Cómo sigue la causa que investiga la denuncia de Eugenia Bosco contra su exentrenador
Leandro Tulia fue detenido por hechos de abuso sexual denunciados por dos víctimas; el entrenador enfrenta dos causas paralelas de cuatro denunciantes; el avance del juicio y las repercusiones del testimonio de la medallista olímpica
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Pasaron ya seis meses desde que la medallista olímpica de vela Eugenia Bosco rompió el silencio con LA NACION para contar los abusos que sufrió durante su infancia y adolescencia por parte de su exentrenador, Leandro Tulia. Lo que antes parecía una olla a presión, que se alimentaba de comentarios por lo bajo, explotó con las palabras de Bosco, que generaron un movimiento en el mundo de la vela. Tres víctimas más denunciaron al entrenador tras la entrevista de la deportista con este medio el 10 de enero.
Desde entonces, mucho ha cambiado. Tulia era un entrenador reconocido en el ambiente, aunque con una reputación contradictoria. Todo padre que quería que su hijo llegara a las grandes ligas de la vela sabía que debía llevarlo al Yacht Club Olivos, donde el entrenador enseñó por más de dos décadas en la escuela Optimist, para niños entre 6 y 15 años. Aún así, la apuesta tenía un costo: el fabricante de campeones era, a la vez, un hombre obsesivo, extraño y autoritario, cuyos métodos no eran aprobados por todo el entorno de la vela.
Eugenia fue el puntapié. Fue en diálogo con este medio que compartió que fue abusada sexualmente por Tulia cuando tenía entre once y doce años y reveló que lo denunció en la Justicia. Su accionar generó fuertes repercusiones en la vela, y un gran movimiento de apoyo hacia las denunciantes. Desde ese momento el entrenador afronta dos causas separadas.

Por un lado, se encuentra la causa central, en la que está imputado de abuso sexual simple calificado por la guarda. Es por tres hechos, ocurridos entre 2012 y 2015, denunciados por dos víctimas. Por esta causa fue que la fiscal de la Unidad Fiscal Especializada (UFE) en Violencia de Género y Abuso de Vicente López, Lida Osores Soler, pidió la detención de Tulia, que le fue otorgada por el juez de garantías, Esteban Rossignoli.
Tulia fue detenido en febrero pasado en un departamento donde vivía sobre avenida del Libertador, y que el Yacht Club Olivos le brindaba por su condición de empleado. El entrenador se mudó allí luego de que el club tomara la decisión de que no podía vivir más dentro de la institución. Antes, Tulia habitaba una casona de madera en las instalaciones, donde algunos alumnos se quedaban a dormir, en especial aquellos que provenían del interior del país. Allí ocurrieron varios de los abusos que denunciaron las víctimas.
Tras las denuncias, el club continuó proveyendo de estos ingresos al entrenador y la única medida que se tomó fue la de licenciarlo para “alejarlo de los alumnos”. Fue tras su detención que fue removido de su cargo en el club, dejó de percibir su sueldo y dejaron de alquilarle el departamento.

Tulia se encuentra en prisión preventiva desde entonces por esta causa central que reúne denuncias que ocurrieron dentro de los últimos trece años y que ya fue elevada a juicio en el Tribunal Oral N°3 de San Isidro.
Las denuncias de Bosco y la cuarta víctima se encuentran en una causa paralela. Esto se debe a que los hechos denunciados por ambas ocurrieron antes de la Ley Piazza, sancionada en 2011. Esta ley estableció que la prescripción de estos delitos se consideran a partir de la medianoche del día que una víctima menor cumpla la mayoría de edad, es decir, los 18 años.
Es en esta causa que el juez de garantías consideró prescritos los hechos. Por ello, la fiscal Osores Soler interpuso un recurso de apelación. La Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal del Departamento Judicial de San Isidro, instancia superior jerárquica que revisa las decisiones de los jueces de garantías en esa jurisdicción, confirmó el criterio del juez de primera instancia.
Es decir, que acordó con la prescripción de los hechos. A partir de ello, Osores Soler interpuso un recurso ante el Tribunal de Casación, que se encuentra en trámite.
A seis meses de romper el silencio
En una nueva entrevista con LA NACION, Eugenia Bosco contó el impacto que tuvo romper el silencio seis meses atrás. “Fue por una buena causa y por tratar de ayudar a más gente, eso estuvo bueno. La repercusión que tuvo fue buena. En todos los aspectos, desde gente que no conocía que me escribió y me contó cosas y casos, hasta los cambios que se dieron, ya sea dentro de los clubes, la federación de vela o el apoyo en general”, señaló.
Aunque los hechos que denunció fueron considerados prescritos, la medallista olímpica luchará hasta la última instancia posible: “A veces pienso qué hubiera pasado si pudiera haberlo hecho antes. Porque lo que me pasó está teniendo una fecha de vencimiento (la prescripción), pero a mí nadie me lo va a borrar. Esa es mi lucha interna: obviamente que la justicia va a llegar a buen puerto y agradezco todo el trabajo que se está haciendo”.
Bosco remarcó las denuncias que surgieron tras su testimonio y cómo, gracias a ellas, “la causa sigue avanzando”.
“Voy a hacer lo que sea. Voy a seguir luchando por esto porque yo internamente necesito sanarlo y perseverancia no me falta”, cerró.
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