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ATENAS.- En 24 horas, el clima general cambió muchísimo. De una sensación algo ambigua, de que las cosas no habían salido del todo bien, como se esperaba, se pasó al éxtasis pleno, a la mejor performance de la Argentina en los Juegos Olímpicos en más de medio siglo. Así de cambiantes fueron las cosas.
Esas 24 horas comenzaron y terminaron con soberbias actuaciones del seleccionado argentino de basquetbol, el punto más alto de la Argentina en estos Juegos. Fue el viernes por la noche, en Atenas, cuando el equipo de Rubén Magnano, el de los mojones históricos, derrotó al Dream Team para avanzar a la final. Y terminó ese lapso con la fría y decidida mentalidad de esos hombres conducidos por Emanuel Ginóbili para empequeñecer a Italia y quedarse con la medalla dorada. En el medio, en la mañana del sábado, el fútbol conquistó no sólo el único éxito que le faltaba a su palmarés, sino que además cortó la pesada sequía de 52 años sin un título olímpico para nuestro país. Y un rato más tarde, Carlos Espínola se adjudicó la de bronce en yachting, junto con Santiago Lange, y se convirtió en el único argentino con tres medallas olímpicas.
Al final, casi en el último día, se cumplieron las esperanzas de esta delegación argentina, una de las mejores de los últimos años, que llegaba con la expectativa (y la carga) de quebrar aquel maleficio dorado. Y lo hizo por duplicado, como para que quede claro que aquello ya pasó, que no habrá otros períodos negros como el de este medio siglo. La medalla de Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero en remo en Helsinki 52 será una más, y no el punto de partida para una cuenta negra para el deporte argentino. Hasta Pekín 2008 sólo se hablará de estas que consiguieron los deportes por equipos; en China, ojalá haya otros motivos para la dorada celebración.
Pero antes de esas 24 horas fantásticas la sensación era, se dijo, ambigua. Se pensaba en las posibilidades de grandes protagonistas que se fueron desvaneciendo. No es que no haya habido alegrías y satisfacciones, pero pesaban más las decepciones. Entre ellas habrá que contar las de José Meolans en natación, Juan Curuchet y Walter Pérez en ciclismo, Javier Correa en canoaje, el tenis y el hockey masculinos.
Que nadie se asombre de que aquí se hable de frustraciones. En esos casos, la distancia que hubo entre lo que ellos podían dar y lo que finalmente consiguieron fue abismal. Habrá razones y atenuantes en cada circunstancia, pero eso no invalida contarlas como decepciones.
Claro, no es que todos hayan sido traspiés. La gran actuación de los argentinos en los Juegos no puede reducirse a una jornada. Hubo buenas actuaciones y en muchos casos varios superaron lo que pretendían. Una de las mayores alegrías antes de esas 24 horas doradas la había brindado Georgina Bardach: muchos sabían de su potencial y de la proyección que tiene a los 21 años, pero pocos se imaginaron que se subiría al podio por primera vez desde que Jeannette Campbell lo hiciera en Berlín 36. La cordobesa es un buen ejemplo de deportista distinguido, que se supera en los momentos de más alta exigencia: ella ganó la de bronce en los 400m combinados mejorando en más de tres segundos su propio récord sudamericano. Eso es lo que diferencia a los grandes del resto: están capacitados para dar lo mejor de sí en los grandes torneos. Y Bardach lo hizo.
Las Leonas, Paola Suárez y Patricia Tarabini, el cuarto puesto de Santiago Fernández, la final de atletismo de Alejandra García, los cuartos de final del voleibol, la semifinal de Daniela Krukower? Todos ellos también completaron dos semanas de buenas performances y la mejor actuación desde Londres 48 (tres doradas, tres plateadas y una de bronce).
Pero debieron llegar esas 24 horas fantásticas para que el balance fuera netamente positivo. Las sensaciones se modificaron con esos dos títulos olímpicos del sábado dorado, de ese 28 de agosto de 2004 que será recordado por muchos años. Con esa jornada, la Argentina tuvo su gran momento deportivo después de 52 años. Y las decepciones que hubo se olvidaron como por un pase de magia.
Menos de lo esperado
José Meolans (foto), gran decepción en natación; los ciclistas Juan Curuchet y Walter Pérez, a priori candidatos; ídem el palista Javier Correa, y los integrantes del tenis masculino
Más de lo esperado
El remero Santiago Fernández (foto) y su 4° puesto; el seleccionado de voleibol; Alejandra García, finalista en salto con garrocha, y, por supuesto, Georgina Bardach, bronce en natación
ATENAS.– La medalla de bronce de Georgina Bardach tapó la cuestión, que quedó sin solución ni culpables. El día de la ceremonia inaugural se produjo un robo en departamentos de la delegación argentina en el que fue sustraído dinero de las oficiales Hilda Kerst y María Julia Garisoain y las remeras Lucía Palermo, Milka Kraljev y Analía Marín, entre otros. La suma total rondaba los 2000 euros. El hurto nunca fue denunciado y en el Comité Olímpico Argentino dejaron pasar por alto el hecho para evitar un escándalo mayor.




