Hollín y Fabián David, una sociedad exitosa

Sin ser algo habitual, no fue la primera vez ni será la última que un caballo gane una carrera después de pasar por el haras. Pero haberlo hecho en un gran premio, como sucedió con Hollín en el Alzaga Unzué, el sábado último, resulta un récord que pocos padrillos en el mundo pueden lucir.

En mayor número, esa circunstancia suele tener como protagonistas a yeguas. Entre los últimos casos se recuerda a Tap, que ganó el clásico Francia en el césped en 2001, con una cría de Lode en su vientre. La prodigiosa memoria del experto Antonio Tassitch (Penny Post) aporta un dato más sustancioso: "Recuerdo que Catando tuvo una cría después de ganar la Polla de Potrancas y cuando volvió venció en un clásico".

Don Juan Tag es otro caballo que obtuvo un Grupo 1, en 1992, tras prestar servicios, algo que años más tarde estuvo cerca de emular Final Meeting, pero su cosecha se plantó en los clásicos. Claro que éstos habían llegado al haras precedidos de una gran campaña y Hollin tuvo seis crías después de ganar en su exitoso estreno.

Con el triunfo de hace cuatro días, ahora suma tres el invicto y nadie parece mejor que Fabián David, su entrenador y propietario, para contar la historia del hijo de Roy. "El caballo tiene las dos cuerdas saltadas y lo compré cuando querían llevarlo a remate. Para mí siempre fue un fenómeno", menciona como prólogo del relato, y enseguida aporta más detalles: "De potrillo lo tuvo Roberto Pellegatta y cuando se rompió lo llevaron a descansar a mi haras, en Luján. Se notaba que era muy bueno y una vez curado me lo dejaron correr una carrera".

David, de 25 años, recuerda cada detalle de aquellos días como mantendrá viva eternamente la emoción que sintió el sábado, al ganar su primer Grupo 1. "Antes de debutar -confiesa Fabián-, Hollín sufrió una neumonía y estuvo con suero. Casi se muere. Pero se recuperó y ganó bien".

El relato se interrumpe unos segundos, baja la vista y su tono de voz cambia. Pronto se explica la situación. "Al otro día se lo llevaron otra vez para Palermo y a los dos meses volvió a lesionarse", señala el preparador. No tardaría en reencontrarse con el caballo.

Lo compró para padrillo y esa función cumplió Holín durante la temporada pasada. "Nacieron 8 hijos", apunta. Con el tiempo, David lo notó muy bien y decidió que el zaino se merecía otra chance en las pistas. Por eso, este año sólo sirvió cuatro yeguas, la última de ellas apenas tres días antes de su reaparición, "en una categoría muy barata", coinciden el entrenador y el jockey Julio César Méndez.

"Echó 57s3/5 (los 1000 m) en la corrida, pero llevaba dieciocho meses sin correr. Lo queríamos ver una vez antes de anotarlo en el Unzué", se sincera David. Al imponerse de punta a punta, en marca cercana al récord, el caballo respondió a aquél interrogante y la hazaña estaba en camino.

El resto es historia fresca. Pero lejos está de haber sido un trabajo sencillo. "Después de ser padrillo tiene otro temperamento. Es medio loco. Tenía miedo porque en las gateras iba a haber yeguas cerca", reconoce Fabián. No hubo de qué preocuparse. Hollin corrió tan rápido que no tuvo tiempo de notarlo.

Por Carlos Delfino

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