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El martes último, cuando el maíz cotizó a 88 dólares por tonelada para la posición abril, el comentario que circuló por todos los corrillos fue uno solo: el maíz había pasado a liderar la fuerte caída que se venía observando en los precios de los granos. Lamentablemente, se afirmaba la tendencia bajista. Ese día también descendieron los valores del trigo y de la soja.
Sobre esta situación mucho pesó el informe alcista relacionado con las intenciones de siembra en los Estados Unidos dado a conocer por el USDA (el Departamento de Agricultura de ese país), pero, también, tuvo gran participación la cosecha récord de la Argentina que volcaría a la exportación cerca de 12,5 millones de toneladas de maíz.
Además, el USDA admitió para ese cereal sotcks más altos que los esperados. Se hablaba de 112,6 millones de toneladas, pero finalmente se clavó en 125,4 millones de toneladas.
"A los mayores stocks se le agrega una oferta con buenos rendimientos y una disminución de la demanda internacional", dijo Ricardo Baccarin, presidente de Panagrícola SA. El mercado tomó en cuenta, también, que en los Estados Unidos se sembrarán 32,7 millones de hectáreas con maíz, la superficie más alta desde 1995. La de soja, por su parte, implicará un área de 29,14 millones de hectáreas, la mayor siembra de la historia norteamericana .
Para Baccarin, la comercialización de maíz está muy complicada, porque la Argentina ya no representa sólo el 5 por ciento del mercado mundial como a fines de la década del 80. Ahora ocupa prácticamente el 20 por ciento y pasó a ser una significativa competencia de los Estados Unidos en la lucha por ganar mercados.
Pero esos mercados son, precisamente, los que están comenzado a faltar ante una oferta abundante que proviene, fundamentalmente, de América del Sur. "El mundo se encontró, de golpe, con una gran cosecha y eso deprime los precios, máxime si se piensa en la estimación del USDA y en una demanda algo restringida por la crisis del sudeste asiático", opinó Carlos Morgan, de la firma Morgan, García Mansilla y Cía. SA.
En nuestro país, esa disminución se fue afirmando a medida que se consolidaba la cosecha y repercutió especialmente en el maíz: no se esperaban semejantes volúmenes y, todavía, no tenemos suficientemente aceitados los mecanismos para recibirlos.
El problema está planteado
Según Baccarin, en el corto plazo la situación presentada no parecería tener una pronta solución. De todos modos, una vez finalizada la peor parte de esta fuerte oferta estacional en el mercado mundial, es posible que los precios tiendan a estabilizarse y experimenten, inclusive, alguna mejora. De cualquier manera, hoy por hoy el problema ya está planteado y en general la baja se da en la mayoría de los granos, con excepción de las oleginosas. Para Morgan, se nota claramente que los aceites tienden a afirmarse por la escasa recolección de palma en Malasia.
La palma representa el 46 por ciento del comercio internacional y al restringirse la producción y la exportación la demanda se orienta hacia otros mercados, por ejemplo la Argentina, motorizando el alza de los precios. Esto se observa especialmente en el girasol.
Este último cultivo y el maíz representan, entonces, las dos caras de una misma historia. El primero, con altos precios y con una producción menor que la esperada como consecuencia de las abundantes precipitaciones en extensas zonas del país. El segundo, con grandes volúmenes de recolección, pero con valores sensiblemente castigados.
Ante una situación como la planteada, ¿qué es lo que se debería tener en cuenta respecto de la comercialización y cuáles son los aspectos por considerar ante la proximidad de la nueva campaña agrícola?
Para los entendidos, la realidad señala que en el caso del maíz los productores beneficiados fueron aquellos que se desprendieron de los lotes al momento de la siembra a través de futuros o negociando con el exportador para entregas en mayo o abril. Por lo general, es ahí donde se producen los picos de alza y es, también, la gran oportunidad para fijar precios.
Los analistas sostienen que cuando todos piensan que los valores van a continuar subiendo, alguien tiene que animarse a vender "antes de que los cañones dejen de tronar". En gran parte, se eliminaría así la denominada "presión de cosecha".
El maíz, por ejemplo, se pudo haber comercializado a un promedio de 120 dólares la tonelada. Mucha soja se vendió a 250 dólares la tonelada; hoy se ubica en 210. Por el contrario, gran parte del girasol se comercializó a 210 dólares la tonelada y ahora está en 260, pero, en promedio, el que vendió temprano también obtuvo beneficios.
El mensaje que se desprende es que al mercado hay que seguirlo y para eso están los futuros y opciones en el mundo. En la medida en que los agricultores maximicen sus coberturas aumentarán las posibilidades de mejorar los ingresos.
En opinión de Morgan, el productor ha evolucionado mucho y lo sigue haciendo en forma permanente. No obstante, debe cubrirse más cuando los valores son buenos, y esto incluye que muy probablemente, dentro de poco tiempo tenga que llegar a pactar el precio de los fletes, de los espacios y de la secada, antes de que se produzca el aluvión de cosecha. En nuestro país, el flete camionero es convenido pocas veces de antemano, pero podría llegar a resultar muy interesante dentro de un planteo orientado a optimizar los beneficios de la explotación. En ese sentido, también surge como sumamente importante establecer cada vez con mayor énfasis y junto con los operadores, llámense acopiadores o corredores, mejores estrategias de venta.
La próxima campaña se acerca rápidamente y, por lo visto, hoy parece ser el momento más adecuado para comenzar a pensar en ella de punta a punta.





