
¿Caerá la economía global en una recesión?
Los efectos del proteccionismo serán mayor inflación, menor actividad económica y aumento del desempleo; la volatilidad durará mientras continúen las negociaciones de Estados Unidos con cada país
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El día miércoles 2 de abril último el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la imposición de un arancel general del 10% para todos sus socios comerciales y tasas aún mayores para aquellos países que le provocaban los mayores déficits comerciales: entre otros, China 34%, la Unión Europea 20% y Vietnam, 46%.
Esta implementación de tarifas para la importación – según lo expresado por Trump – apunta a corregir el importante déficit comercial (1 billón de dólares anual) que Estados Unidos tiene en su balanza de pagos, fomentar la radicación de empresas en su país, generar empleo puertas adentro y proteger su industria de una competencia externa que considera fuera de mercado.
Como era lógico de esperar, estas medidas “proteccionistas” generaron una fuerte baja en los mercados bursátiles y una fuerte reacción de los 185 países a los que se les impusieron los aranceles en cuestión. Más aún, la decisión de la administración Trump de establecer los llamados aranceles “recíprocos”, merced a los cuales su gobierno puede generar represalias a los distintos países que no respeten las medidas analizadas, modifica en 180 grados el esquema actualmente vigente de “libre cambio” (el cual permitió el gran crecimiento económico global de las últimas décadas, a un promedio del orden del 3% anual).
Dicho de otro modo, al esquema exitoso de libre intercambio comercial Trump lo está reemplazando por un nefasto “proteccionismo”, el cual ya ha sido criticado fuertemente por un gran número de países y organizaciones internacionales multilaterales, incluyendo la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Por su parte, debe agregarse que, tanto la Teoría como la Realidad Económica señalan claramente las grandes ventajas de un sistema de libre cambio por sobre el proteccionismo. En efecto, los estudios académicos indican que todos los intentos de implementación de guerras comerciales sólo han generado “perdedores”.
Quien se oponga a este concepto, a modo de ejemplo, debiera analizar las causas de la Gran Depresión de la década del 30; la cual, más allá de su inicio por especulación bursátil, se profundizó por el sistema proteccionista que implementó después el gobierno de Estados Unidos, el cual fue un verdadero desastre.
Dicho esto, resulta increíble que la administración republicana haya iniciado una guerra comercial de aranceles recíprocos que, como se ha comprobado en la historia del siglo XX, es absolutamente negativa para la economía en general y para cada país en particular.
¿Cuáles serán los efectos sobre la economía global de las políticas proteccionistas bajo análisis? Claramente: mayor inflación, disminución de los niveles de actividad económica y aumento de los niveles de pobreza y desempleo. Es decir que, de implementarse las medidas proteccionistas, un escenario probable sería desaceleración de la actividad, incremento de los niveles de inflación y mayores niveles de pobreza y desempleo, acercándose a una peligrosa estanflación (combinación de recesión e inflación).
Por su parte, para comprender cuáles serían los impactos de las medidas bajo análisis sobre una nación determinada nada mejor que analizar la economía de Estados Unidos. Los nuevos aranceles recíprocos encarecerán sus productos importados generando un golpe inflacionario no previsto en su política económica, caída del ingreso real y, por lo tanto, menor demanda. Todo esto, sumado lógicamente a desequilibrios del mercado laboral con el consecuente aumento del desempleo.
Dicho esto, los efectos negativos del proteccionismo están perfectamente explicados por la teoría económica y corroborados por la realidad histórica de las distintas crisis que se intentaron corregir mediante el sistema bajo análisis. Es más, ¿cómo es posible que el equipo gubernamental –sobre todo el Consejo Económico, la Secretaría del Tesoro y la Reserva Federal (Fed)– hayan “permitido” tamaño error? En síntesis, respecto a la economía de Estados Unidos es altamente probable que la misma se desacelere o caiga en recesión.
Cabe destacar, que previo al anuncio de las medidas arancelarias, la Fed sostenía que el mercado laboral se hallaba equilibrado y que, por lo tanto, no era una fuente significativa de presión inflacionaria. Asimismo, la institución sostenía que el crecimiento era sólido, que la tasa de desempleo se mantenía estable y que la inflación se había reducido, acercándose al 2% anual objetivo.
Resulta interesante destacar que, inmediatamente de anunciadas las medidas proteccionistas, altos funcionarios de la Fed concluyeron que las políticas proteccionistas generarían mayor inflación y crecimiento más lento. En síntesis, de mantenerse las políticas bajo análisis, la economía de Estados Unidos podría acercarse a una estanflación, esto es: inflación combinada con recesión, con todas las consecuencias negativas que una situación de esas características implica.
Finalmente, la pregunta es la siguiente: ¿es inevitable la caída de la actividad económica y un incremento de la inflación, tanto en la economía global como en la economía de Estados Unidos? La respuesta es simple: cuanto mayor tiempo esté vigente el proteccionismo y no se flexibilicen las normas regulatorias, mayores serán las probabilidades de este escenario. En cuanto a la actual volatilidad de los mercados financieros, todo dependerá de las necesarias correcciones que se debieran efectuar para salir de este peligroso esquema.
A este respecto, en nuestro escenario base consideramos que la guerra comercial, desatada a partir del 2 de abril, se iría flexibilizando a través de negociaciones individuales de cada país o unión económica con las autoridades de Estados Unidos. En este sentido, recientemente el Secretario del Tesoro, Scott Bessent, indicó que su gobierno estaba dispuesto a “escuchar” a todos los países que quieran venir a negociar (sic)”.
Al momento de escribir estas líneas, el presidente Trump decretó una tregua de 90 días para la implementación de los nuevos aranceles, con excepción de China [N. de R.: en el caso de los aranceles recíprocos aplicados el 2 de abril para la mayoría de los países, incluido la Argentina, quedan en un 10%, mientras que para el país asiático fueron elevados al 145%, con la excepción posterior para los teléfonos celulares y computadoras. Productos específicos del resto de los países, como el acero, el aluminio y los automóviles, conservan el arancel del 25% ya aplicado anteriormente]. Parecería, entonces, que la estrategia podría consistir en eliminar o suavizar los nuevos aranceles para la mayoría de los países dejando, entonces, aislado comercialmente a su actual rival geopolítico.