Cambio de dictámenes comerciales, autorizaciones para ensayos desmedidos, apoyos gubernamentales explícitos escudados en la ciencia y la tecnología, intereses económicos y bursátiles moviéndose tras bambalinas y ahora una confusa decisión de la Comisión Nacional de Biotecnología de Brasil (Ctnbio) aprobando la utilización de harina de trigo transgénico en Brasil, pero no la importación del trigo HB4 como grano (sobre lo cual no tiene atribuciones). Decisión que debe pasar por distintas etapas antes de su aprobación definitiva, que seguramente incluirán un período abierto a la opinión pública, su paso por Anvisa (la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil) y el Ministerio de Agricultura, Pecuario y de Abastecimiento de Brasil.
Pero vayamos por partes en el análisis. Empecemos por el cambio de dictámenes. Lo cierto es que durante nuestra gestión en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, emitimos un dictamen comercial en 2017 con respecto al trigo conocido como HB4, en el que se condicionaba la autorización comercial del evento hasta que se demostrara fehacientemente que en Brasil (luego de aprobar el evento) se lo pudiera utilizar con total aceptación de los usuarios, sin que existieran requerimientos de segregación, ni de etiquetado por parte de la molinería e industria brasileña, como así también, exigir las mismas comprobaciones comerciales en todos los países de destino del trigo argentino con marcos regulatorios en pleno funcionamiento, como por ejemplo en los nuevos mercados del sudeste asiático (Indonesia, Vietnam, etc…), ya que Brasil representa menos del 50% del destino de nuestras exportaciones.
¿Qué hizo la actual gestión? Cambió inexplicablemente ese dictamen y dispuso por la Resolución 41/2020, condicionar su comercialización únicamente hasta tanto se obtuviera el permiso de importación de dicho trigo en la República Federativa de Brasil, modificando radicalmente la postura del Ministerio, pero, sin embargo, impidiendo en la práctica que la aprobación de la harina de trigo transgénico en Brasil implique necesariamente una aprobación de la comercialización del HB4 en la Argentina.
Pasemos ahora a los ensayos desmedidos. La empresa desarrolladora durante la campaña anterior habría sembrado unas 7000 hectáreas a efectos de realizar ensayos de efectividad del evento (cuyos resultados nunca se dieron a conocer públicamente), pero en esta campaña sembraron unas 55.000 hectáreas, que podrían generar 180/200.000 toneladas de producción, sin tener aún la autorización de comercialización de la semilla.
Todavía no se explica quién autorizó semejante expansión del área sembrada y bajo qué medidas de control y resguardo se efectuó semejante ensayo. Sin embargo, el apoyo de las autoridades y funcionarios relacionados con el tema, desconociendo las características de la demanda, pero escudados en los avances de la ciencia y la tecnología, ha sido más que explícito, sobre todo por parte del actual ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca quien lo calificó como un avance hacia la “soberanía tecnológica”.
Reacciones
Conociendo la reacción negativa de la molinería y la industria panificadora brasileña (que se ha ratificado públicamente ante la decisión de la Ctnbio), y ante reiterados pedidos públicos de los exportadores, molineros, acopiadores, productores y legisladores, el Instituto Nacional de Semillas (INASE) dictó la Resolución 535/21 por la que creó una “Comisión de Auditoría de Trigo HB4″ integrada por funcionarios de ese organismo y dispuso que el titular del evento biotecnológico conocido como HB4 podría conservar el 20% de la semilla producida en la campaña 2020/21 y el 50% de la campaña 2021/2022 debiendo informar dónde quedará almacenada y que el resto debe ser desactivado en su poder germinativo y/o procesado. Esto, para quienes están involucrados en la producción y comercialización, no reviste ninguna garantía de seguridad que evite contaminaciones durante el movimiento de la semilla y su eventual procesamiento, sin exigir ninguna garantía en caso de generar contaminaciones.
Por último, veamos cuáles fueron las consecuencias y los peligros latentes. La primera consecuencia fue la reacción de los usuarios brasileños que se manifestaron públicamente en contra y comenzaron a poner cláusulas de protección en los contratos de importación, así como han salido a cuestionar la decisión de la Ctnbio. La segunda fue que el sector exportador y la industria molinera local, para cubrirse, decidieron colocar una cláusula “no GMO” en los contratos generando un futuro costo de análisis. El peligro latente es que, pese a ello, el trigo convencional se contamine y los compradores del exterior que tienen marcos regulatorios al respecto, dejen de tomar al trigo argentino como “apto para la panificación y el consumo humano” y pasen a considerarlo como feed wheat, o trigo forrajero, solo “apto para el consumo animal”, con una pérdida de valor de por lo menos US$30 por tonelada.
Por lo tanto, urge tomar medidas claras y definitivas y salir de este embrollo comercial más allá de la euforia de los científicos. Por un lado, evitar cualquier posibilidad de contaminación del trigo convencional con el transgénico.
¿Cómo? Aplicando de ser necesario el artículo 37 de la ley 20.247 de semillas y creaciones fitogenéticas, así como lo dispuesto por la Resolución 668-E/2017 del Inase en cuanto a destrucción y decomiso, o mediante métodos de desactivación de la semilla que a través de su procesamiento puedan determinar con precisión absoluta la segregación, y evitar que los desarrolladores continúen con ensayos significativos durante la campaña 2022/23, dado que Brasil no ha aprobado la importación del trigo HB4.
Por otro lado, pasarle el riesgo y los costos que hoy recaen en los productores a la empresa desarrolladora del evento y sus socios, exigiéndoles la instrumentación de un seguro de caución cubriendo la posible contaminación de toda la cosecha de trigo y la consecuente baja de precio; y que, además, se hagan cargo del costo de los análisis que deberán abonar los productores para comprobar que el trigo que entregan a la exportación o la industria está libre de GMO. ¿Lo harán? No lo creo. Recomiendo entonces a los productores a través de las entidades que los representan iniciar las demandas correspondientes.
El autor fue subsecretario de Mercados Agropecuarios
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