Salas, de "Chamelo" a temible "Matador"
La Supercopa que obtuvo River llevó el sello del delantero chileno, con sus dos tantos; detrás del implacable goleador asoma un personaje parco y reservado, que desde chico tenía una seguridad: ser jugador de fútbol.
Viviana Malatesta, profesora del Liceo Pablo Neruda, de Temuco, cuando mira una vieja foto del curso Segundo Medio suele evocar: "Me acuerdo que una vez le pregunté qué área iba a elegir; si se iba a inclinar por la Matemática, la Humanista o la Científica. Y él, al tiro, me respondió que eso no le interesaba, porque quería ser jugador de fútbol".
Quien dio esa respuesta, por entonces era "Chamelo". Que no es otro que Marcelo José Salas, el primer jugador chileno en convertirse en ídolo de la hinchada de River; el delantero que hace goles que valen títulos y copas.
Hombre más explosivo en el área que con las palabras. Reservado hasta el hermetismo; rara vez abre la boca más grande que para gritar un gol. Es un personaje para conocerlo más por referencias de terceros y por investigaciones que por lo que él se atreve a contar y mostrar. "No tenía muchos amigos. Vivía para el fútbol", recuerda su abuela materna, Juana Roa.
Nació en el barrio Pueblo Nuevo, situado a la entrada de Temuco, ciudad sureña de la Novena Región, a 670 kilómetros de Santiago. Su padre, Rosember, durante muchos años fue chofer de un ómnibus de la linea 2, y su madre, Alicia, atendía un negocio.
Empezó en un club que de tan amateur aún no tiene sede ni número de teléfono, pero lleva un nombre que es un registro de cracks: Santos, vestido con el mismo color blanco que se arropaba Pelé y compañía.
No pudo ser profeta en el equipo símbolo de su tierra: el Deportes Temuco, que participa en el campeonato de primera. Cuando fue a probarse con edad juvenil, el general del club lo hizo esperar cerca de tres horas, hasta que don Rosember perdió la paciencia, tomó de la mano a su hijo y se fue con la furia de quien está seguro no volver más a un lugar.
Quienes conocen de cerca a el Matador cuentan que una de sus ilusiones era jugar en Colo Colo, pero aquí también lo defraudaron. A la recomendación de Santos, el Colo Colo respondió que jugadores de esas características no le interesaban. Ni siquiera lo habían probado; desplante suficiente para ganarse la antipatía eterna de Salas.
La historia de afinidades se mudó al clásico rival: Universidad, la U, que en marzo de 1991 le hizo un lugar en sus inferiores, a pesar de que había cerrado el plazo de las inscripciones.
Sufrimiento y despegue
El 12 de marzo de 1991, con 16 años, Salas decidió irse a vivir a Santiago, con su primo Mario Erices. Más de una vez, el desarraigo y la falta de la familia lo empujaron a armar el bolsito y volver al terruño. "Estuve dos o tres años que no salía para ningún lado y me la pasaba metido en casa; no conocía a nadie", comentó una vez. Pero aguantó, como lo hace con los defensores rivales.
Debutó en primera el 31 de diciembre de 1993, ante Cobreloa, y marcó el único gol de su equipo. Al año siguiente, luego de anotarle tres goles al Colo Colo, fue bautizado durante el programa televisivo Extra Jóvenes como Matador, tema de los Fabulos Cadillacs que acompañaba su presencia en los estudios. Con Salas como artífice, Universidad obtuvo dos títulos nacionales luego de 25 años de tristezas.
Se casó con la hermana de un compañero en la inferiores de la U, Carolina Messen, que reconoció que a ella también le cuesta sacarle las palabras a Marcelo. Todo lo que se reserva será para fortalecerse interiormente. En las eliminatorias, debido a la ausencia de Zamorano, le pidió al técnico Nelson Acosta ser el capitán del seleccionado ante Perú, a cambio de dos goles.Le pagó con tres. Lleva la cinta con 22 años, distinción que no alcanzaron Elías Figueroa ni Carlos Cazsely, dos próceres del fútbol trasandino.
Ya traía antecedentes, según comentó Harold Mayne-Nicholls, gerente técnico de la Asociación Nacional: "En en los Sub 17, 20 y 23, Marcelo era un líder natural y llevaba la batuta, por ser deportivamente superior al resto". Hoy, River disfruta y adora de aquel "Chamelo" que sólo quería ser jugador de fútbol...
Quieren que siga hasta después del Mundial
Davicce: el ex presidente y hoy vicepresidente de River dijo que su intención es retener a Salas por seis meses más.
"El no tiene apuro en irse. Acá es ídolo, tiene a Chile a una hora de avión... ¿para qué va a cambiar?", había confesado hace no mucho un dirigente de River en referencia al pase de Marcelo Salas.
Sin embargo, dentro del club había una especie de mini-interna por el futuro del chileno. Algunos querían venderlo antes del Mundial, como reaseguro por un posible fracaso. Pero otros pretendían retenerlo hasta después de Francia ´98. Confiaban en una explosión de Salas, con la consecuente alza de su valor.
La cuestión es que, ayer, Alfredo Davicce confirmó su deseo de mantenerlo en el plantel hasta, al menos, mediados del año próximo.
A la vez, Manchester United, el club que había elevado la oferta más firme por el delantero, se retiró del mercado proSalas. ¿Por qué? El chileno no tenía intenciones de irse a Inglaterra.
"Yo quiero jugar en Italia, porque tiene el fútbol más competitivo y exigente de Europa. Si no, prefiero seguir en la Argentina", comentó el chileno.
Entonces, murieron casi de movida los intereses del Mnachester y de La Coruña. Y Davicce puso en el freezer, por un tiempo, los sondeos de Lazio y Parma.
"Queremos seguir disfrutando de los goles de este jugador brillante", señaló el ex presidente y flamante vicepresidente de River.
Salas reafirmó las palabras de los dirigentes:"Nunca supuse que en la Argentina iban a recibirme tan bien, sobre todo porque yo soy chileno. Ni me conocían y ya me alentaban. Por eso quiero seguir en River. Además, acá estoy cerca de mi familia y del seleccionado de mi país".
Por todo esto es que ahora creció la idea de que seguirá por seis meses más, casi al tiempo de que aumentan las posibilidades de que continúe Francescoli. Y hasta parece a propósito: cuando River parecía al borde de quedarse sin sus dos ídolos, ahora todo indica que seguirá disfrutando de ellos por un tiempo más.
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