¡Campeonas de Palermo! Las chicas de El Overo se consagraron frente a La Dolfina Brava e hicieron historia

El blanco y el negro se volvieron a enfrentar en una final de polo. No fueron Ellerstina y La Dolfina, que suelen enfrentarse con sus equipos de hombres: se presentaron El Overo UAE y La Dolfina Brava, las dos mejores organizaciones del polo femenino. La cancha 2 de Palermo fue el escenario para disputar la reñida final del Abierto de Palermo femenino. La tercera edición del campeonato tomó color y empuje por intermedio de sus protagonistas que mostraron un juego de alto vuelo y una actitud descomunal. El resultado final marcó 10-5 a favor de El Overo.

Lía Salvo fue la figura y goleadora del encuentro, con cinco tantos. Mientras que Clara Cassino se llevó el premio al Fair Play. El torneo de Palermo femenino, una iniciativa de la Asociación Argentina de Polo para el desarrollo del deporte, tiene una particularidad: se disputa en uno de los predios que la AAP tiene en Open Door, Luján, y solo la final se juega en el histórico predio porteño. Una motivación extra para las ocho jugadoras que se ganaron el derecho para la disputa.

El equipo de La Dolfina Brava luchó hasta el final. Era el campeón defensor, y no quería dejar pasar la posibilidad de alzar su tercer título. Por eso pensó y planteó un juego de ataque sostenido en la defensa. Las jugadoras entendían lo que debían hacer, se conocen desde sus comienzos, pero el cerrado manejo de juego que propuso su rival no les permitió tener el desarrollo deseado. Además debieron aprender a suplir la falta de su jugadora estrella con 10 goles de handicap, Nina Clarkin, de Inglaterra, ausente por embarazo.

Querían esa tercera copa y nunca se dieron por vencidas a pesar de ir siempre debajo en el marcador. Mía Cambiaso (7), Milagros Fernández Araujo (7), Candelaria Fernández Araujo (8) y Milagros Sánchez (7) disputaron una reñida final que terminó siendo jugada por el amor por la camiseta. "Vamos chicas, no nos pongamos de mal humor, que esta final la tenemos que ganar", exclamó Mía, la hija de Adolfo, la máxima estrella de este deporte.

Del otro lado se paró firme El Overo. El equipo capitaneado por Lía Salvo (9) tenía entre ceja y ceja levantar la copa. Ya se le habían escurrido de sus manos las últimas dos finales -2017, representando a Ellerstina, fue derrota por 7-6 y en 2018, con El Overo, perdieron la final por 8-9- y esta edición no querían vivir ese mismo final. Por eso hicieron foco en el sistema de juego, en los relevos dentro de la cancha y en la unión de grupo. "Jugar con amigas es inigualable, es algo que veníamos soñando y por fin lo logramos", señaló Salvo tras la consagración. "Es un sueño hecho realidad, algo que queríamos hace mucho. Sólo queda agradecer".

Ninguna de las jugadoras quería ocultar su felicidad. Tampoco sus familiares y amigos que llegaban en oleadas al palenque negro para festejar. Eran sonrisas, abrazos, saltos entre las compañeras. Clara Cassino (7), Milly Hine (4),y Hazel Jackson Gaona (10) completaron el cuarteto. Hine, de Holanda, es la nueva integrante del equipo, en reemplazo Sarah Wiseman. Este equipo de amigas se quitó la espina de las finales perdidas y festejó en Palermo. "Uno puede estar mejor montado o haber llegado al partido final con mejores resultados, pero jugar en Palermo es un partido aparte. Hay que estar este día, a esta hora y jugar para ganar", apuntó Salvo, mientras llevaba en andas a su hijo y abrazaba a su marido.

Fue un sube y baja de emociones. Mientras que de un lado estuvo parado Milo Fernández Araujo, el coach de La Dolfina Brava, del otro las palabras motivadoras llegaron de la voz de Jacinto Croto, y por debajo las de Lucas Monteverde, asistente del equipo.

Fernández Araujo, nunca les quitó la mirada de encima, quería tanto este título las motivó, las pinchó donde más les dolía en busca de la reacción. Gestionó el cambio de caballos, estuvo calmo y pensativo y ante la llegada de Adolfo Cambiaso, intercambió palabras y conceptos que ayudaran a encaminar al equipo.

Desde el otro córner fue un ir y venir de caballos, gritos y alientos. Los petiseros alentaban a los caballos antes de salir a la acción. Los entrenadores y ayudantes, desde el balcón del palenque, estudiaban al rival y ayudaban a sus jugadoras con los cambios de marcas. La victoria se sentía en el aire, y en lo más íntimo de sus entrañas comenzaban a sentirla.

"Fue un partido durísimo, ellas tienen una organización muy buena y sabíamos que íbamos a tener que estar muy concentradas. Salimos a la cancha a ganarlo, confiamos mucho en nuestro trabajo. Hubo cambios y hoy somos un equipo más consolidado, con más dinámica, nos entendemos mejor en la cancha y con un funcionamiento nuevo que estamos aceitando. El nuevo entrenador, Jacinto, es admirable lo que sabe y lo que nos enseñó. Nos trajo un nuevo sistema de juego y eso nos hizo hacer un click espectacular", resumió Cassino, que llevó en su espalda la camiseta 1 y la difícil tarea de marcar a Cambiaso. Ya eran campeonas de Palermo.