Nostalgia a la cubana

MAR DEL PLATA.– Juegue donde juegue, Ihosvany Hernández siempre lo hace como visitante. O, al menos, lo es desde hace nueve años, cuando realizó la jugada más difícil de su vida. Fue en Amberes, en pleno fin de año de 2001. El seleccionado cubano de voleibol, del que fue capitán siete años y en el que jugó 12 temporadas, llegó a Bélgica tras haber dejado Cuba el 23 de diciembre. En pleno torneo, su compañero Ángel Dennis dejó la concentración, motivado por ciertos manejos de la federación. "Van a tomar represalias con todos", pensaron, y gran parte del equipo eligió el mismo camino. Nunca más volvió a ver a sus hijos. "Ahora soy un inmigrante sin acceso a mi propio país", le cuenta a La Nacion. Y da lugar a unos ojos que se llenan de humedad. Son lágrimas de añoranza.

Hernández, considerado uno de los mejores centrales de la historia de su país, tiene en Buenos Aires Unidos, uno de los equipos participantes del Súper 8 de la Aclav, su primera experiencia en la Argentina. "Creo que es positiva y tenemos un equipo para apuntar al título", se ilusiona, y hasta se anima a opinar de la paridad que existe en la actualidad: "No conocí las Ligas anteriores. Sólo sé que Bolívar ganó el torneo cuatro años seguidos y ahora es todo mucho más parejo, porque no se nota tanto la diferencia entre los planteles".

Con 38 años, desde sus 2,06 metros cree que su experiencia les puede servir a propios y a extraños. "No sólo los chicos de Buenos Aires pueden tomar todo lo que sé, sino que también chicos de otros planteles. Es importante que vean el temperamento que uno tiene en la cancha en cada partido", dice. "Uno nunca deja de aprender, aunque con tantos partidos jugados ya sé cómo comportarme en cada momento", añade en una charla en la que su sonrisa y su calidez caribeña se entremezclan con el recuerdo de una familia con la que no tiene contacto cara a cara desde hace nueve años.

"No puedo volver a Cuba. Pero la familia está bien. Nos escribimos, nos llamamos por teléfono, los ayudo económicamente. Yo siempre los ayudé para que puedan estar más tranquilos", comenta sobre sus seres queridos.

Con tantos años de competencia sobre su espalda, sabe que el final está cada vez más cerca. "Para mí, cada partido es el último, cada entrenamiento es el último. Juego desde los 12 años y siento a cada paso que estoy de más en el deporte. Me dio todo. Gracias al voleibol tengo educación, familia, dinero, amigos. Voy a seguir jugando mientras tenga fuerza, deseo y me siga divirtiendo dentro de la cancha", comenta.

Igual, aclara que ya piensa en el después, en el momento en el que se sienta un ex jugador. "Pienso continuar ligado al voleibol. Quisiera dejarles mi experiencia a los más jóvenes. Yo tengo la residencia en España, y junto con unos compañeros vamos a armar allá un proyecto que se va a llamar A lo Cubano Voley. Será un campus, con la idea de ir insertando jugadores, aportarles las experiencias de nuestro paso por el equipo nacional y que puedan llegar sin problemas a las grandes ligas. El voleibol cambió y los jóvenes tienen mucha posibilidad de jugar bien y alargar la carrera deportiva, y por eso queremos trabajar con la base", relata.

Su contrato con el proyecto con base en Mar del Plata es por un año. Se siente cómodo, pero no sabe si seguirá en el equipo. "Depende mucho de lo que pase de acá al final del torneo", analiza. Aunque dice estar bien dentro de la cultura argentina. Su paso por Europa, donde jugó en Italia, Turquía, Polonia y Rumania, le costó mucho por el idioma y los diferentes estilos de vida. "Estando acá he vuelto a recuperar lo que me faltó en los últimos ocho años. Por eso me gustaría continuar", sostiene Hernández. ¿Qué extraña de Cuba? "Todo", responde sin pensarlo. Y agrega: "Dejé mi familia, mis hijos y hace nueve años que no los veo. Me pongo a hablar de Cuba y me recuerda muchas cosas que viví y me hace mal". Tiene tres hijos, un varón y una nena de su primer matrimonio, en Cuba, y un bebe que está con él en la Argentina, junto con su nueva mujer.

Cree, desde lo más profundo, que el pueblo cubano espera un cambio. "Para abrir los ojos", se ilusiona. "Siempre ayudamos a los que menos tienen, pero tenemos que relacionarnos más con países desarrollados, para crecer", opina respecto del futuro de sus compatriotas. Pese a un escape que lo dejó sin lugar en la isla, el central reconoce los logros de la Revolución. "El cubano que haya nacido en Cuba y no apoye la educación, la salud o la asistencia social que se logró es un hipócrita o no tiene memoria", marca en forma terminante, desde Mar del Plata, donde Buenos Aires Unidos es local y él es, según reconoce, un poco menos visitante.

En Italia, jugó con un permiso especial

Durante 1999 y 2000, Hernández jugó en la Liga italiana junto a compañeros de la selección cubana, por un acuerdo del gobierno de Fidel Castro con los clubes europeos. La alianza les sirvió desde lo deportivo, pero Cuba se quedaba con el 95% de sus contratos y allí empezó el descontento que terminó en el exilio masivo de 2001.

Por Javier Saúl

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