En los últimos tiempos, las industrias procesadoras han pretendido reducir aún más el precio al productor que, desde la convertibilidad en adelante, ha sufrido un proceso de deterioro constante
En los últimos tiempos hemos visto agitarse las aguas dentro del sector lechero, debido a que las industrias procesadoras han pretendido reducir aún más el precio de la leche al productor, que ha sufrido desde la convertibilidad en adelante un proceso de deterioro constante.
La Asociación de Productores de Leche, entidad que agrupa a un importante grupo de productores, considera que es preciso evitar enfrentamientos entre dos sectores que en realidad deberían complementarse, procurando unificar esfuerzos para preservar la continuidad y la expansión.
Para ello, será preciso:
- Obtener la mayor calidad tanto en la materia prima (leche), como en los productos lácteos, a fin de satisfacer los requerimientos de una demanda cada vez más exigente.
- Lograr un precio al consumidor que permita cubrir tanto los costos y la rentabilidad del productor como los del industrial.
El ámbito en el que se negocia la leche es un mercado imperfecto en el que actúan relativamente pocas empresas compradoras y un número mayor de productores que no pueden almacenar su producto para venderlo en mejor momento.
Es cierto que la parte débil en esa negociación es, a primera vista, el productor, pero no olvidemos que la contraparte en el negocio, que es la industria, posee una capacidad instalada que no puede mantener ociosa.
Es obvio que si el productor no cubre sus costos, la producción disminuirá y esta situación, sin lugar a dudas, afectará a la industria.
La Asociación de Productores de Leche (APL) considera que el punto de equilibrio es vender el producto elaborado a un precio que permita al productor y al industrial cubrir sus costos y obtener la rentabilidad necesaria para permanecer en el negocio.
Si no se logra alcanzar ese equilibrio, a la larga aparecerá la intervención del Estado, para regular la actividad, que es algo que los productores queremos evitar. Recordemos las nefastas épocas en que se fijaban arbitrariamente los precios mínimos a pagar al productor y los máximos de venta al consumidor, a las que la industria indudablemente tampoco debe querer volver.
Consideraciones
En la formación del precio al consumidor debe considerarse el costo del productor, que es el total de las erogaciones que éste debe realizar para producir cada litro de leche, incluyendo:
- Las amortizaciones necesarias para mantener y modernizar su equipamiento.
- La rentabilidad adecuada para que el productor se mantenga en el negocio.
- La formación de las reservas necesarias para afrontar períodos climáticos adversos tales como sequías, excesos hídricos, etcétera.
Bajo estas premisas, la APL mantiene actualizado un modelo de costo total. Del estudio correspondiente al año 1997 surgió que el costo de producir un litro de leche en el modelo analizado, sin incluir ningún tipo de rentabilidad al capital, ascendía a $ 0,24 (promedio año 1997), y se elevaba a $ 0,31, tan pronto se agregaba una rentabilidad del 6,52 por ciento anual al capital invertido, considerado como valor residual activo.
Otra comprobación interesante realizada por la APL es que los resultados obtenidos tampoco difieren demasiado de los valores que se manejan internacionalmente.
En efecto, casi el 70 por ciento de la leche de vaca que se produce en el mundo se paga a los productores a un precio superior a los 30 centavos por litro.
En Rusia y Ucrania, con una producción de aproximadamente 47.600 millones de litros anuales, los precios al productor oscilan entre US$ 0,21 y US$ 0,25 el litro.
En Nueva Zelanda y Australia, que juntas representan escasamente el 5 por ciento de la producción mundial, los productores reciben precios inferiores a US$ 0,20 por leche de exportación, pero aún en esos países la leche destinada al mercado interno, para productos frescos, tiene una retribución superior.
Sólo en los países menos desarrollados y con una calidad muy inferior es posible encontrar precios menores a los señalados. En general, en estos casos el escaso valor de la mano de obra es determinante.
Lo expresado no es una casualidad. Cada vez más los insumos utilizados por los productores y por la industria tienden a tener precios uniformes en el mundo y los costos a parecerse. Pero lo que realmente resulta interesante es comprobar que importar leche en polvo en la Argentina para utilizarla en la industria cuesta no menos de US$ 0,28.
En efecto, si tenemos en cuenta:
- El precio de la tonelada de leche en polvo entera ronda los US$ 1900.
- Con un kilo de leche en polvo sólo pueden reconstituirse 8,5 litros de leche fluida.
- Para ser nacionalizada esa leche debe pagar no menos de un 26 por ciento entre arancel de importación, transporte, seguro, estadísticas, etcétera, y obtendremos un precio de aproximadamente US$ 0,28 para leche con sólo un 3 por ciento de grasa butirosa.
Desde la desregulación
Veamos qué ha ocurrido en la Argentina desde la desregulación de la lechería en 1991 para poder comprender la situación actual.
a) Los precios minoristas de los productores lácteos que controla el Indec, comparando promedios anuales desde 1992 hasta 1997 inclusive, registraron aumentos que van desde un 10/17 por ciento los quesos, hasta un 52 por ciento la leche entera fresca.
b) Los precios mayoristas subieron en el mismo período 17,23 por ciento. Los insumos más importantes que utiliza el productor registraron importantes aumentos que van desde un 10 por ciento los tractores y un 13 por ciento los fertilizantes, hasta un 33 por ciento el gasoil y un 35 por ciento el salario del peón general.
c) El precio de la grasa butirosa aumentó sólo un 2,282 por ciento comparando promedios anuales de 1992 con promedios anuales de 1997.
Es evidente que durante estos últimos 5 años se ha producido un estancamiento del precio al productor, que de no haber ocurrido lo mantendría en un nivel parecido al de los internacionales.
Este retraso ha determinado que la participación del productor en el precio final de venta al consumidor de los productor lácteos haya disminuido.
La situación expuesta evidencia un desequilibrio que sólo podrá ser superado si se respetan los costos del productor, salvo que se quiera retornar al paternalismo de un Estado regulador que tanto daño causó en el pasado.
El autor es secretario de la Asociación de Productores de Leche (APL).
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