Valentín Perrone: de viajar a las pistas en una furgoneta a correr a 250 km/h y soñar con llegar al MotoGP
“Coyote” nació en España pero compite bajo la bandera argentina; en 2026 cumplirá su segunda temporada en Moto3
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Nació en Barcelona, vive en Vilanová i la Geltrú y dos veces visitó la Argentina, pero las costumbres criollas envuelven a Valentín Perrone. El 28 de diciembre cumplirá 18 años, y una década y media atrás empezó el idilio con las motos. En 2026 cumplirá el segundo calendario en el equipo Red Bull KTM Tech3, que en septiembre pasado fue comprado por un grupo inversor que lidera Guenther Steiner, el italiano que dirigió la escudería Haas de Fórmula 1 entre 2016 y 2024. “Nadie sabe por qué salí motero: a mi papá le gustan los autos y nadie de mi familia incursionó en la competencia de motos deportivas”, relata quien cumplió, bajo bandera argentina, el reto de terminar en el top ten el campeonato en su temporada de rookie.
El mate, el asado, las empanadas, ver fútbol de la Liga Profesional –es hincha de River y estuvo en el Monumental en el triunfo sobre Atlético Tucumán por el torneo Apertura– antes que un partido de la liga de España son tradiciones que se conservan en la familia Perrone, que se instaló en España, aunque el primer destino de Marcelo –trabajador electromecánico que se marchó de Argentina durante la crisis de 2001– fue Alemania. Ahí conoció a Ruth, con quien tuvo dos hijos: Valentín e Inés.
En marzo de este año, el joven piloto desembarcó por primera vez en el país al que representa: el Gran Premio de la República Argentina, que se despidió de la sede de Termas de Río Hondo, fue el motivo. Regresó en los primeros días de diciembre y se instaló en Buenos Aires, aunque la estadía fue corta: el regreso a España y un nuevo vuelo, con destino a Estados Unidos para entrenarse en un campus de California, formaron parte de la actividad que desarrolla antes de compartir las fiestas en familia. “Terminó el calendario de carreras, pero el año sigue siendo movidito y 2026 empezará de la misma manera: iremos a Malasia en enero para continuar con la pretemporada, que finalizará en Austria, donde nos entrenaremos en un lugar que es propiedad de Red Bull”, explica Perrone a LA NACION en una charla en el centro porteño.

“Creo que fue una temporada muy positiva, con momentos muy buenos y otros complicados, pero de mucho aprendizaje. En las primeras carreras me costó mucho; me caí en las tres primeras. Ese fue un punto complicado. Mejoramos a partir de la formación sobre la moto, porque era algo nuevo, totalmente diferente a lo que acostumbraba. Después del parón de verano, en Austria, sentí el cambio: era fluir, bailar con la moto, me salió todo de modo natural, casi sin tener que pensarlo... Era como si hubiera descubierto todos los secretos de la moto. Empezamos a pelear por podios y en Hungría quedé a ¡18 milésimas de la victoria! Una semana antes hice la pole, en Austria”, señala, antes de que el entusiasmo de las palabras se apague, como sucedió con la espectacular caída en Indonesia tras un accidente con Luca Lunetta en la sprint race. El hispano-argentino estuvo inconsciente y fue hospitalizado; por precaución no se le permitió participar en el gran premio.
“Eso me hizo perder confianza, porque fue el palo más grande que protagonicé. Una caída grande. Costó regresar, diría que muchísimo. En la carrera en Australia, de la tensión daba dos vueltas y me dolía el cuello, no podía pilotar a gusto. Recién en las dos últimas fechas, en Portugal y en Valencia, pudimos regenerar la confianza, volver a ser rápidos, y aunque el resultado de un triunfo no llegó, conseguimos el objetivo de terminar en el top 10 en el campeonato”, analiza los momentos menos felices del curso.
También en Argentina se accidentó, en el último giro, cuando peleaba por posiciones de puntos. ¿El saldo? Un esguince del tobillo izquierdo, dolor que quedó oculto por el respaldo de los fanáticos. “El apoyo que tuve fue increíble y no solo en la pista. De la nada, sumé ocho mil seguidores en Instagram y los mensajes me acompañan en todas las carreras”, resalta.
Los incidentes, las caídas, enseñan cómo trabaja la cabeza de los pilotos de motociclismo. “Primero se corre por la moto para subirse nuevamente; después uno analiza su estado físico. Cuando me desperté en Indonesia después de perder el conocimiento, lo primero que pregunté en el hospital era si podía correr al día siguiente, si podía subirme de nuevo a la moto. Y estaba con la cara toda marcada. De todas formas, necesité el apoyo del psicólogo, que me ayudó a reencontrar la confianza. El sistema nervioso detecta que no tenés miedo, pero luego el cuerpo no responde arriba de la moto”, declara con una sonrisa quien como única lesión de consideración tiene una fractura del pulgar derecho.
La seguridad es una materia en la que avanzan constantemente MotoGP y la Federación Internacional de Motociclismo (FIM). “Cada tres o cuatro carreras hay reuniones de pilotos con la gente de la FIM y nos explican si hay alguna normativa nueva, si tenemos dudas de algo que se implementará o algo que está en marcha pero que no quedó claro para algunos pilotos. Los de Moto3 no tenemos tanta participación, pero estamos representados por los de MotoGP, que son los que velan por la seguridad de todos. La evolución de los elementos es fantástica: los monos tienen refuerzo de kevlar y protecciones en codos, hombros y rodillas. Airbags que se inflan en milisegundos con sensores que detectan una caída, protegiendo cuello, pecho y espalda. Los cascos están diseñados para absorber impactos y las botas también evolucionaron, con mecanismos y carcasas de protección para tobillos y talón; también son resistentes al calor. Los guantes, lo mismo”, resalta Perrone.
El campeonato de Moto3 ofrece grandes espectáculos, con múltiples favoritos a la victoria. Las batallas en la pista son entre varios pilotos y ante el mínimo error uno pierde muchas posiciones, que difícilmente recupera. “Hay que intentar ser perfecto arriba de la moto y también abajo. Porque en una categoría tan competitiva, como lo es Moto3, con 30 pilotos en niveles muy parecidos y en la que la diferencia entre el primero y el último es a veces de un segundo, todos los detalles cuentan: la alimentación, descansar, entrenarse con intensidad... Te desconcentraste, cometiste un error y quedás detrás del puesto 20. La cosa pequeña puede hacer que el fin de semana cuente o sea una frustración”, analiza quien mantuvo una breve charla con Steiner: “No sé cómo es su función. Yo trabajo con mi técnico, mi telemétrico, mis mecánicos, y desde ahí no sé nada más. En lo que pasa por fuera no me involucro”.
La operación de compra de la escudería se hizo por alrededor de 20 millones de euros y fue facilitada por Apex, un fondo que gestiona el capital de varios deportistas de alto perfil, entre ellos, el reciente campeón mundial de Fórmula 1, Lando Norris. “No es un deporte barato y lo ideal para empezar es tener amigos que puedan darte la primera moto. Pero después, cada vez que vas subiendo de categoría los costos van encareciéndose”, expone quien se inició en minimoto, escaló a 110 centímetros cúbicos y luego a 140 cm3, antes de llegar a Moto4 en el campeonato español, una categoría para la que se requiere alrededor de 100 mil dólares de presupuesto. Perrone no tenía ese dinero y participó en la Pre Moto3 y más tarde en la European Talent Cup. La Red Bull MotoGP Rookies Cup, en la que fue seleccionado entre 150 chicos, resultó el espaldarazo: dos victorias –en Mugello y Misano– y seis podios lo empujaron a ser tercero en el certamen.
“Mi primer apoyo fue de mi padre. También trabajé con Chico Lorenzo, el padre de Jorge [quíntuple campeón mundial]. Íbamos con lo que podíamos en una furgoneta de muchos años y kilómetros. No sabíamos ni cómo llegábamos a cada circuito, tras 12 horas de viaje. Nuestras vacaciones eran los fines de semana: viajar y tirarnos en el circuito para que yo compitiera. Era una aventura, como ir de campamento. Son momentos que recuerdo con muchísimo agrado, porque fueron el comienzo del porqué estoy ahora en Moto3. El comienzo del sueño”, evoca con una sonrisa aquel comienzo, mientras el sueño del MotoGP sigue su curso.
La dramática definición en Hungría
“En 2026 tenemos que ser competitivos e intentar ir por el título, porque si estamos adelante será posible dar el salto a Moto2. Es una diferencia importante: las motos tienen mucha más potencia y más peso. El manejo es diferente y, una vez que llegás, tenés dos o tres años, a lo sumo, para llegar a MotoGP. Hay que tener mucha suerte para permanecer durante varios años en Moto2. Además, las nuevas camadas vienen empujando y los equipos eligen dar oportunidades a los rookies. Estar en MotoGP es el sueño de todo piloto, pero lo mejor es disfrutar el camino. Sé que haciendo las cosas bien, se llega, pero siempre teniendo presente el ahora y el momento”, explica “Coyote” (apodo que le puso su padre), que tiene como referente al último monarca, Marc Márquez.
El Nº 73 de la moto no es antojadizo. Se trata de un guiño a Marcelo, que nació en 1973. Es el hombre que trabajaba más de 12 horas para que Valentín pudiera competir y al que ahora su Coyote le rinde homenaje también representándolo con la bandera argentina.
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