
Con atinado manejo y una buena base genética, estos pequeños ejemplares resultan una tentación como alternativa rentable con poca inversión
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Entre las alternativas no tradicionales de producción agrícola, la cría de codornices es una de las más atractivas y accesibles. Esto se debe a que la inversión no es elevada, los requerimientos de espacio y mano de obra son reducidos, el manejo es relativamente sencillo y el mercado todavía no está saturado, aunque hay que formarlo.
Pero varios intentos de desarrollar un criadero han terminado en fracaso debido principalmente al desconocimiento de algunos aspectos esenciales en el manejo del ciclo del ave, la selección del plantel, y no menos importante, no plantearse de antemano cómo y dónde comercializar el producto.
Entre quienes han salvado los obstáculos con éxito consolidando su negocio se halla Jaime Bursuk, un criador de punta que tiene su establecimiento en el fondo de la vivienda familiar, ubicada en el partido de La Matanza.
Bursuk, que se define como coturnicultor, está en la actividad desde 1988. Los comienzos fueron con tropiezos serios por la pérdida consecutiva de dos planteles completos de miles de animales, debido a la aplicación de conceptos erróneos en el manejo.
Una vez bien asesorado, armó el criadero actual en base a un lote de 54 hembras y 36 machos; hoy cuenta con un total de 3700 aves, 1700 reproductores, 700 de cría y 900 de faena.
El productor lleva varios años exponiendo en la Rural de Palermo. Ha viajado en numerosas oportunidades a España, país líder en la cría de codorniz, con el objetivo de actualizarse en los últimos avances de la genética y el manejo, para posteriormente adecuarlos a su criadero.
Buena genética
Bursuk trabaja en base a tres líneas genéticas de la codorniz europea para realizar una selección en este aspecto y optimizar el rendimiento y la productividad.
Se evita así un problema todavía común en los criaderos locales, como es el fenómeno de la consanguinidad que provoca degeneración de la raza, deformaciones y menor vigor.
Otro aspecto importante que tiene en cuenta es la correcta alimentación de las aves, en especial, en la etapa crucial de la cría de los pichones.
Al preparar el alimento en el propio criadero controlando la proporción de los nutrientes y la calidad de los compuestos, ya no se registran daños hepáticos que pueden desembocar en la mortalidad total del plantel de cría.
Rentabilidad
Si bien el criadero es de doble propósito -huevos y carne-, no se producen especialmente animales para la faena; la cantidad de machos depende del número de hembras. "Se aprovechan los machos que sobran al vender las hembras. En este momento entregamos de 800 a 1000 machos por mes. Es rentable si se toman todas las fases de la cría de la codorniz en su conjunto", explica Bursuk, y agrega:
"Lo que sí puede ser bastante rentable es la producción de huevos. Con algo más de 600 animales y vendiendo la docena a 75 centavos, se puede obtener de utilidad por mes entre 450 a 500 pesos libres, realizando una inversión de 3300 pesos en aves y jaulas, que se recupera en siete meses."
Dónde vender
En la comercialización de la codorniz como carne, Bursuk ha optado por la vía más rápida y expeditiva: la venta a un frigorífico habilitado y en regla, ya que reconoce que no puede abarcar todo. Los números que maneja se ubican en márgenes rentables del 45 por ciento, con un costo de producción por animal de 67 centavos, y de venta de 1,10 peso.
En cuanto a huevos, se encarga él mismo de buscar clientes y de los traslados. Trabaja con negocios chicos a medianos, granjas, autoservicios, carnicerías con venta de pollos y huevos.
No lo hace con supermercados porque le exigen tener un repositor y abonan a los 35, 50 y 70 días, lapsos demasiado prolongados para la economía que maneja un pequeño productor. "En el negocio chico usted entrega y cobra. Por eso, me decidí por este tipo de clientes, aunque no desestimo a los grandes. Siempre y cuando las condiciones sean de acuerdo a mi manera de negociar", señala el entrevistado.
El mercado de la codorniz todavía no está saturado. Hay que "abrir puertas", dar a conocer el producto, pero no es algo difícil si uno pone empeño, enfatiza Bursuk. "Al principio cuesta captar clientes, pero no hay que ir a peleárselos a la competencia. Se trata de esforzarse para que el cliente conozca las cualidades del producto."
El productor comenta una estrategia para captar clientes que le dio éxito. Al comenzar, en los negocios donde llevaba su producción las ventas no pasaban a lo sumo de dos docenas de huevos. Allí ideó la entrega a cada cliente de bolsitas-obsequio conteniendo seis huevos y un folleto con los valores nutritivos de éstos.
"Esa clientela -destaca-, todavía hoy, después de diez años, sigue comprando hasta diez maples por mes, que son veinte docenas".
En el criadero
Las siguientes son algunas recomendaciones que da Jaime Bursuk en lo que se refiere a manejo del criadero para que el potencial productor llegue a resultados favorables:
- Selección. El proceso en sí de la crianza de la codorniz comienza con la selección de los huevos para incubar, por medida, color y brillo. El punto principal es buscar huevos de buen tamaño; de lo contrario, la producción resultante puede ser defectuosa.
- Aislamiento. La sala de incubación debe instalarse en un lugar bien aislado del resto del criadero, para evitar el ingreso de gérmenes, ya que el embrión todavía no ha adquirido defensas.
- Fertilidad. A los 14 días de incubado se controla en el ovoscopio la fertilidad del huevo para pasarlo a la nacedora, donde eclosiona dos días y medio después.
- Pichones BB. Dos días después del nacimiento se pasa a los pichones al galpón de los BB, donde se les proporciona un alimento preparado en el criadero con un 28 por ciento de proteínas.
- Sexado. Sólo a los 18 días de nacidos se puede sexar a los pichones y distribuirlos. Todavía no existe una forma de determinar el sexo con anterioridad.
- Cría. Los machos de faena se alojan en el sector de cría durante 65 días hasta su terminación. El recinto debe tener poca luz para evitar que desarrollen el instinto sexual y gasten energías que deben servir para que formen más cuerpo y carne.
- Vida útil. Para un ave de postura, la vida útil comercial es de un año y tres meses. Hay criadores que prolongan el ciclo a dos años, pero se ha comprobado que en el segundo período la productividad es menor.
- Tamaño. El mercado de huevos de codorniz exige un tamaño grande. Por eso se aconseja trabajar con la codorniz europea, que es más grande, y por lo tanto, el huevo también.
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