Bonafide expande su cadena al exterior y vuelve a exportar
Abrirá locales en Uruguay y en Chile
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El empresario brasileño Geraldo Thinks inauguró, en 1917, un local en Buenos Aires donde se vendía el café que él mismo industrializaba. Lo llamó Bonafide, juego de las palabras latinas que significan "buena" y "fe". Hipólito Yrigoyen, Alfredo Palacios, Leopoldo Lugones y Florencio Parravicini, entre otros, visitaban su lugar. Con 85 años recién cumplidos y desde hace 12 en manos del grupo chileno Carozzi, Bonafide enfrenta la crisis local proyectándose al exterior: con planes de abrir sucursales en Chile y Uruguay y de aumentar las exportaciones.
Bonafide, que vende café y golosinas diferenciados para sus 124 locales y para supermercados y quioscos, debió cambiar los precios y los plazos de pago por la inestabilidad del tipo de cambio, según reconoció su presidente, el chileno Iván Canales. El precio del café, que Bonafide elabora en la planta bonaerense de Villa Ballester, se elevó el 45% porque el 70% de su costo depende de la materia prima importada de Colombia y Brasil.
Los supermercados ahora les pagan en 30 o 40 días, en lugar de 60 o 90, mientras que los almacenes abonan en siete o 14 días. "Ahora somos más cuidadosos al vender: a quién y en qué plazo. Nos fijamos más en el flujo de caja y en el capital de trabajo", explicó el ejecutivo, cuya marca de café Sensaciones cuenta con el 20% del mercado interno, segunda detrás de La Virginia (43%) y por encima de Cabrales y Cinco Hispanos.
Canales admitió que el efecto tango dañó los resultados contables de su casa matriz, pero sostuvo su intención de permanecer en "tiempos de vacas gordas y flacas". De hecho, Carozzi compró Bonafide en plena hiperinflación.
La compañía también reaccionó a la actual crisis sustituyendo importaciones de esencias y paquetes. La recesión interna, no obstante, los llevó a cerrar un local en Neuquén. Todavía cuenta con 62 sucursales en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires y otras tantas en el interior. Unas 104 son franquicias.
Desde 1997, Bonafide viene transformando paulatinamente sus comercios para que no sólo vendan café recién molido para llevar, sino que también sean confiterías. Este año planea continuar esta mutación en el interior e instalar la primera sucursal en el extranjero, en Uruguay.
Tampoco descartan abrir nuevos cafés. "Hay locales muy baratos", reconoció el titular de la tradicional compañía, que el año pasado facturó $ 32 millones.
Bonafide planea aterrizar el año próximo en el país de sus dueños con cuatro locales. "En Chile no existe la costumbre de tomar un buen café. Están acostumbrados al café instantáneo", se avergüenza Canales. "Pero queremos instalar el concepto de Bonafide."
La exportación constituye una alternativa que había quedado pulverizada tras la devaluación del real, en enero de 1999, y resucitó con el nuevo tipo de cambio en la Argentina. Hasta 1998, Bonafide destinaba el 20% de su producción de golosinas (Bocadito, Nugatón, Chocman) al exterior: Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.
Las ventas externas prácticamente desaparecieron entre 1999 y 2001. "Hoy hay pedidos de todas partes, incluso de Australia y Estados Unidos", se entusiasma Canales. Este año, las exportaciones representarán el 8% de las ventas de golosinas.
Bonafide no recompuso los salarios de sus 270 empleados. Pactó con mayoristas y farmacias para que hagan compras colectivas.
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