La Natividad La Dolfina, rey del polo: el sueño perfecto de Cambiaso, el recuerdo que los primos llevarán para siempre en el alma
La victoria en Palermo tras derrotar a Ellerstina Indios Chapaleufú 17-13, con Triple Corona incluida, fue un documental de punta a punta. La experiencia imborrable y el valor de esos abrazos que valen más que una copa
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Saltan, gritan, se abrazan. Parecen chicos Poroto, Jeta y Barto. En realidad lo son, lo siguen siendo, aunque ya se hayan recibido de cracks. Ni que hablar de la leyenda, que hace rato dejó la frescura que tienen su hijo y sus sobrinos, pero no perdió el espíritu competitivo (¡lo que jugó la final!), nunca dejó de sentirse jugador esencial y un técnico dentro de la cancha y quien acaba de coronar su último sueño. Porque aunque su vida parezca predestinada a seguir hilvanando capítulos inolvidables para documentales, ahora sí que no le quedan más cuentas pendientes. Si hay alguien pleno de gloria, se llama Adolfo Cambiaso.
La Natividad La Dolfina es campeón del Abierto de Palermo. También de Hurlingham y de Tortugas. La Triple Corona 2025 fue suya, así como el invicto de 12 partidos. Habían hecho Adolfito, Poroto Cambiaso, Camilo y Barto Castagnola el camino casi completo. “Si no ganás Palermo, sentís que todo lo otro no sirve de nada”, decían puertas adentro el líder y su cuñado Lolo “Metralla” Castagnola, que de esto saben demasiado. En la función final, el dream team se impuso a su más acérrimo adversario de la temporada, a la otra fusión de organizaciones y familias, la de los Pieres y los Heguy, que mejor funcionó: Ellerstina Indios Chapaleufú. Fue victoria por 17-13, en un partido que dominó a partir del tercer chukker, se le puso áspero en el sexto y séptimo, y lo remató a lo campeón: con autoridad y contundencia.
Como en los no tan viejos tiempos, con clima de final en las gradas, la nueva presencia del presidente de la Nación Javier Milei en el palco oficial en su rol de hincha de Adolfito desde que lo iba a alentar desde la tribuna Dorrego, La Natividad La Dolfina fue superado en algunos lapsos del segundo, cuando Ellerstina Indios Chapaleufú lució más veloz, preciso y con un Antonio Heguy incontrolable. El 3-5 con el que se fueron al descanso ofició de tirón de orejas en la charla de palenques y otra fue la historia.
No sólo por el 9-0 que le propinó en 21 minutos a su rival, que recién volvió a convertir en la última jugada del quinto chukker, sino sobre todo porque se soltó y jugó como sabe: rápido, largo y con control fugaz para evitar pérdidas innecesarias. Ajustó las marcas en los throw-ins y capitalizó cada vacilación del oponente, que perdió concentración con algunas dudas por ciertos fallos. Se salió del libreto y sólo pudo focalizarse chukkers más tarde, para ponerse más cerca (llegó a estar a dos al final del 7°) y apostó por otra heroica como en la semifinal con La Irenita La Hache. No se dio esta vez.
La Natividad La Dolfina fue globalmente superior y jugó como se juegan las finales. Tuvo a un enorme Barto Castagnola de punta a punta: su mejor jugador de la temporada, que aflojó en la semifinal, pero volvió recargado a la hora señalada. Adolfito en su mejor partido del año, de taqueo, siempre bien ubicado, en rol de asistidor y hasta convirtiendo. Poroto Cambiaso dando otro salto de calidad, con presencia, goles, circulación y relevos. Y Jeta Castagnola con apariciones más esporádicas en conversiones de las que suele ofrecer, pero forzando siempre la doble marcación y liberando espacios. Fue un equipo en el partido más trascendente del año.
El comienzo del sueño
Son tiempos de euforia y emociones, pero ¿cómo soslayar aquella noche de diciembre de 2019? Con su 16° título de Palermo ganado y con 44 años, Cambiaso seguía esperando la evolución de Poroto (tenía 14) para poder jugar con él y despedirse del alto handicap. Fue justo el año en el que Jeta y Barto, “Metrallita” y “Leche” en el trato cotidiano y como segundos apodos, debutaron en el Argentino Abierto con 16 y 18 años y causaron sensación, llenando cada uno de sus partidos en la cancha 2. Durante una entrega de premios del Comité Olímpico Argentino, Adolfito nos habló de su enésimo sueño: “Quiero retirarme jugando Palermo con mi hijo y mis sobrinos. Voy de back”. Ya tenía todo pensado, incluso, cuando todavía no había terminado el brillante ciclo con Juanma Nero, Pelón Stirling y Pablo Mac Donough.
La Natividad La Dolfina fue un equipo de virtuosos y estilistas que en muchos pasajes de la temporada jugó como equipo. Se complicó pocas veces, sobre todo en esos partidos donde debió apelar, por necesidad o por decisión propia del momento, al desequilibrio individual en vez de soltar pases al espacio, permitiendo el reordenamiento defensivo de los rivales. Hay un mérito también del que está enfrente, con buenos caballos y un plan para desarticular al talento aglutinado. UAE Polo, con “Mou” Fernández Araujo, un viejo conocido, lo puso en aprietos y casi lo baja en la semifinal. Hasta que apareció Jeta Castagnola para ganarlo como hasta no hace mucho lo ganaba su tío en esas tardes en las que se prendía fuego en la 1. Está en los genes, claro, y el camino de Camilo recién comienza. Ganando cuatro de los siete Abiertos que disputó, igual que su hermano. ¡Una locura!
“Vamos a estar jugando con el mejor de la historia”, nos dijo Jeta en diciembre de 2024, cuando el nuevo equipo familiar ya estaba confirmado. “El tío es intenso”, apuntó entre sonrisas en el video presentación de La Natividad La Dolfina, refiriéndose a los mensajes en el grupo de WhatsApp. Ganaron 12 partidos y tres títulos, pero quizá lo más importante de la temporada hayan sido cada abrazo, cada sonrisa y cada festejo entre Cambiaso y Jeta, la relación a la que le faltaba una vuelta de tuerca. Al revivir las imágenes, sentirán lo lindo que fue jugar juntos al menos una vez en la vida. Los cuatro en sí lo sentirán.
Porque La Natividad La Dolfina fue una experiencia que pasó por algún cimbronazo interno en Palm Beach, pero supo acomodarse y creció con el correr del año en materia de sintonía. Disfrutando el día a día. Mucho más entre primos, lógicamente, por una cuestión generacional. Los partidos fueron el festín oficial que se dieron. A veces con sofocones, al principio cubriendo al tío lesionado en una mano desde Inglaterra, otorgando ventajas. Pero sabiendo también que Cambiaso iba a ser el punto de equilibrio entre tanto talento irreverente que, en ocasiones, necesita de alguien que transmita calma y baje las ansiedades.
Si fue la última función de Cambiaso (por cómo jugó esta final no debiera serlo) en Palermo es algo que se resolverá en cuestión de horas. “Ojalá juegue dos años con nosotros”, dijo Jeta. Quedó, con 19, igualado con Horacio Heguy y a sólo un título de Juancarlitos Harriott, el máximo campeón. Tiene, ahora, cinco Triple Coronas. La Natividad La Dolfina puede seguir un año más con él o ya otorgarle el lugar a Lukín Monteverde, el amigo que espera pacientemente su hora. Lo cierto es que todos ya tienen grabado a fuego en el alma un título y una experiencia que se debían. Que parecía que, por la edad de Adolfito, nunca se iba a concretar. La verdad, hubiese sido una picardía.
Lo mejor del partido
La síntesis de la final
- La Natividad La Dolfina: Camilo Castagnola 10, Adolfo Cambiaso (n.) 10, Adolfo Cambiaso (h.) 10 y Bartolomé Castagnola (h.) 10. Total, 40.
- Ellerstina Indios Chapaleufú: Facundo Pieres 10 (reemplazado al 1m15s del octavo chukker por Pedrinho Zacharias, 8), Antonio Heguy 8, Gonzalo Pieres (h.) 9 y Cruz Heguy 9. Total, 36.
- Progresión: La Natividad La Dolfina, 2-2, 3-5, 6-5, 11-5, 12-6, 13-9, 14-12 y 17-13.
- Los goles de La Natividad La Dolfina: C. Castagnola, 3 (un córner); A. Cambiaso (n.), 7; A Cambiaso (h.), 3, y B. Castagnola (h.), 4.
- Los goles de Ellerstina Indios Chapaleufú: F. Pieres, 6 (4 penales); A. Heguy, 3; G. Pieres (h.). 1, y C. Heguy, 3 (un penal).
- Jueces: Gastón Lucero y Guillermo Villanueva (h.).
- Árbitro: Matías Baibiene.
- Cancha: 1 de Palermo.
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