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La pasión por los pura sangre que María Teresa Pradere se contagió desde muy chica, cuando iba al campo de su familia con la idea principal de pasarse horas con la mirada en el potrero, posiblemente tenga mucho que ver con el éxito de La Presidenta el sábado último, en San Isidro. Esa conquista en el clásico Omega (G 2) fue la más importante desde que comenzó a entrenar hace 12 años y significó una hazaña con escasas referencias para una cuidadora en el país.
"A la yegua ya le tenía que tocar. Se vino de punta a punta y, además, a 50 metros del disco cambió de mano y siguió guapeando. Ella está más fuerte después de que la tendí para correr el Distaff, donde no se afirmaba en la pista pesada y fracasó. La corrí igual por la ilusión de estar en las Estrellas", comenta Teresa, que adquirió a La Presidenta de año y medio, en un remate del haras Abolengo.
"No iba a comprar nada, pero me gustó porque era liviana, de buena sangre e hice un intento por 5000 pesos. Al final fui la única que levantó la mano. Después hubo dos personas que me hicieron una contraoferta, pero no acepté. Y como tenía un vale me salió más barata", recuerda la entrenadora, con un entusiasmo que se mantendrá durante toda la charla, y agrega: "Tiene una mano algo chuequita, pero sólo desde el vaso. Nunca tuvo sobrecañas ni echó sangre".
Otro caballo por el que Pradere guarda un afecto especial es English Touch. "Lo compramos con mi mamá y mi hermana en 4000 pesos cuando ya tenía 4 años y era un vencedor de dos. No lo creían más, pero conmigo ganó 4 carreras en 60 días, incluido un clásico Listado, el Urbano de Iriondo. Luego se lo vendí a una familia de Balcarce, que aún lo tiene como padrillo para caballos de polo. Ahí sabía que él iba a estar bien. English Touch me pagó el stud que construí cuando vine a cuidar a San Isidro", explica.
Parte de una familia ligada al turf desde siempre, Teresa es nieta de Rodolfo Pradere. "Tenía el haras San Ignacio, donde estuvieron Alan Breck, Tresiete, Banderín y Miss Grillo", dice sobre su abuelo, y amplia: "Además, tenían caballos mis tíos Alberto, uno de los dueños de Pechazo junto con (el ex presidente del Jockey Club) Alfredo Lalor, y Juan".
La pasión por los caballos convirtió a Pradere en criadora mientras vivió en Necochea. Ese fue el punto de partida para lanzarse a la cuida también. "Soff, una de las yeguas que crié, cuyo nombre se lo puse por Sofía, una de mis hijas, andaba bien, la llevé a correr a Mar del Plata y ganó en 600 metros. Después venció en su segunda carrera en Palermo, el hipódromo donde me dieron la patente que mantengo hasta ahora", dice.
Desde entonces todo fue aprendizaje. Con su empuje y sus ganas parece improbable que los triunfos no lleguen y se repitan. Ahora con La Presidenta como antes sucedió con English Touch y Miss Bolocco. "Siempre pido consejos. Cuando empezaba lo hice con don Juan (Bianchi), que además me cedió un box gratis; con Magín Cantó en las cuadreras de Mar del Plata, con (Domingo) Pascual...", enumera la preparadora, que el sábado emuló, al menos, a Adriana Ceragioli, ganadora de un Grupo 2 en La Plata con Cábala Luz, según consta en las estadísticas del hipódromo de San Isidro.
"Fui mejorando en la profesión dentro de mis posibilidades. Muchos creen que por ser mujer no puedo cuidar bien, pero hasta levanto la cama de los caballos, los vendo y les doy inyecciones. Pero hasta ahora tuve casi todos animales de mi propiedad", asegura Teresa, como si su éxito más importante no fuera suficiente como para demostrar que puede pelear de igual a igual.


