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Emoción pura. El agradecimiento de Pedrito Heguy a quienes rezaron por él tras su accidente y el reencuentro con los abuelos
A 133 días de la caída de un caballo en La Pampa, el hijo del Ruso, de 11 años, sigue con la rehabilitación. Cómo son sus jornadas, la próxima operación y el acompañamiento familiar
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Son jornadas frías por la zona de Pilar, pero sobra calor humano. Las emociones se suceden. Han transcurrido 133 días desde aquel viernes en el que el corazón de los Heguy, una de las emblemáticas familias del polo y el deporte argentino, se paralizó y le dio paso a la angustia. Hoy, las sensaciones son distintas. Eduardo “Ruso” Heguy, un gran campeón, un duro en sus tiempos dentro de la cancha, pero esencialmente hombre de familia fuera de ella, agradece cada día “por tenerlo”. Una y otra vez admite, privadamente, que “pudimos perderlo para siempre”.
Pedrito Heguy, uno de sus cuatro hijos, de 11 años (cumplirá los 12 en unos meses, el 28 de octubre) está a su lado este viernes, sentado en un sillón. Pasó la segunda jornada del US Open de golf, desde Torrey Pines, y se está consumando la victoria de Chile frente a Bolivia por 1-0, por la Copa América. Más tarde llegará el clásico rioplatense, con Lionel Messi y Luis Suárez frente a frente y la victoria argentina. Disfrutan el momento, del mismo modo que cuando en el jardín arman partidos amistosos con los taquitos de polo, pelota de tenis y dos arquitos que tienen conos de plásticos como postes. Porque quien lo imagine en estos tiempos invernales a Pedro metido en la casa y a pura TV, laptop o celular, se equivoca. “Anda más en movimento, sale, va y viene. Y es muy prolijo. Siempre con su casquito protector”, cuenta el Ruso, cuádruple campeón del Abierto de Palermo con Indios Chapaleufú II, hoy con 55 años. Cerca suyo, siempre, Paz Manau, su compañera inseparable y con quien llevan transitados estos cuatro meses y fracción en todos los estadíos imaginables. De la angustia a la ilusión; de la incertidumbre a las certezas. Hoy, más propensos a las sonrisas. Gestuales y del alma.
Aquel viernes 5 de febrero, mientras jugaba un torneo de polo familiar en el Club Chapaleufú, en Intendente Alvear, La Pampa, Pedrito sufrió una caída durísima. De las más peligrosas, cuando el jinete no puede desprenderse de los estribos y caer lejos del caballo, sino que impacta con mayor fuerza contra el piso, en forma de latigazo. Fue llevado de urgencia a distintos centros asistenciales: en el pueblo, luego a General Pico y finalmente a Santa Rosa. Los primeros días fueron críticos, operación cerebral incluida para descomprimir. Tuvo fracturas óseas en la base del cráneo y permaneció en coma farmacológico durante más de una semana, hasta que pudo ser trasladado en un avión sanitario al hospital Austral, en Pilar. Y tiempo más tarde, en una segunda etapa de la rehabilitación, al Fleni Escobar. Hasta que se concretó el ansiado regreso a casa, el 1° de mayo, luego de 84 días del accidente.
En el medio, cadenas de oración diarias, normalmente a las 23. La rutina de los padres, modificada por completo, divididos entre el acompañamiento a Pedro y el cuidado de los otros tres hijos: Cruz (17 años), Pampa (15) y Luján (9). Amigos, allegados, colegas del deporte, acompañaron de sol a sol, así como llegaron mensajes de solidaridad desde varios puntos del mundo. “La energía que nos llega de todos lados es maravillosa”, repetía una y otra vez el Ruso. Sin ocultar, en varias ocasiones, su emoción.
Fueron surgiendo paulatinamente buenas señales y a circular las primeras fotos y videos de Pedrito. “Acá estamos, acompañando a este guerrero”, dijo una vez Eduardo. La alegría sacudió el ambiente con esa vuelta a casa, a su pieza, a su hábitat; a reunirse otra vez con su perrito. Sin olvidar los llamados constantes a sus abuelos, el legendario Alberto Pedro Heguy (17 veces campeón del Argentino Abierto con el mítico equipo de Coronel Suárez), y Silvia Molinari, que siguen en La Pampa, ya vacunados contra el Covid, pero manteniendo los cuidados en estos tiempos de pandemia en un país con muchas limitaciones sanitarias incomprensibles.
En el último mes y medio desde que volvió a su casa, Pedrito hasta se dio el gusto de ensayar unos tiros de golf, pero sus rutinas diarias están más bien lejos de lo lúdico. Kinesiología, terapia, sesiones de fonoaudiología. Utiliza el casco protector en todo momento por precaución. “Sólo lo se quita para dormir”, apunta Eduardo. “Va bien gracias a Dios. Mucho mejor de lo que nos imaginamos. Paso a paso. Ahora falta la última operación”, agrega.
El saludo del Ruso y de Pedrito Heguy
El Ruso postea en las redes un video muy especial. Hace varias semanas que no contaba a sus seguidores de Instagram cómo marchaba la evolución de su hijo. Y de pronto, en este nuevo video aparece Pedro... “Muchas gracias, yo ya estoy perfecto. Muchas gracias a todos los que rezaron por mi. Ya estoy perfecto y sólo falta una operación, que es la del hueso”, dice, tocándose la zona derecha de la cabeza. Hace referencia a la zona que fue intervenida tras las primeras horas del accidente para descomprimir la presión. En dos o tres semanas, dependiendo de las condiciones sanitarias en general, le será colocada una prótesis plástica en el sector, que es la parte final a nivel quirúrgico del proceso de recuperación que diagramó el equipo médico que lo atiende, encabezado por el neurocirujano Roberto de Rosa y el terapista Silvio Torres, del Austral.
Sabe Pedrito todo lo que le pasó en estos cuatro meses y medio. Muchas cosas no las recuerda, algo que los médicos sostienen como “positivo”. Pero igualmente el Ruso le fue contando todo, mostrándole inclusivo algunas imágenes del día a día. Y videos, como aquel saludo que le envió al abuelo Alberto Pedro pidiéndole que le prepare “sus fucking caballos”.
¿Los abuelos? Ese fue otro de los momentos más emotivos de todo este tiempo. Una vez que Pedrito estuvo de regreso en el hogar, se empezó a programar el viaje desde La Pampa. Encontrar los tiempos para el reencuentro. Y se dio. Estuvieron tres días en la casa de otro de sus hijos campeones, Pepe Heguy, disfrutando del nieto. Después de haber seguido hora a hora en el comienzo de la angustiante historia, y luego día a día, hasta saber que evolucionaba dentro de los parámetros esperados; una vez que pudieron escucharlo y verlo nuevamente despierto a través de los videos de WhatsApp, Alberto Pedro y Silvia volvieron a compartir sonrisas y anécdotas con Pedrito. Sacándose fotos, comiendo, saliendo al jardín. Porque si alguien tiene cuentos de polo de sobra, ese es el abuelo Alberto. Y está muy feliz de seguir contándoselos. Momentos que valen más que todos los títulos de Palermo juntos. Del mismo modo que el Ruso se dispone para festejar un Día del Padre que lo sensibilizará muchísimo más que todos los que vivió hasta aquí. Su “Gracias por seguir rezando” tiene un sentido superior a todo.
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