Mario Leyes volvió con la fuerza de siempre
Ganó el día de su reaparición, tras más de tres meses sin competir, y al siguiente se quedó con el clásico Carlos Casares, con Espadilla Nistel
LA PLATA.– Luego de una inactividad de poco más de 3 meses y medio, volvió al trabajo con el mejor de los sucesos Mario Leyes. El alta la recibió el martes 7 y firmó compromisos a partir del viernes 10, pero el día anterior Héctor Sueldo le ofreció en el hipódromo local a Sweep Trough, y ganó. El jockey no olvida ese momento: "Soy un agradecido a los profesionales y también al aficionado. El jueves, me aplaudieron todo el paseo y en el podio recibí una ovación que me emocionó hasta las lágrimas, porque mi sueño se cumplió antes de los esperado"-
–¿Se hizo larga la inactividad?
–Sí. Todo comenzó en 2009, cuando me fracturé el cúbito de la mano izquierda. A mediados del año pasado, me quebré la muñeca de ese lado y tuve problemas con la placa que me pusieron. Me recuperé y volví a correr, pese a que los médicos querían operarme de nuevo, por los dolores que me generaba la plaqueta del cúbito. Pero mis ganas me hicieron desoír sus consejos y, con cinco puntos, seguí corriendo y hasta ganando, incluso pruebas jerárquicas. Pero no daba más de dolor y a principios de noviembre me decidí a operarme. Me cambiaron la plaqueta. Tengo que agradecerle al doctor Marcelo Moreno, que me dejó impecable.
–¿Y la rehabilitación?
–Yo quería correr enseguida. Fui a Mar del Plata y en uno de los balnearios trabajé con la profesora Vanina Hernández. Por eso cuando tuve el alta a los dos días corrí y si bien estoy 6 o 7 puntos, ya el hecho de ponerme la chaquetilla me hace rendir a pleno.
–¿Te fijaste objetivos?
–No es una obsesión y si no los cumplo no hay problemas. Quiero correr, ganar y si es posible alcanzar una estadística. Y me tengo mucha confianza, los profesionales siguen confiando en mí. Fredy Mattei [propietario] iba a mi casa a ver las carreras de sus caballos y me aseguraba que iba a seguir corriéndolos. El mendocino Alberto Prieto también, al igual que Andrés Calonge. A todos gracias, especialmente a mi esposa, Cintya, y mis hijos, Benjamín y Jeremías. Por ahora juegan al fútbol, pero si quieren ser jockeys no me voy a oponer.
–Como para no fallarles...
–Por supuesto. Quiero defender de la mejor manera a los propietarios y entrenadores que confían en mí y estoy en condiciones de hacerlo. Sé que mi hermano Ariel y Derli Gómez, desde el cielo, me van a iluminar.
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