
La compactación del suelo y la sensibilidad al vuelco representan los mayores problemas para lograr más plantas por ha
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En los últimos años, los incrementos de rindes que se produjeron en la mayor parte de los cultivos agrícolas se deben al hecho de que las plantas son cada vez menos sensibles a la competencia interespecífica. Es decir: soportan mejor a sus vecinas y por lo tanto pueden incrementarse las densidades de siembra sin comprometer los rendimientos.
Pero las densidades empleadas en el caso del girasol cambiaron muy poco en estos años. Esto ocurre porque la investigación genética, por el momento, está más preocupada por la obtención de materiales resistentes a enfermedades, un aspecto muy significativo para el cultivo.
Sin embargo, existe una serie de variables que pueden tenerse en cuenta para intentar incrementar la densidad de siembra del cultivo sin perjudicar los niveles de rendimientos alcanzados a la fecha.
Una de esas variables es la sensibilidad al vuelco de los girasoles. Si el objetivo es incrementar la densidad del cultivo, entonces deberán buscarse aquellos materiales que presenten una menor tendencia al vuelco.
"Otro aspecto es la compactación del suelo, sobre todo en aquellos ambientes en los cuales la actividad ganadera participa de una manera importante", indicó Jorge González Montaner, coordinador del Area de Agricultura de la región Mar y Sierras, durante una jornada organizada por el CREA Tandil I y la zona Mar y Sierras en esa ciudad.
González Montaner comentó el caso de un establecimiento de la región que obtuvo 400 qq/ha menos de girasol en un lote con antecesor avena pastoreada respecto de otro lote lindero con antecesor trigo.
"El girasol es muy susceptible a la compactación y en general observamos que muchos de los lotes que se destinan a la oleaginosa tienen como antecesor a verdeos que recibieron una paliza significativa", apuntó.
Otra posibilidad para aumentar la densidad de siembra del girasol es mejorar la estructura del suelo para promover el desarrollo radical de la planta. Numerosos trabajos demostraron que durante los primeros 15 días posteriores a la siembra, el cultivo decide cuál será el estado radical de la planta en función de lo que perciba inicialmente en el suelo (y esto es mucho más importante en siembra directa que en convencional).
"Si al girasol lo engañamos y le hacemos creer que el suelo está mullido, la planta va a expresar todo su desarrollo radicular. Pero si en esos primeros días el girasol percibe zonas compactadas, entonces nos vamos a encontrar con serios problemas", explicó González Montaner.
"Esto no quiere decir que tengamos que trabajar con un cincel que vaya a 22 centímetros de profundidad, pero existen muchas alternativas posibles y éstas deben considerase para mejorar la estructura de la línea de siembra, porque de esta manera vamos a mejorar enormemente la capacidad de exploración radicular del cultivo", agregó.
La distancia
Otro dato. En un ensayo llevado a cabo por la región Mar y Sierras de Aacrea y la Cátedra de Fisiología de la Fauba, se observó -en términos generales- que los cultivos sembrados a una distancia entre líneas de 52 centímetros registraban una menor tendencia al vuelco respecto de los implantados a 70 centímetros.
González Montaner admitió que "nos cuesta lograr respuestas importantes en nitrógeno para el girasol", aunque aportó algunos datos al respecto. Uno de ellos es que en general las respuestas más eficientes se obtienen por medio del nitrógeno incorporado en profundidad (proveniente del cultivo anterior).
"Además, cuando la temperatura media de noviembre es inferior a los 17 ºC, en general se obtienen mayores respuestas a la fertilización nitrogenada. Es decir: en años con noviembres fríos -caso 1997- en general se obtienen trigos muy buenos, con llenados de grano espectaculares, pero lo contrario ocurrirá con los girasoles, por lo cual será necesario poner el acento en la fertilización de este cultivo", comentó el técnico.
La oferta total de fertilizante para la zona Mar y Sierras debería ubicarse en el orden de 70-80 kg/ha (disponible en el suelo) en la generalidad de los casos.
De todas maneras, los datos indican que aún queda mucho trabajo por hacer para mejorar la performance del girasol. En los CREA de la región Mar y Sierras, el rinde promedio del cultivo en el ciclo 2001/02 representa un 55% del rinde medio obtenido en los ensayos de la zona, mientras que en el caso del maíz este nivel alcanza el 75% y en soja el 85 por ciento.
En la campaña 2001/02, el área girasolera de la región Mar y Sierras en su conjunto (21.074 hectáreas) alcanzó un rinde promedio de 2145 kg/ha, versus 2207 kg/ha en el ciclo 2000/01, 2170 kg/ha en 1999/2000 y 1870 kg/ha en 1988/99. Un dato llamativo es que el 62% del área total sembrada de la región fue ocupada por sólo dos cultivares en el ciclo pasado.





