, Gandhi, Michael Jackson, la Madre Teresa o Elvis Presley. Y nos volvimos a preguntar: ¿qué implica, para un ser humano, ser posesión de las masas y parte espiritual de sus vidas? Todo eso pasó en la procesión de Ali.

Las escenas pasionales y sentidas se repitieron de Norte o Sur. Tierra blanca o tierra negra. Los niños, de la mano de sus padres y abuelos, comprendieron también que en la vida real hay héroes de carne y hueso a los que se puede tocar y por los que se puede llorar. Héroes de contornos diferentes de los de Superman, Batman y el Hombre Araña.ß

En un silencio audible y con un análisis profundo de cada palabra de los oradores, rodeados por flores blancas, hubo sensaciones únicas y excepcionales en el responso de Ali.

La ceremonia se abrió con el recitado del Corán por Hamzan Abdul Malic, que dio paso a representantes de varias religiones: el reverendo Kevin Cosby, pastor de la iglesia Stephen de Lousville; el senador republicano de Utah Orrin Hatch, mormón; Henry Kriedgel, sacerdote de la Iglesia Católica, de San Patricio; Timothy Gianotti, teólogo islámico y consejero de la familia Ali, y el rabino Michael Lerner, que fue uno de los más ovacionados tras señalar: "En los años sesentas ambos fuimos presionados y perseguidos. Se negó a una guerra inmoral y todos nos unimos. No importaba ser judío o ser musulmán".

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no asistió, pues acompañó a su hija Maila en su graduación de colegio secundario en Washington. Sí estuvo su asistente Valeria Harred, que comentó: "Siempre el presidente corrobora sus frases célebres diciendo: «Esto fue dicho por Muhammad Ali»" .

Lonnie, su cuarta y última esposa, recibió el amor de todos, al igual que sus hijas Maryam y Rasheda. Mike Tyson y Lennox Lewis, ex rivales mundialistas, también presenciaron el agasajo al gran campeón. Y el comediante Billy Cristal cambió el clima nostálgico por sonrisas con un sinfín de anécdotas vividas con Ali: "Siendo yo un desconocido, permitió que lo imitara en sus agasajos", contó.

Las últimas palabras estuvieron a cargo del ex presidente Bill Clinton. "Ali supo desde pequeño lo que quería. Ser libre y liberar a su gente. En la última parte de su vida perfeccionó las virtudes ocultas que le permitieron sobrevivir, con su mente y su corazón, al encarcelamiento del Parkinson, superior en tiempo al de su gran amigo Nelson Mandela", reflexionó.

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