Aplicaciones periurbanas: modelos que no deben copiarse

En el corazón de la región productiva pampeana existe un conflicto al cual no se le vislumbra una solución definitiva. Nos referimos al problema entre el área urbana y el sector agropecuario de los distintos pueblos del interior productivo.

El periurbano es una zona de transición entre dos sistemas muy diferentes, con dinamismo propio y diversidad de actividades e intereses. Por un lado, comunidades que crecen, se expanden y avanzan sobre tierras productivas, como si hubiese fronteras móviles. Por otro, el sector agropecuario con un modelo de producción que, para lograr elevados niveles de productividad, utiliza en forma intensiva tecnologías de base química como los fitosanitarios para controlar plagas. Cuando las cosas no se hacen bien de uno u otro lado, surgen los conflictos.

El Ordenamiento Territorial (OT) debería ser una herramienta esencial para evitar este conflicto. A fin de analizar la situación particular de los 13 municipios de su jurisdicción en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, la EEA INTA Gral Villegas realizó un relevamiento sobre las normas que rigen las aplicaciones de fitosanitarios. Utilizando herramientas GIS, los profesionales de la AER INTA Pehuajó calcularon las superficies de las áreas de amortiguamiento y exclusión según las ordenanzas de cada jurisdicción. A su vez, se las relacionó con la capacidad productiva agrícola de sus suelos (ICAP). Del trabajo surgen cuestiones interesantes que nos interesa compartir.

Salvo Pehuajó, los restantes municipios han legislado sobre el tema. En general, se observa una gran dispersión en las normas que impone cada jurisdicción. Algunos regulan las aplicaciones de fitosanitarios terrestres y aéreas, otros solo las primeras. Lincoln es el que mayor superficie afecta a estas normativas, con un 6,25% de su superficie. Tiene el mayor distanciamiento en la zona de exclusión, 500 m. Para aplicaciones aéreas, la exclusión es de 2000m. La menor distancia para esta área la tiene General Villegas, con 40 m. En el resto, varía entre 100 y 300m.

Las zonas de amortiguamiento terrestre fluctúan entre 500 y 1000m y no todos los partidos la poseen. Por ejemplo Hipólito Yrigoyen posee solamente zona de exclusión para aplicaciones terrestres de 100 m y para aérea 2000m. Salliqueló solo tiene área de amortiguamiento para aplicaciones terrestres.

Obviamente que ambos tipos de áreas involucran tierras de distinta aptitud para la producción. El trabajo de los especialistas del INTA Pehuajó determinó para cada caso, los índices de capacidad productiva agrícola según la carta de suelos de INTA. Lincoln lidera en este sentido, involucrando un total de 20.000 ha de tierras de alta y media capacidad para la producción. Pellegrini involucra 5206 ha y General Pinto casi 3500 ha. El resto de los municipios presenta superficies bajas o predominan tierras de baja aptitud.

Para que exista un eficaz plan de OT, en primer lugar, deben existir un conjunto de normativas que provengan de estudios interdisciplinarios ajustados a la realidad de cada municipio. Es necesario que participen profesionales de distintas especialidades para armar un plan, a fin de ordenar esta zona con diferentes espacios destinados para el abastecimiento local de alimentos, recreación, industrias, etc. Como mencionan los especialistas en el tema, el OT es como un traje a medida. No se pueden copiar modelos de otros lugares.

En segundo lugar, y no menos importante, debe haber una autoridad que realice los controles pertinentes y el cumplimiento de las normas aprobadas. Así se reduce la posibilidad de conflictos.

El municipio, como autoridad local, debe velar para que primen los intereses del conjunto de la sociedad y no el interés particular. El transito del conflicto a la armonía solo es a través de un plan basado en el conocimiento y en el consenso de todos los actores de la zona.

Ex Director de la EEA Gral Villegas y Profesional de la AER Pehuajó, respectivamente