Un jeque suelto en Buenos Aires: Ahmad Al-Sabah, un poderoso y controvertido personaje del deporte
Ropas occidentales, voz suave, modales agradables. El jefe kuwaití Ahmad Al-Sabah es uno de los dirigentes deportivos más poderosos del mundo y, acaso, el más enigmático. "Lo más probable es que nunca hayas oído hablar de él, es un hombre al que le gusta operar en las sombras", según lo define el periodista de la BBC Richard Conway.
Dueño de un vínculo directo con el presidente del Comité Olímpico Argentino, Gerardo Werthein, el jeque pasó unas pocas horas esta semana por Buenos Aires. Visitó al presidente Mauricio Macri en la casa de gobierno, inspeccionó las obras en la Villa Olímpica de los próximos Juegos Olímpicos de la Juventud (YOG), en Soldati, y siguió viaje. "Es un gran amigo al que queremos mucho, nos ha acompañado en todo este proceso", lo presentó Werthein. "Quiere mucho a la Argentina, es un privilegio que esté aquí. Aprendemos mucho de él: estuvo en 17 Juegos Olímpicos, involucrado en su organización".
Su poder en el mundo del deporte es fabuloso, una réplica a nivel internacional del que había logrado amasar en su país como integrante de la familia Al Sabah que lo gobierna desde hace más de 250 años. Fue ministro de Información, ministro de energía, director de la agencia nacional de seguridad kuwaití y llegó a ocuparse de la secretaría general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Pero su verdadero interés finca en la actividad deportiva. Como presidente de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales (ANOC) –cargo que tomó en 2012 deponiendo al mexicano Mario Vázquez Raña, que ejerciera la titularidad de la Odepa durante casi cuatro décadas– su ramificada red de contactos le fue extremadamente útil a Buenos Aires (y a Werthein) para lograr que la Asamblea General del COI de 2013 se realizara aquí.
"El triunfo argentino fue también el de Al Sabah, que menos de una hora después de que el presidente del COI, Jacques Rogge, pronunciara las palabras ‘Buenos Aires’ ingresó a una zona reservada y se abrazó con varios miembros de la exitosa candidatura", escribió en 2013 Sebastián Fest. "’Soy un miembro normal del COI que se sienta junto a los otros cien’, le dijo a la agencia dpa el jeque sin dejar de sonreír, probablemente porque sabe que ‘miembro normal’ es lo último que podría decirse de él".
"El triunfo argentino fue también el de Al Sabah, que ingresó en una zona reservada y se abrazó con varios miembros de la exitosa candidatura"
En ese encuentro olímpico en el hotel Hilton de Puerto Madero, el rol del jeque resultó fundamental para que el alemán Thomas Bach accediera a la presidencia del organismo. Y es un secreto a voces en el olimpismo internacional que fue el auténtico artífice de la elección de Tokio como sede de los Juegos de 2020.
Fue Al-Sabah quien, en la asamblea de Buenos Aires, introdujo en el Comité Ejecutivo del COI al irlandés Patrick Hickey, vice del ANOC. Hickey fue arrestado en Río de Janeiro, durante los Juegos Olímpicos de 2016, acusado en la reventa de tickets. La fianza de casi 500 mil dólares, necesaria para que el irlandés pudiera abandonar Brasil, la pagó el ANOC.
La familia olímpica en Buenos Aires
Ahmad Al-Sabah se bajó de una camioneta Toyota negra y escoltado por tres guardaespaldas observó las obras de la Villa en compañía de Werthein y de Leandro Larrosa, el CEO del comité organizador de los YOG. Luego se sumaron el Jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, e integrantes de su gabinete.
Los Juegos Olímpicos de la Juventud se celebrarán en octubre. "Serán muy especiales en varios sentidos. Por primera vez la ceremonia inaugural será abierta, en el centro de la ciudad, y por el otro habrá una serie de deportes nuevos, deportes para jóvenes", recordó el jeque.
"Las obras están avanzadas, tienen un alto estándar. Para nosotros, la Villa Olímpica es nuestro hogar", afirmó, "porque los Juegos son el único acontecimiento dónde podemos tener a todo el mundo juntos en un pequeño lugar". Para Ahmad Al-Sabah, "la Argentina es afortunada porque tendrá al mismo tiempo los Juegos Olímpicos de la Juventud y el Congreso del COI: así toda la familia olímpica del mundo estará presente en Buenos Aires".
–¿Usted cree que Buenos Aires puede ser elegida como sede de los Juegos Olímpicos de 2032? – inquirió este cronista, a propósito de la voluntad del titular del COA.
–Habrá que ver qué sucede con los YOG. Pero sin duda que la Argentina tiene la capacidad para organizar un acontecimiento de esa magnitud.
El hijo del sheik
No es la primera vez que Ahmad Al-Sabah visita Buenos Aires y, como se encargó de asegurar, no fue la última.
"Vine por primera vez a la Argentina en 1978, para el Mundial. La selección argentina tiene fanáticos no solo en este país, sino también muchos en el mundo entero". Nacido en agosto de 1963, en aquella Copa del Mundo tenía apenas 14 años. Pero su relación con el deporte era cuestión de sangre y, al cabo, su destreza le permitiría desembarcar en Zürich, como integrante de la gran familia mundial del fútbol.
Su padre, Fahad Al-Ahmed Al-Jaber Al-Sabah, era entonces titular del Comité Olímpico de Kuwait, y estaba muy bien conectado con la dirigencia del deporte internacional. Militar de carrera, entrenado en el Reino Unido, había peleado en la Guerra de los Seis Días con la brigada Yarmouk del ejército de su país en el frente egipcio.
Pero vivió un efímero momento de popularidad en el Mundial de España, en 1982, cuando el 21 de junio de aquel año, en Valladolid, Francia sometía al seleccionado kuwaití en un encuentro de la fase inicial.
A poco del final, cuando Michel Platini habilitó con un pase largo a Alain Giresse, que se colaba entre los dos zagueros centrales de Kuwait, se escuchó un silbatazo largo y profundo, proveniente de la tribuna. Los defensores quedaron inmóviles, pero el árbitro ruso Miroslav Stupar dejó jugar. Giresse clavó el 4-1 con un zapatazo alto.
Fue mucho para Fahad Al-Sabah, para entonces miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), que comenzó a hacerle señas a sus futbolistas para que se retiraran del campo de juego. Los jugadores le protestaron al árbitro el tiempo suficiente para que Al-Sabah pudiera abandonar el palco oficial e introducirse en el rectángulo verde.
El escándalo duró cerca de diez minutos, en los que el partido estuvo detenido, la Guardia Civil rodeó al jeque y al árbitro e impidió que el técnico francés Michel Hidalgo tomara parte de la discusión.
Vivió un efímero momento de popularidad en el Mundial de España, en 1982, cuando Francia sometía al seleccionado kuwaití
"Yo no escuché ningún silbato –contó Giresse años más tarde a la TV– Pero con el partido detenido conversábamos entre nosotros y nos decíamos ‘ahora el jeque hace anular el gol, los otros tres también, Kuwait gana 1-0 y nos quedamos afuera del Mundial".
El conmocionado Stupar vio como el jeque se retiraba gritándole frases en árabe que no pudo comprender. Entonces consultó con el juez de línea, que se encogió de hombros, y decidió dar un pique en el círculo central, desde dónde había partido la jugada, anulando el gol de Giresse a instancia de Al Sabah…
Maxime Bossis anotó un rato después el 4-1 final; Al Sabah fue multado en 10 mil dólares por la FIFA, el organismo al que el jeque calificó más tarde como "mafia" sin intuir que su propio hijo lo integraría años más tarde, aunque nunca llegó a verlo allí.
En agosto de 1990, cuando las tropas de Saddam Hussein invadieron Kuwait, el emir se refugió en Arabia Saudita; Fahad Al-Sabah, su hermano, murió acribillado defendiendo el palacio de Dasman, la residencia oficial del emir.
"FIFA no, solo movimiento olímpico"
Dos años después, su hijo Ahmad Al-Sabah se sumó al Comité Olímpico Internacional. En 1991 se hizo cargo del consejo olímpico de Asia, cargo que mantiene. Muchos de los puestos que ocupó ya habían sido ejercidos por su padre, como la presidencia del Comité Olímpico de su país o de la federación de handball de Kuwait.En algo se diferenció: tuvo a su cargo, aunque brevemente, la dirección técnica de la selección kuwaití...
Como integrante del Comité de Reformas de la FIFA, se sumó en 2015 a la entidad que preside Gianni Infantino; pero su ciclo en Zurich acabó abruptamente en abril del año pasado.
Luego de que un miembro del comité de auditoría de la FIFA, Richard Lai –titular de la Federación de Guam pero ciudadano estadounidense–, fuera suspendido luego de admitir haber cobrado cerca de un millón de dólares en sobornos, el expediente judicial, instruido por la jueza Pamela Chen, la misma del FIFAgate en Brooklyn, se refirió en varias oportunidades a "un alto miembro de la FIFA, la Asociación Kuwaití de Fútbol y el Concejo Olímpico de Asia".
Como integrante del Comité de Reformas de la FIFA desde 2015, su ciclo en Zurich acabó abruptamente en abril del año pasado.
Aunque la referencia era explícita, Ahmad negó "vigorosamente" haber cometido cualquier delito, en un comunicado emitido el 29 de abril pasado; al día siguiente, sin embargo, anunció su dimisión en otro comunicado:
"Después de una cuidadosa consideración, he decidido que lo mejor para la FIFA y la Confederación Asiática es retirar mi candidatura al Concejo de la FIFA y renunciar a mis actuales cargos".
Infantino tomó nota lacónicamente de este paso atrás. "Le agradezco por tomar una decisión que no debe haber sido fácil pero que es en el mejor interés de la FIFA", declaró.
Tras ese revés, salió momentáneamente de la escena: su ausencia más notable ocurrió en setiembre, cuando en Lima el COI se reunió para decidir las sedes de los Juegos de 2024 y 2028, finalmente adjudicadas a París y Los Ángeles, respectivamente. Reapareció en el mitin anual de la Asociación de Comité Olímpicos Nacionales, en noviembre pasado, en Praga (República Checa).
-Hace menos de un año, usted renunció a la FIFA. ¿Se ha resuelto su caso? – quiso saber LA NACION cuando terminaba la visita del jeque a la Villa Olímpica.
Su rostro apenas cambió de expresión. Y esquivó la pregunta con una sonrisa.
-FIFA, ahora no. Solo movimiento olímpico.
Entonces giró a su izquierda y continuó conversando con Rodríguez Larreta. Segundos más tarde, le mostraron el camino a la camioneta, siempre escoltado por sus guardaespaldas. Volverá en octubre, como prometió. Difícilmente su poder se haya diluido para entonces.
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