Falsa polémica: la herejía de correr en la cinta
Correr en la calle o en una cinta de gimnasio conduce a un mismo lugar: a mantener el físico; dos ámbitos distintos que pueden convivir y hasta combinarse para entrenamientos de fondo
Tal vez para algunos fundamentalistas, correr en la cinta se asemeja a una herejía. Bueno, no lo es. Al fin y al cabo, correr en la trotadora, también es correr. No hay discusión. Lo ideal es entrenar en la calle. En el duro asfalto, en una pista, en una plaza o en un parque. ¿Quién podría negarlo? La respuesta de los más fervientes corredores suele ser que el encierro de un gimnasio, por caso, los abruma con la música a todo volumen. Los aburre. En cierta forma, tienen razón.
Sin embargo, la cinta no debe ser observada con desdén. En mi caso, me sirvió como aproximación al running. En un extinto gimnasio porteño pasé varias horas de mi vida. No hay arrepentimiento. Me ayudó a preparar las primeras carreras. Por supuesto que no hay comparación entre correr mirando un partido de fútbol en un plasma, y correr, por ejemplo, en la belleza que ofrece el entorno natural de La Reserva Ecológica de Costanera Sur.
La trotadora, caminadora para muchas otras personas, sirve como un elemento más para continuar con una rutina de entrenamiento. Hay circunstancias en las que recurrir a ella nos permite mantener la forma. Correr en la cinta no sustituye a la carrera al aire libre. Puede ser un buen complemento. Un atajo para momentos puntuales o la puerta por la que empezar a ponerse en forma antes de salir al aire libre. A priori, la biomecánica del corredor sufre algunas modificaciones si la carrera se hace sobre la cinta o no. La zancada se acorta, el aporte del braceo es mucho menor y los isquiotibiales pueden cargarse bastante más, ya que en ese tipo de aparato, el movimiento del corredor busca no irse hacia atrás impulsado por la cinta, mientras que en la calle el movimiento es para avanzar. En cuanto al esfuerzo, la cinta se mueve y no exige tanta tracción. Tampoco existe la misma resistencia al aire. Es decir, no hay incidencia del viento. En cuanto a las ventajas que ofrece la cinta, la seguridad es la primera cualidad que surge. Además, si llueve, hace mucho frío o calor, la ofrece la oportunidad de entrenar siempre. Más allá de cualquier postura, en definitiva, la idea es correr. Siempre, correr.
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