Oliva, el campeón que escribió su historia con argentinos
Su destino deportivo, en los momentos clave, estuvo asociado con la Argentina: le ganó la corona mundial de los welters juniors a Ubaldo Sacco , el 15 de marzo de 1986, en Montecarlo; lo perdió ante Juan Martín " Látigo" Coggi el 4 de julio de 1987 en Sicilia. Hoy, a los 42 años , el italiano Patrizio Oliva está en Buenos Aires como técnico de los equipos amateurs de su país, que desde el viernes próximo intervendrán en el X Campeonato Mundial Sub 19, que se realizará en el Cenard, Crisólogo Larralde 1050. Su figura ya no es la de antes. El tiempo pasa para todos y Oliva no es la excepción. Atrás quedaron los 63,500 kg que lució a lo largo de su extensa carrera, con 59 combates , de los cuales ganó 57 -20 antes del límite- y 2 derrotas ; una trayectoria que comenzó hace 28 años con su exitoso debut como profesional ante Nelson Gómez.
"Me ofrecieron dirigir a los chicos amateurs un mes antes de los Juegos Olímpicos de Atlanta ´96 y dije que sí. Claro que mi trabajo se comenzó a ver en 1997. Desde aquel momento hasta hoy el equipo ganó muchas medallas en torneos europeos e internacionales. De a poco, Italia comenzó a figurar en los rankings mundiales de boxeo amateur", comentó el ex campeón cuando el domingo se hacía noche en Buenos Aires, tras el regreso de una recorrida con los chicos por Olivos. Es la primera vez que Oliva visita la Argentina y, aunque todavía no salió demasiado del hotel del Círculo Militar de Olivos, donde está concentrado el equipo, admite que Buenos Aires lo cautivó. Y vuelve al boxeo, su pasión.
"Antes de asumir como técnico trabajé durante cuatro años con una idea: darle otro enfoque a la actividad. Por ejemplo, que la gente entienda que no es un deporte tan peligroso como la mayoría supone; que no es una actividad exclusiva de las clases bajas."
Oliva nació en Nápoles el 28 de enero de 1959 y se crió en una familia humilde en la que jamás sobró el dinero. "Ni a mis seis hermanos ni a mí nos faltó nunca nada, pero para eso mi padre tenía que trabajar duro, día tras día."
Cuando revive sus comienzos en el boxeo, Oliva no se olvida de su hermano mayor, Mario, que lo introdujo en el mundo de los puños. "A los 7 años, Mario, que ya boxeaba, me enseño a pararme y a pegar. Un día, él les dijo a mis padres: éste va a ser campeón mundial. Una de las cosas que más me quedaron de aquellos años fueron los consejos de mi padre: vos tenés que ser campeón olímpico, eso es para todo la vida. En el profesionalismo una vez que dejaste de ser el campeón nadie te recuerda." De pronto, los ojos verdes de Oliva brillaron más que nunca cuando rememoró la conquista del título mundial ante Uby Sacco , que murió el 28 de mayo del año último, en Mar del Plata, tras una vida tumultuosa. "Esa victoria me cambió la vida, ya que no sólo le había ganado a un buen boxeador sino que les demostré a mis compatriotas que yo estaba para ser campeón mundial; y la verdad, hasta ese momento pocos creían en mí." Y sigue... "Perder la corona, en aquel 4 de julio de 1987, por KOT en el tercer asalto, fue un dolor muy grande para mí. Pero en el fondo tuve una satisfacción: dejársela a un señor como Coggi. El no sólo fue un gran campeón sino que además es un gran hombre. Desde aquel momento me convertí en su mayor admirador."
Para Oliva, el combate con Coggi no fue algo sencillo; detrás de esa pelea existió una historia muy particular que mucho tuvo que ver con la derrota. "Después de mi segunda defensa ante el mexicano Rodolfo González -contó-, yo quería dejar el boxeo; no tenía ni ganas de ir al gimnasio. Pero 15 días más tarde de mi determinación, sonó el teléfono de mi casa y mi representante, Agostino Rocco, me dijo: volvé a entrenarte que tenés una pelea con Héctor Macho Camacho, en los Estados Unidos; tu bolsa será de un millón de dólares. Cuando empecé a entrenarme me avisaron que habían parado todo porque el manager de Camacho no quería que peleara conmigo, por temor. Enseguida me dijeron que, si quería, podía pelear con un tal Coggi. Y yo no tenía nada que perder. Estaba tan poco motivado para ese combate que antes de subir al ring me quedé dormido en el vestuario", confesó el italiano.
Ahora, once años después de aquel combate, Patrizio Oliva está en la Argentina con los chicos italianos que pretenden emularlo. "Yo quiero que mis chicos puedan demostrar todo lo que saben; no me importa si ellos ganan una medalla o no; lo que sí quiero es que cada vez que ellos pisen un ring lo hagan con la cabeza alta y sabiendo lo que hacen, como lo hice yo. Así serán felices, tanto como yo."
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