
Tienen un sabor superior a las cultivadas en forma convencional y pueden aprovecharse para su consumo tanto la cáscara como el tubérculo
1 minuto de lectura'
En el epílogo del automatizado y sinuoso siglo XX, ni las papas se libran de venir en versión orgánica. Ovaladas y blancuzcas como las tradicionales, estas papas de avanzada debutan en el mercado nacional con un "plus" de cualidades: tienen un sabor ligeramente superior a las cultivadas en forma convencional y, por supuesto, tanto la cáscara como el tubérculo están libres de residuos de agroquímicos. Es decir, son un regalo del cielo para los consumidores de productos naturales y ecológicos; en especial para los niños, superconsumidores de este taquillero vegetal subterráneo.
Una aguja en un pajar
Nacidas para convertirse en un clásico en el futuro, aunque todavía son pocas las hectáreas nacionales dedicadas a la producción de papas ecológicas, el cultivo está dando sus primeros pasos. El epicentro productivo por excelencia es El Lambaré, un campo con 120 años de historia, propiedad de Ricardo y César Irala. Situado sobre la ruta 227, que une Necochea con Lobería, en este sitio del mundo, acariciado por la brisa marina, se despliega una plantación de 24 hectáreas de papas orgánicas, que forma parte de 150 hectáreas en seguimiento de certificación.
En El Lambaré cosechan papas Araucana, una variedad de la estación INTA Balcarce que se caracteriza por tener 20% de materia seca, consistencia que la hace menos acuosa que la difundida Spunta. Y, como en la diversidad está el gusto, los Irala investigan nuevas opciones. Están probando cómo se desarrollan los tubérculos de las variedades Keluné (ideal para freír) y Pampeana (especial para hacer puré) para ofrecer al mercado diferentes tipos, capaces de adaptarse, a la perfección, a varios usos culinarios.
Claro que los rendimientos que obtienen en El Lambaré no son para recibir un premio: 450 bolsas de 50 kilos cada una por hectárea. Pero este dato, al menos por el momento, poco preocupa a los productores pioneros en el rubro. El objetivo de los socios-parientes es producir cuidando el suelo, una idea e intención que heredaron de un "inolvidable" tío que amaba la naturaleza.
Sólo orgánico
"Llegamos a la producción orgánica mediante el pastoreo rotativo y siguiendo la filosofía de nuestro tío Eduardo Grondona Pieres, un personaje pintoresco que se pasó la vida en el campo -murió a los ochenta años- investigando las plantas y deseando que la gente aprenda a respetar los ciclos y los deseos de cada habitante de la tierra", explican Ricardo -Mitaí- Irala, un hombre que por algunas de las tantas incómodas vueltas de la vida, en 1981 abandonó Buenos Aires para instalarse en el campo y, entre sin querer queriendo, se quedó "pegado" al terruño con toda su alma.
Sobre las oscuras y fértiles tierras de un predio centenario, trabajan, en tiempo de cosecha, unas 18 personas desenterrando con paciencia los tubérculos a mano. "Hemos probado mecanizar la cosecha, pero se dañaban mucho las papas", acota Ricardo Irala. Campo cercano al mar, está separado de los predios vecinos por franjas de entre 30 y 40 metros, libres de cultivos, un recurso típico orgánico que se usa para resguardar la sanidad. El Lambaré está equipado con un sistema de riego por cañón que usan de cuando en cuando y cuenta con un semillero propio que ocupa seis hectáreas.
Los Irala, por cierto, no aplican ninguna fórmula mágica para producir sin tropiezos. Siembran como en cualquier otro campo papero, sólo que no emplean productos químicos ni fumigan "por las dudas" como lo hacen los colegas de rubro. Aplican la rotación de cultivo, fertilizantes orgánicos permitidos y mantienen la sanidad con esfuerzo y una gran dosis de cuidado en todas las etapas de la producción.
"Hasta ahora no hemos tenido problemas y tan buena es la papa que obtenemos que entre nuestros mejores clientes se encuentran los paperos porque son quienes conocen la calidad de estas papas que, entre otras virtudes, carecen de residuos de insecticidas", aclara Ricardo Irala. Luego comenta que en el campo lavan y envasan las papas y dice que "la intención es darles, más adelante, un valor agregado".
La Argentina y después
¿Cuáles son las perspectivas comerciales de las papas orgánicas? De acuerdo con los productores, la clientela nacional irá creciendo "sin prisa, pero sin pausa". No es fácil la venta y la evolución depende del grado de interés que muestre la gente, incluso de la difusión de las características de los vegetales ecológicos. Por ahora los Irala venden, con nombre propio -El Boquerón- sus saludables papas en la zona de Necochea.
En cuanto al mercado externo, si bien en este caso la meta no es la Unión Europea, algunos especialistas comentan que probablemente puedan comercializarse en Brasil que hace cinco años compra importantes cantidades de papas en la Argentina. Otros consumidores potenciales son los fabricantes de comidas para bebes, de puré y, como es de suponer, toda la industria elaboradora de papas congeladas, fritas y envasadas.
Un producto originario de América y taquillero como pocos, las papas orgánicas recién empiezan a recorrer un viaje sin fin y el establecimiento de los hermanos Irala -certificado por la empresa Argencert- es un modelo de producción agrícola en escala. Allí la actividad papera se complementa con la de maíz pisingallo y girasol de confitería, por supuesto, también ecológicos.
Panorama
- Principales zonas: sudeste de Buenos Aires. También se cultiva en Mendoza, Santiago del Estero, Villa Dolores y Tucumán.
- Variedad: se planta preponderantemente la Spunta, pero existen otras posibilidades.
- En menor escala: Kennebeck, Russet Burbank y Atlantic.
- Superficie: un promedio de 110 hectáreas para los campos paperos.




